Causas y efectos de los incendios en el centro-sur de Chile

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Columna de nuestra investigadora, Susana Gómez, publicada en El Dínamo.cl, 10 de enero de 2014

http://www.eldinamo.cl/blog/causas-y-efectos-de-los-incendios-en-el-centro-sur-de-chile/

Los incendios forestales se encuentran entre los principales desastres ambientales y socioeconómicos de la zona centro-sur del país. Su frecuencia, intensidad y magnitud están incrementando en las últimas décadas, incluso a pesar de que los esfuerzos institucionales y privados en prevención y control incrementan cada año. Es por ello, que resulta de vital importancia conocer cuáles son las causas y efectos de los incendios, dado que una mejor comprensión del fenómeno y de su complejidad, ayudará a mejorar nuestras capacidades de respuesta como sociedad.

Para que ocurra un incendio se requiere que exista combustible (ej. vegetación) oxígeno y una fuente de ignición. Por lo tanto, cualquier factor ambiental o humano que tenga incidencia en estos elementos va a modificar la probabilidad de incendio.

Entonces ¿por qué los incendios se concentran en la zona centro-sur del país? Por varios motivos: esta zona se caracteriza un clima de tipo Mediterráneo, donde la vegetación crece mucho durante el invierno (por las lluvias) y se seca en el verano. Esto hace que el combustible se encuentre muy abundante, seco e inflamable en la temporada estival. Por otro lado, en esta zona es donde existe una mayor densidad poblacional y mayor actividad turística también durante el verano, incrementando enormemente las probabilidades de que se inicien incendios por descuidos o intencionalidad humana. Adicionalmente, esta región del país se caracteriza por su desarrollo agrícola y ganadero, donde las prácticas de quemas de residuos vegetales son frecuentes y legales, aunque poco reguladas y negligentes en muchos casos, causando una buena parte de los incendios.

Un fenómeno que ha sido observado es el incremento de los incendios en zonas más templadas y lluviosas del país, como en la VIII y IX Regiones. Estudios recientes relacionan este hecho (en parte) al crecimiento descontrolado de monocultivos de plantaciones forestales en estas áreas. Según CONAF, la Región del Bío-Bío concentra el 37% de todos los incendios y el 43% de todas las plantaciones forestales del país (1.2 millones de hectáreas; un tercio de su superficie). La tasa de aforestación (plantaciones de Pinos) en esta zona ha sido escandalosamente elevada (7,3% anual entre 1974-1994) y gran parte se produjo a costa de bosques y matorrales nativos. La especie predominante en estas plantaciones es Pinus radiata (Pino insigne) especie exótica, de California altamente inflamable (presenta resinas, aceites y ceras) y que aumenta la aridez del suelo. En contraste, el bosque nativo es higrófilo (acumula más agua) y por lo tanto, su transformación en plantaciones genera un cambio dramático en la inflamabilidad del paisaje. La intensificación de las plantaciones (aumento en su continuidad y extensión) y su cercanía con zonas pobladas, puede aumentar la probabilidad de que se inicien incendios de gran magnitud y de que los daños sociales sean más elevados.

Los efectos de los incendios son diversos: sociales, económicos y ecológicos, y en gran medida están relacionados entre sí. Generan pérdidas económicas de millones de dólares cada año, sean por daños a estructuras o a zonas productivas. Sin embargo, lo más dramático es el riesgo que producen para las personas, para sus vidas y sus hogares (ej. el incendio de Quillón en Enero de 2012 causó pérdidas de más de 2 mil millones de pesos, dos fallecidos y cientos de damnificados).

Los efectos ecológicos, en cambio, son menos conocidos y cuantificados. Lo que sí sabemos, es que tienen efectos negativos en la vegetación nativa (ej: bosques de peumo, boldo, quillay, etc.) y promueve el desarrollo de especies no nativas, que son negativas para los ecosistemas naturales (ej: retamilla, aromo, pino, eucalipto y pastizales en general). Esto a su vez, tiene implicancias sociales importantes, dado que al disminuir la diversidad del bosque nativo y aumentar la abundancia de estas especies exóticas, el ecosistema tiene una menor capacidad para retener agua, pudiendo generar problemas graves de sequía y erosión. Por ejemplo, especies como el eucalipto y el aromo, rebrotan muy fuertemente luego de los incendios y en este proceso absorben incluso más agua que cuando crecen los adultos antes del incendio.

Es muy común leer en los informes institucionales e internet, que los incendios son originados principalmente por los seres humanos, y que por lo tanto, la ocurrencia de estos es responsabilidad exclusiva de los ciudadanos/as. Esto en parte es verdad, pues los incendios naturales (causados por rayos, por ejemplo) en Chile son muy raros. Es por ello que la educación ambiental en la prevención de incendios es fundamental para evitar el inicio del fuego. Sin embargo, independiente del origen del incendio, los daños podrían reducirse con un manejo más adecuado del paisaje, basado en el conocimiento científico sobre el funcionamiento de ecosistemas que se quieren manejar. Es por tanto también, una responsabilidad de las políticas públicas, las autoridades, los propietarios agrícolas y las empresas forestales, avanzar en la regulación de las actividades productivas de forma que estas sean más sostenibles ambiental y socialmente.

Algunas alternativas serían, por ejemplo, mejorar el control de las quemas agrícolas, instalar cortafuegos más extensos y numerosos en las plantaciones forestales, alejar las plantaciones de núcleos urbanos y restaurar corredores de bosque nativo menos inflamable en cuencas y bordes de río. Con ello podríamos diseñar nuestros paisajes de forma que nos proteja de los incendios, la erosión y la sequía, reduciendo los costos ambientales y socio-económicos que generan, y lo más importante, salvando vidas.