«Chile y los gases de efecto invernadero» por Maisa Rojas

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Carta al director publicada el 1 de octubre en El Mercurio

Finalmente, y con más de 2 meses de retraso, la presidenta Michelle Bachelet anunció durante su discurso en la ONU la Contribución Nacional Tentativa de Chile (INDC) para la reducción de gases de efecto invernadero, que presenta el compromiso de Chile ante la cumbre de cambio climático COP 21 de diciembre en París. La propuesta chilena es una gran desilusión: se compromete al 2030 a reducir sus emisiones de CO2 por unidad de PIB en un 30% con respecto al nivel alcanzado en 2007.

Pero más grave aún, es decepcionante en varios aspectos:

1. Es insuficiente y significa que Chile no asume su responsabilidad nacional (fair share). Así, otros países tendrán que realizar un esfuerzo mayor para lograr la meta de limitar el calentamiento global a 2 ºC.

2. No se escuchó a los expertos: las dos opciones iniciales presentadas por el Ministerio de Medio Ambiente (calificadas como insuficientes) fueron el resultado de varios años de investigación del proyecto MAPS, mandatado por el Estado de Chile para estudiar las opciones de mitigación existentes.

3. El proceso participativo se echa al bolsillo: En diciembre el Ministerio de Medio Ambiente anunciaba orgullosamente que mandaba a consulta pública la contribución nacional, siendo el único país en América Latina que utilizaba esta metodología.

El punto 2 tiene un importante corolario. Hace años que escuchamos que para llegar a un nivel mayor de desarrollo se requiere de más ciencia, tecnología y la innovación. En ese contexto, es necesario que sea el mismo Estado el que valore y aproveche los conocimientos científicos y tecnológicos. Este compromiso insuficiente deja en evidencia lo debilidad ese pilar en la toma de decisiones.

Al final, la pregunta es ¿qué planeta (y qué país) le quiere dejar Chile a las futuras generaciones?

Maisa Rojas
Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2
Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas U. de Chile