Comunidad científica experta en ecología se lanza en picada contra plantaciones forestales (El Mostrador)

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Los presidentes de diversas asociaciones científicas coinciden que entre los factores de riesgo más serios están las masivas plantaciones forestales de eucaliptus y pinos, que son especies con un largo historial de fuego. Sostienen, además, que para la recuperación ecológica, las subvenciones estatales, dirigidas a pequeños y medianos propietarios, deberían priorizar el uso de una diversidad de especies de bosque, nativo algunas de las cuales presentan resistencia y menor inflamabilidad comparada a los monocultivos exóticos.

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El Instituto de Ecología y Biodiversidad, Sociedad de Ecología de Chile y la red Restauremos Chile emitieron las últimas horas un comunicado conjunto donde evalúan la pérdida inestimada de biodiversidad a consecuencia de los megaincendios en el sur de Chile, apuntan a que dentro de los factores de riesgo están las grandes extensiones de plantaciones forestales de especies introducidas y propensas a incendios como el pino y el eucaliptus y proponen para recuperar las tierras una exhaustiva planificación del bosque, erradicando de las zonas degradadas las plantaciones de monocultivos.

En el primer punto del comunicado, los científicos entre los que se encuentran los doctores Juan J. Armesto, Presidente, Instituto de Ecología y Biodiversidad; Olga Barbosa, Presidenta, Sociedad de Ecología de Chile; Marcela Bustamante, Presidenta, Restauremos Chile (Red Chilena de Restauración Ecológica); y Mauro González, Investigador, Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, precisan que el paisaje actual de Chile centro-sur (Santiago a BíoBío), representa un serio riesgo para la seguridad de las poblaciones humanas y hogares, actividades productivas y la biodiversidad de los matorrales y bosques nativos áreas frente a olas de calor extremo, periodos de sequía prolongados y quemas accidentales o deliberadas, debido a que en estas áreas existe «una vegetación arbustiva natural degradada durante décadas, con acumulación de material leñoso seco, escasos remanentes de bosque nativo, grandes extensiones de plantaciones forestales de especies introducidas propensas a incendios, zonas abiertas de pastizales sin manejo, áreas agrícolas, e insuficiente protección y vigilancia.

Para aclarar las dudas que han surgido sobre si los monocultivos constituyen o no riesgo para la propagación del fuego, los ecólogos enfatizan que las especies como eucaliptos y pinos sí son propensas a los incendios y que además, tienen una larga historia evolutiva asociada al fuego en sus territorios de origen y han desarrollado adaptaciones para sobrevivir y reproducirse bajo estas condiciones, a diferencia de la mayoría de las especies del bosque nativo.

Biodiversidad

Además de hogares arrasados por el fuego y de las plantaciones comerciales y zonas agrícolas que han resultado destruidas y ampliamente difundidas por los medios de comunicación, los científicos y expertos en ecologíalos sostienen que la pérdida del bosque -patrimonio de todos los chilenos- se da en el área de mayor concentración de biodiversidad del país, reconocida mundialmente como una zona excepcional por el número de especies endémicas presentes en un área pequeña. Entre las especies cuya distribución está restringida a la zona azotada por el fuego se encuentran especies de árboles endémcios como el ruil, el queule, el lleuque y belloto del sur.

Si bien, la comunidad científica confiesa que es difícil estimar la biodiversidad que se ha perdido, porque no hay un catastro exhaustivo de especies de plantas y animales que habitan el terriorio, en particular fuera de las áreas protegidas del Estado, «la pérdida de diversidad biológica afecta servicios ecosistémicos que benefician a los habitantes y los productores agrícolas y forestales como la regulación del ciclo del agua, protección de suelos, agentes polinizadores bióticos y control de plagas a través de animales carnívoros», entre otros.

Planificación forestal

Para hacer frente a esta realidad se hace necesario como lo ha expresado también la Dra. Mary Kalin, Premio Nacional de Ciencias, constituir mesas de diálogo más amplias, a nivel nacional, así como robustecer y mantener las ya existentes para la discusión y generación de acuerdos sobre temas ambientales relevantes para el futuro del país, como son por ejemplo la mitigación del cambio climático y planificación de la política forestal de las próximas décadas, discusiones donde la ciencia chilena de una diversidad de disciplinas puede aportar significativamente a la toma de decisiones sobre políticas públicas con información de primera mano.

«La planificación del paisaje forestal, agrícola o urbano, incluyendo las cuencas y áreas de bosques nativos, carecen de una aproximación preventiva frente a los incendios forestales. No existe una política efectiva de corta-fuegos diseñados para prevenir el avance de incendios. Las franjas de “amortiguación” de impactos que se establecen en quebradas alrededor de cursos de agua, cuando han sido planificadas, tienen por ley una exigua extensión de 5 a 10 metros de ancho que como han mostrado los incendios de esta temporada no son efectivas para detener el avance del fuego», denuncian con claridad.

No obstante la certeza de su origen humano deliberado o accidental, los ecólogos advierten que una de las causas de la gran severidad y extensión de los incendios actuales, es la prolongación de las sequías estacionales (mega-sequía) y temperaturas extremas generadas por las tendencias de cambio climático de la región. Situación que se ve acentuada por la gran densidad de las plantaciones forestales que ocupan extensos territorios de cientos y miles de hectáreas continuas y homogéneas, con escasa planificación preventiva, donde el fuego se propaga con rapidez a través del paisaje.

Restauración ecológica

¿Qué hacer a futuro con las áreas de bosques, matorrales y plantaciones quemadas?

A juicio de los expertos, la restauración de los ecosistemas dañados, degradados o destruidos (dependiendo de la intensidad del fuego) debería realizarse sobre la base de una planificación cuidadosa a nivel nacional, pensando en los escenarios de cambio climático futuro y priorizando la reposición de zonas de protección de cuencas abastecedoras de agua y quebradas que han perdido su biodiversidad.

«La restauración ecológica de estas zonas sensibles y prioritarias debe realizarse con una alta diversidad de especies nativas, evitando los monocultivos. En este sentido, las subvenciones estatales dirigidas a pequeños y medianos propietarios que han visto destruidas sus plantaciones deberían priorizar el uso de una diversidad de especies. La reconversión de algunas plantaciones industriales quemadas, aprovechando los compromisos de restauración de las grandes empresas forestales vinculados a la sustitución del bosque nativo, es una acción directa y oportuna que puede promover un paisaje más diversificado y saludable», señalan.

Para los científicos es urgente establecer mesas de trabajo para planificar los paisajes locales del futuro sobre acuerdos entre los diferentes sectores, planificadores urbanos, empresas forestales, agricultores y quienes resguardan la biodiversidad.

El nuevo paisaje -señalan- debiera tener características más “resilientes” frente a un futuro con mayores sequías y temperaturas extremas, junto a una mayor población humana. De esta forma se ha enfrentado el problema en países y regiones sujetas a incendios de gran escala, como California y Australia.

«La ciencia sugiere que este paisaje resistente a incendios debe ser más heterogéneo, evitando masivas extensiones de plantaciones forestales uniformes y creando un mosaico heterogéneo de zonas plantadas, zonas de protección con bosques nativos multi-específicos, áreas agrícolas y ciudades, cuidando de incorporar zonas de amortiguación de impactos. Los bosques nativos contienen una diversidad de especies arbóreas con distintos caracteres, algunas de las cuales presentan resistencia y menor inflamabilidad comparada a los monocultivos exóticos».

Las regulaciones legales añaden los científicos deben exigir el diseño de amplias zonas de protección y amortiguación (considerando corta fuegos) de 50 a 100 metros sin plantaciones forestales alrededor de zonas sensibles, tales como áreas productivas (viñedos, campos agrícolas), poblados, fuentes agua, caminos, entre otros. Esto reduciría el avance de incendios futuros y, al mismo tiempo, las zonas de protección y amortiguación pueden proteger los servicios ecosistémicos y la biodiversidad local. La vigilancia colectiva de los paisajes durante las temporadas críticas es esencial.

A nivel nacional recuerdan que existen algunos importantes ejemplos de colaboración y diálogo entre empresas privadas, servicios públicos y científicos chilenos, para la planificación del paisaje productivo, algunos de estas alianzas han sido mediadas por centros científicos financiados por el Estado (a través de Conicyt e Iniciativa Científica Milenio, Fondap, entre otros). «Es importante potenciar estas interacciones de académicos, sector productivo y órganos del Estado y fortalecer alianzas de trabajo colaborativo, y de largo plazo, en pos de la conservación de la biodiversidad, la protección de los servicios ecosistémicos y la seguridad de la población humana en el entorno de los paisajes productivos».

Leer declaración conjunta del IEB, (CR)2, Sociedad de Ecología de Chile y Restauremos Chile.