El incierto futuro de los hielos polares (El Mercurio)

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Mientras el Ártico se derrite, la Antártica pierde parte de sus hielos. Aunque el Norte está en estado crítico y el Sur está en observación, el diagnóstico dice que ambos polos ayudarán a definir el nuevo clima del planeta.

Por Lorena Guzmán H.

Los hielos del Ártico ya alcanzaron su máxima extensión de la temporada de invierno, con 14,42 millones de km {+2} , la más baja en los 38 años que llevan los registros satelitales. Mientras que al otro lado del mundo, en la plataforma Larsen C, al este de la península Antártica, una enorme masa de hielo de 5 mil km {+2} está a punto de desprenderse y generar uno de los icebergs más grandes registrados.

Son las dos caras de una moneda que podría acelerar el cambio climático. Mientras las consecuencias de los cambios en el Ártico ya se están viviendo, lo que ocurre en la Antártica todavía está lejos de tener un impacto directo, pero eso no quiere decir que no lo vaya a tener. Los hielos de los polos tienen gran influencia en los climas de sus respectivos hemisferios, por lo que todo lo que pase con ellos, finalmente, implicará consecuencias a escala global.

Si bien la grieta de la Antártica impresiona, dice Raúl Cordero, académico del Departamento de Física de la Universidad de Santiago, hay que recordar el contexto en que se está produciendo. «El continente tiene 14 millones de km {+2} , es casi tan grande como toda Sudamérica incluido Brasil. Lo que se está desprendiendo es muy pequeño comparado con eso», explica. Pero esto no significa que no sea un signo a observar con detención.

La complejidad del estudio de la Antártica no solo se debe a su extensión y lejanía, sino también a que no todo el continente se comporta de igual manera. Mientras el oeste de la Antártica mantendría su temperatura o incluso se estaría enfriando, el este -donde está la gran grieta- se estaría calentando.

«La parte este de la península está muy influenciada por las temperaturas del Pacífico, por lo que los fenómenos de El Niño y La Niña hacen fluctuar las temperaturas de forma importante», explica Fabrice Lambert, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y académico del Instituto de Geografía UC. Esto también entorpece el entendimiento de lo que pasa en el continente blanco.

Si bien, a diferencia de lo que ocurre en el Ártico, las corrientes marinas que rodean la Antártica son bastante estables y no son una gran influencia en el clima, hay otro factor que el Polo Norte no tiene y el Polo Sur, sí: el agujero de la capa de ozono.

Meta global

Hace 40 años, el gran orificio en el ozono, que se generó por el uso de los clorofluorocarbonos (CFC), no solo puso en riesgo el clima del planeta, sino que también cambió el pronóstico del continente blanco. «Este afectó los patrones de circulación, los vientos, la nubosidad y las precipitaciones no solo en la zona, sino también en el hemisferio sur y en Chile», dice Raúl Cordero. Solo en el área de Puerto Montt se redujeron las precipitaciones en 30% a causa de ello. Pero también hizo que la Antártica se mantuviera fría y se desmarcara del alza de temperatura general que sufre el resto del planeta.

Ahora ese agujero se está cerrando y se espera que el clima del continente blanco vuelva a cambiar. La pregunta que aún los científicos no pueden contestar es cómo ni cuánto.

Como cerca de la Antártica no hay continentes, los cambios en ella van a tardar más en sentirse, explica Fabrice Lambert. Pero sí pueden afectar el nivel del mar. «Si llegara a derretirse, el efecto en el planeta sería muy grande, pero es algo que no sucederá en los próximos cien años, sino en varias centenas más», agrega.

Crisis en el Polo Norte

Una de las grandes desventajas del Ártico, con respecto a la Antártica, es que no tiene una masa de tierra bajo sus hielos. «El comportamiento del derretimiento es muy diferente, porque el cambio de temperatura de los océanos es mucho más significativo que el del aire», dice Nicolás Bambach, investigador y director ejecutivo del Centro de Cambio Global UC. Así, la capacidad de liberar energía de los océanos -comparada con la de un continente- es mucho mayor y eso acelera aún más el derretimiento de los hielos.

«Solo en el invierno que acaba de pasar la temperatura del Ártico estuvo 17 o 18 grados más alta que el promedio», agrega el especialista. Además de que la recuperación de los hielos en la estación invernal fue menor, también hay impactos en el ecosistema y en el estilo de vida. «Antes, en Alaska, la gente no necesitaba refrigeradores para mantener sus alimentos, hoy sí», ejemplifica. Mientras que, por otro lado, aún no se sabe con certeza cómo afectarán todos estos cambios a la formación de fitoplancton, a los ciclos de alimentación de las distintas especies e, incluso, a la migración de las ballenas.

A ello se suma la influencia sobre el permafrost, el suelo congelado que cubre gran parte de los territorios más cercanos al polo. «En ellos está almacenado mucho metano, el que es liberado a la atmósfera en el proceso de derretimiento», dice Fabrice Lambert. El metano es uno de los gases de efecto invernadero, los que producen el cambio climático.

Por otro lado, si se reduce la capa de hielo de Groenlandia, esto afectará a la corriente del golfo, lo que a su vez cambiará el clima del oeste de Europa haciéndolo más frío, agrega el investigador. Ello sumado a las nuevas rutas comerciales que se abrirán paso con el derretimiento de los hielos y que impactarán negativamente al medio ambiente.

En tanto que el agua dulce que se está inyectando al sistema también producirá modificaciones. «Al cambiar las concentraciones de salinidad también se modifican las corrientes y las temperaturas de los océanos», agrega Nicolás Bambach.

Si bien hoy se tienen muchos más datos para comprender lo que pasa en ambos polos, aún hay mucha incertidumbre, asegura el científico. «Se ha planteado que los cambios no serán graduales, sino que después de un período relativamente estable habrá una especie de punto de quiebre, que terminará en un gran cambio», dice. ¿Qué implicará? Aún es difícil de determinar con certeza, o si realmente ocurrirá así.

Las imágenes satelitales de hoy no solo permiten mostrar el retroceso de los hielos, sino también la pérdida de su espesor.Las tormentas solares también influyen en el clima, especialmente en el de los polos.

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