El misterio de las miles de toneladas de sardinas muertas que aparecieron en el sur de Chile (BBC Mundo)

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La desembocadura del río Queule, al sur de Chile, está llena de toneladas de sardinas muertas.

El olor putrefacto de los peces en descomposición impregna la zona.

Lleva así desde el pasado viernes. El gobierno chileno la acaba de declarar «zona de riesgo sanitario inminente».

Es la segunda vez que sucede en menos de un mes y todavía no se conocen, al menos de forma oficial, las causas de este fenómeno.

Desde el miércoles, pescadores y miembros del ejército tratan de retirar las más de 1.000 toneladas de sardinas muertas de la desembocadura del río.

Pero algunos habitantes de la zona se quejaron de que no hay suficientes personas realizando los trabajos de limpieza.

Las autoridades aseguran que se trata de 1.200 toneladas, aunque los pescadores y vecinos dijeron a medios locales que la cifra ascendía a 40.000 y pidieron que se declare «zona de catástrofe».

Pero, ¿cuáles son las causas que podrían haber originado tal desastre?

Buscando respuestas

Durante una inspección aérea, las autoridades confirmaron la concentración de sardinas varadas en al menos siete puntos de la bahía de Queule.

Laura Farías, del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Concepción, Chile, le explicó a BBC Mundo algunas de las posibles causas.

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«A un recurso pelágico (de las aguas superficiales), como la sardina, le puede afectar los cambios bruscos de temperatura, la salinidad o la falta de oxigeno (asfixia)», dice Farías.

Sin embargo, según la oceanógrafa, «no se han observado anomalías respecto a estas variables».

De acuerdo con la científica, «tampoco el fenómeno de El Niño parece tener injerencia», pues la zona donde aparecieron los peces «está muy lejos del Pacífico ecuatorial y no se han detectado fenómenos semejantes a lo largo de las costas de Perú o Chile».

Uno de los posibles desencadenantes podría estar relacionado con la dieta de las sardinas: «Dada su forma de alimentación herbívora, podría deberse al consumo de fitoplancton tóxico», advierte la científica.

Aunque, en cualquier caso, sería necesario comprobar «si hay florecimientos de algas masivas (se ven con imágenes satelitales de color o clorofila)», agrega.

«Otra potencial causa que no me parece tan irrisoria es que la zona de mortandad es la de mayor descarga de ríos y hay industrias sobre sus riberas», concluye Farías.

Según declaró el director del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), Bernardo Pardo, el desastre «no se debió a embarcaciones pesqueras artesanales o industriales en los alrededores de la zona».

Y soluciones…

Tras el primer sobrevuelo por el área afectada, Pardo dijo que «no resulta fácil entregar una estimación del volumen total de sardinas afectadas».

Algunos vecinos se quejan: «No puede ser que se contraten a cincuenta personas para solucionar este problema», declaró un pescador a la televisión local.

Las autoridades sanitarias vetaron el consumo de las sardinas de la zona y se mostraron preocupadas ante los posibles efectos para la salud.

De acuerdo con Laura Farías, «se registran, periódicamente, mortandades masivas en la costa de Chile central».
«Recuerdo la que ocurrió en la zona de Concepción y la última con impacto en la prensa fue la del río Mataquito, en Chile central», explica la oceanógrafa.

Según la especialista, en esa ocasión «se dejó abierta la posibilidad de que una empresa de elaboración de pasta de celulosa, Celco, fuera la responsable, pero algunos investigadores también barajaron la posibilidad de falta de oxígeno, fenómeno natural asociado a corrientes marinas».

Boyas oceánicas

¿Cómo evitar entonces este tipo de catástrofes?

«Predecirlas es muy difícil; solo se puede determinar la causa-efecto si se realiza un monitoreo continuo», advierte Farías.

De acuerdo con la oceanógrafa, una vez sucede el desastre, «ya es muy difícil determinar si fueron causas naturales o antrópicas (acción humana)».

«Creo que lo mejor es instalar boyas oceanográficas», sostiene Farías.

«El Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) ha desarrollado una boya -ya en curso frente al rio Itata- que mide variables químicas, como PH, nutrientes y clorofila, además de las tradicionales».

«Eso sería un buen avance para Chile», concluye.