La importancia de seguirle la pista al agua (El Mercurio)

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Tener una medición real y constante de la huella hídrica es fundamental, ya que nos ayuda a aclarar para qué o en qué nuestros limitados recursos de agua dulce son consumidos o contaminados en un determinado territorio y tomar medidas para su buena gestión.

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Los tiempos no están para derroche y cada gota de agua dulce en el planeta sirve. Y llevar la cuenta de cuánto se gasta es fundamental no solo para garantizar un buen cuidado del planeta, sino para poder gestionar de buena manera los recursos con que se cuenta. Por eso suena cada vez con más fuerza el conceto de huella hídrica.

Mariela Yévenes, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 de la Universidad de Chile, explica que la huella hídrica es un indicador del volumen de agua dulce utilizada desde un río, lago o acuífero para alguna actividad productiva; es decir, es el agua que se utiliza para producir un bien o un servicio.

«Se trata de una herramienta desarrollada por el Dr. Arjen Hoelsktra de la Universidad de Twente de los Países Bajos en 2009, y difundido por la organización Water Footprint Network (WFN) que busca identificar cuánta agua dulce es consumida y contaminada directa o indirectamente en el mundo, por ejemplo cuánta agua se utiliza para producir una resma de papel, un kilo de paltas, o cuando lavas un auto», comenta.

Efectos en el clima

Diana Quevedo Tejada, académica del Departamento de Ingeniería en Obras Civiles de la Universidad de Santiago de Chile y especialista en hidrología, ecohidrología y modelación hidrológica distribuida, lo ejemplifica de manera sencilla: «Para que el lector pueda disfrutar de la lectura de un periódico ha habido un consumo de agua en cada etapa del proceso, desde plantar la especie vegetal empleada para la fabricación de la hoja de papel, hasta que llega a sus manos. Solo la producción de un ejemplar lleva consigo el consumo de determinados litros de agua. Eso es la huella hídrica», dice.

La académica comenta que hace muchos años se hizo necesaria la medición de la huella de carbono a raíz de los efectos del cambio climático. Hoy día, en tanto, el problema es la escasez de agua. «De ahí que sea importante medir la huella hídrica y vincular este dato en la gestión del recurso y responder, por ejemplo, si es necesario destinar X litros de agua a Y, Z procesos o cómo puedo balancear el sistema de tal forma de no agotar más los recursos», comenta.

Para Mariela Yévenes, del (CR)2, la huella hídrica es importante porque nos ayuda a aclarar para qué o en qué nuestros limitados recursos de agua dulce son consumidos y/o contaminados en un territorio. El impacto que tenga la huella hídrica dependerá de dónde y cuándo se toma el agua.

«Si proviene de un área donde el agua es escasa, los resultados pueden ser significativamente negativos y la huella hídrica indicaría que debiesen tomarse acciones para su manejo. Por ejemplo, especificar áreas para el cultivo de especies exóticas o de riego agrícola donde hay mayor escasez de agua e introducir metodologías, como la agroecología, y/o tecnologías para mejorar el manejo del agua», dice.

Y añade que, dada la diversidad climática (en temperaturas, vientos y precipitaciones principalmente) de Chile y a las diferentes actividades productivas de cada zona es inadecuado extrapolar el consumo de agua. «Es sabido que la huella hídrica varia dependiendo del clima de una región. Por tanto, su impacto va a depender tanto de las características del lugar como del proceso productivo. Por ejemplo, la agricultura que no utiliza sistemas de riego (huella verde) da un valor agregado a la comercialización, y muchos consumidores buscan productos sustentables», aclara.

Las cosas claras

Sin duda, el contar con un buen mapeo del consumo hídrico nacional es fundamental y necesario para tener un apropiado manejo sustentable del agua en Chile, tanto a nivel de ciudadano, empresarial como entidades gubernamentales.

Mariela Yévenes dice que existe la sensación, especialmente en la zona centro-sur de Chile, de que el agua dulce es abundante y no existe una conciencia generalizada para evaluar cuánta agua se gasta. «Como ejemplo, en el año 2013 postulé con un proyecto de captura de agua lluvia para aprovechar esta agua en usos secundarios como jardín, lavado de autos y no desperdiciar el agua potable en la ciudad. Sin embargo, la respuesta del comité evaluador regional considero que era un proyecto adelantado a la época el aprovechar agua lluvia donde abundaba agua de ríos», dice.

Para ella, de lo que se trata el conocimiento de la huella hídrica es de crear conciencia del agua que utilizamos directa o indirectamente y de la que dispondremos en un futuro cercano. Para esto debemos mantener el equilibrio en la cantidad y calidad del agua que utilizamos para diversos bienes y servicios.

Un tema de Estado

Diana Quevedo, académica de la Usach, cuenta que en 2016 la Dirección General de Aguas presentó la «Guía para la evaluación de la huella hídrica productiva a nivel de cuenca en Chile». «Este es un buen comienzo para tratar el tema, que debe traer consigo una fase de sensibilización y desde mi perspectiva desde la fase escolar», aclara. Y dice que la información es importante, pero lo es más, el uso de esta información. «En este sentido, es vital la gestión integrada de cuencas, donde todos los actores estén acoplados a dicho marco de gestión. A medida que el sistema de gestión se haga más sofisticado, lo deberá ser el nivel de detalle de la información requerida», comenta. Y asegura que la gestión debe hacerla el Estado, no las empresas. «Todos involucrados, pero un solo director», asegura.

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