Luego de un año con cifras más que alentadoras, el fin del confinamiento y la paulatina vuelta a la «normalidad» trajeron consigo nuevamente mala calidad del aire. Especialistas ponderan si la contaminación volverá a los niveles prepandemia.
Por Carlos Montes
En términos medioambientales, durante gran parte del desarrollo de la pandemia, se produjo el denominado “efecto cuarentena”. En 2020, en el invierno en Santiago, se registró la mejor calidad del aire durante los últimos 30 años. El confinamiento y la baja circulación de vehículos, entre otros, provocaron una baja en los niveles de los contaminantes. Uno de los pocos hechos positivos, en el contexto de pandemia.
Sin embargo, esta situación que parecía prometedora, durante 2021 comenzó a desaparecer. A medida que las comunas avanzan en el Plan Paso a Paso y se produce el desconfinamiento, con el retorno de la ciudadanía a su labores habituales, vuelve la contaminación a la ciudad.
Durante mayo, en Santiago ya se han decretado varias Alerta Ambiental, medida adoptada debido al alza registrada de los niveles de contaminación de Material Particulado Fino (MP2,5), en las nueve estaciones de la Red de Monitoreo del Ministerio del Medio Ambiente y de Preemergencia, considerando las malas condiciones de ventilación en la cuenca de la capital y sumado a la escasez de precipitaciones a la fecha.
Tras un año de buenas cifras medioambientales y de contaminación, ¿volveremos exactamente a la misma situación medioambiental previa a la llegada del virus?Marcelo Fernández, jefe de la División de Calidad del Aire del Ministerio del Medio Ambiente, señala que al comparar los niveles promedio de MP2,5 en lo que va corrido del año (hasta el 25 de mayo), “no se observan diferencias entre 2021 y 2020, respecto de 2019. Ambos años aún muestran una baja del 12%”.
Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, concuerda. “Más movilidad de automóviles significa, obviamente más emisiones, y por lo tanto más contaminación. Las mediciones sugieren que las restricciones asociadas a las cuarentenas han influido probablemente en una caída de entre 20% y 25% en el Espesor Óptico de las partículas en suspensión en Santiago. Bajas en rangos similares se han detectado en la concentración de material particulado fino (PM2.5), medida en estaciones dependientes del Ministerio del Medio Ambiente en la Región Metropolitana”.
La contaminación en Santiago ha bajado 30% en 20 años
En la Región Metropolitana, los buenos resultados ambientales de las cuarentenas se explican, en parte, por la importante reducción en los niveles de tráfico vehicular. “Lo anterior nos muestra la importancia de reducir las emisiones vehiculares, por lo que para mantener los buenos resultados se debe seguir avanzando en varios ejes como son las normas de emisión vehiculares más exigentes, donde ya en septiembre de 2020 el Ministerio del Medio Ambiente publicó la norma euro 6 para vehículos livianos y medianos, y se está trabajando en la misma norma para vehículos pesados (camiones y buses)”, señala Fernández.
La escala de calidad del aire establecida por el Ministerio de Medio Ambiente comprende cinco categorías: Bueno (MP 2.5 0-50 µg/m3), Regular (MP 2.5 51-79 µg/m3 ), Alerta (MP 2.5 80-109 µg/m3 ), Preemergencia (MP 2.5 110-169 µg/m3 ) y Emergencia ( MP 2.5 más de 170 µg/m3).
Para lograr resultados de largo plazo en la totalidad de los contaminantes normados, “debemos profundizar en políticas públicas que incentiven el transporte con bajas emisiones y energías limpias, pero también hacernos cargo de la vulnerabilidad urbana mediante una gestión de calidad de aire sistémica”, explica Seguel.
El climatólogo de la Usach cree que la situación en Santiago en particular, dista de ser la que era un par de décadas atrás. “La contaminación en Santiago por material particular fino ha bajado alrededor de 30% en las ultimas dos décadas”.
Por otra parte, Fernández considera que se debe seguir avanzando hacia la electromovilidad, “promoviendo el reemplazo de buses diésel por buses eléctricos, e incorporando esta misma tecnología en el transporte privado y el transporte de carga en zonas urbanas, además de extender el uso de vehículos no motorizados como la bicicleta con el aumento de infraestructura afín y de las condiciones de seguridad”.
No es una coincidencia que las caídas en la contaminación urbana de Santiago durante las cuarentenas sean similares a las caídas en la movilidad. “Aunque en el sur de Chile la concentración de material particulado es dominada por el uso de leña para calefacción, en Santiago la influencia de los autos y buses es también relevante. Por lo tanto, a medida que se avanza en la recuperar la movilidad, los niveles de contaminación urbana podrían subir presionados por el mayor uso de vehículos. Santiago concentra alrededor del 40% del parque automotor del país”, dice Cordero.
Fernández explica que también “se suma la reducción de la demanda por transporte, que posiblemente observaremos como efecto de la pandemia, donde hay una alta probabilidad de que se mantenga en algunos sectores el teletrabajo y una mayor digitalización, lo que permitirá realizar diversas actividades de la vida diaria sin la necesidad de desplazarse, lo que también tendrá un efecto positivo en la calidad del aire”.
Si la tendencia nacional o mundial es volver a recuperar “el tiempo perdido”, bajo presiones de recuperar metas y estándares adecuados, todo indicaría que las cifras de contaminación serán aún peores. “En el caso Chile, el aumento del parque automotriz de última generación, y el uso de energías limpias puede ayudar, pero toda acción no se mide desde la particularidad de éstas, sino más bien desde un plan maestro que genera una matriz que alimenta un sistema, y pareciera que estamos lejos de eso”, establece Carrasco.
Cordero explica que la ventilación y las lluvias juegan un rol clave. “Sin embargo, la concentración de contaminantes en nuestras ciudades no solo depende de las emisiones, sino que también está fuertemente influenciada por la ventilación y las precipitaciones. Durante el invierno, en general empeoran las condiciones de ventilación en Santiago y las concentraciones típicas de material particular fino se duplican respecto a las del verano”.
“Si en el próximo invierno predominan malas condiciones de ventilación y bajas precipitaciones, desafortunadamente se repetirán los episodios de Alerta Ambiental. Un invierno seco también empeoraría la situación”, añade Cordero.
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