Análisis CR2 | Modelo de priorización para la restauración de ecosistemas forestales

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Carlos Zamorano-Elgueta, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia CR2 y académico de la Universidad de Aysen; Francesco Orsi, Grupo de arquitectura del paisaje y planificación espacial, Universidad de Wageningen; Davide Geneletti, Departamento de Ingeniería Civil, Ambiental y Mecánica, de la Universidad de Trento; Luis Cayuela, Instituto de Investigación en Cambio Global de la Universidad Rey Juan Carlos; Rowena Hamer, Escuela de Ciencias Naturales de la Universidad de Tasmania; Antonio Lara, investigador CR2 y académico de la Universidad Austral de Chile; y José María Rey Benayas, Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá

  • La degradación de ecosistemas forestales y la deforestación son los principales procesos de pérdida de biodiversidad y de cambios medioambientales globales en bosques. Se ha planteado como una de las principales estrategias para revertir estos procesos la restauración de ecosistemas, más aún en el contexto de adaptación y mitigación del cambio climático.
  • En general las estrategias de restauración de ecosistemas forestales se enfocan en áreas deforestadas y desde una aproximación principalmente ecológica, sin incluir variables socioeconómicas.
  • En este estudio se desarrolló un modelo multicriterio espacialmente explícito para identificar áreas prioritarias de restauración de servicios ecosistémicos en bosques degradados y en áreas deforestadas, integrando variables ecológicas y los contextos socioeconómicos rurales.
  • Las prioridades de restauración se identificaron como aquellas áreas que, de forma consistente, presentaron los valores más altos en distintos escenarios que simularon diferentes intereses locales.

La deforestación y la degradación de los bosques representan dos de los principales factores de cambios ambientales y de pérdida de la biodiversidad (Lewis et al. 2019). A nivel global, entre los años 2010 y 2015 los bosques han disminuido en casi 4.7 millones de hectáreas (ha) por año (FAO 2020). Esto ha generado cambios en la composición y diversidad de especies, con graves consecuencias en las funciones ecosistémicas (Cadotte et al. 2011; Baraloto et al. 2012). Esto tiene impactos a diversas escalas, como el cambio climático, la disminución del valor económico de los recursos forestales y la amenaza a los medios de vida de las poblaciones locales (Mitchell et al. 2017). La deforestación es relativamente fácil de detectar y predecir (Cayuela et al., 2006; Zamorano-Elgueta et al., 2015; Miranda et al., 2015), pero la identificación de bosques degradados a escala del paisaje no es sencilla. La degradación forestal se ha definido como la reducción de la capacidad de un bosque para proporcionar bienes y servicios (Chazdon, 2008).

En este contexto global, se ha propuesto recientemente un modelo multicriterio espacialmente explícito para definir áreas prioritarias de restauración de ecosistemas forestales, integrando tanto variables ecológicas como los contextos socioeconómicos rurales. Este modelo se enfoca no solo en áreas deforestadas, sino que también en bosques degradados. Es en estos últimos en los cuales revertir procesos de degradación resultan más factibles, tanto por el costo económico que implica la restauración como por la escala temporal que se requiere (Lewis et al. 2019).

El método propuesto se aplicó a bosques siempreverde de la ecorregión de la selva valdiviana de Chile (Figura 1), en un área de 270.000 ha. En esta zona los principales usos del suelo y tipos de propietario son los monocultivos forestales de grandes empresas (81.100 ha, 30 % del área estudiada), áreas protegidas públicas y privadas (78.000 ha, 29 %), pequeños propietarios forestales (46.827 ha, 17 %), y medianos y grandes propietarios (45.663 ha, 17 %). Tanto las áreas deforestadas como los bosques degradados se consideraron como objetos de restauración forestal. Todas las áreas no forestadas, incluyendo zonas de uso agrícola, praderas, plantaciones de monocultivos forestales, se definieron como áreas deforestadas, ya que históricamente formaron parte de un paisaje forestal continuo (Lara et al., 2012).

En la cordillera de la Costa, los factores socioeconómicos permiten predecir tanto la probabilidad como la intensidad de la ganadería forestal y la tala selectiva, los cuales representan dos de los principales factores de degradación forestal en zonas rurales (Zamorano-Elgueta et al., 2012). La alta frecuencia e intensidad de estas alteraciones en el área de estudio se asocian típicamente con pequeñas propiedades de superficie menor a 55 ha (Reyes, 2004), por lo que los bosques presentes en estas propiedades se incluyeron en este estudio como bosques potencialmente degradados y, por tanto, como objeto de restauración (Figura 1).

Figura 1. Mapa del área de estudio. Fuente: Zamorano-Elgueta et al (2025).

Un modelo integrador

El integrar criterios ecológicos y los contextos socioeconómicos locales para definir áreas prioritarias de restauración permite orientar de mejor manera la toma de decisiones medioambientales con el objeto de optimizar los recursos disponibles, generando el mayor impacto posible. En este sentido, a través del método propuesto es posible identificar como áreas prioritarias aquellas medioambientalmente más críticas y socioeconómicamente más factibles de intervenir.

La identificación de las áreas prioritarias se basó en el siguiente proceso de análisis (Figura 2): (i) definición del objeto de restauración (áreas deforestadas y bosques degradados); (ii) evaluación de la idoneidad ecológica del territorio (urgencia de intervención para la provisión de servicios ecosistémicos. Es decir, dónde se debe restaurar); (iii) evaluación de la factibilidad de restauración en base a criterios socioeconómicos (es decir, dónde es posible restaurar); y (iv) combinación de la idoneidad y factibilidad para la identificación de áreas prioritarias.

Los criterios ecológicos utilizados fueron la provisión del agua, la regulación de la erosión de suelos y la biodiversidad. Este último de extrema relevancia, pues representa la base de todos los servicios ecosistémicos (Rey Benayas et al., 2009). Algunos criterios fueron evaluados integrando diversos subcriterios. Por ejemplo, la biodiversidad se definió integrando como subcriterios la riqueza de flora, la distancia a bosques bien conservados y la distancia a áreas protegidas (públicas y privadas).

Por otro lado, como criterios socioeconómicos se consideraron tipo de propietario (desde pequeños propietarios rurales a empresas forestales y unidades del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado), accesibilidad y presión antrópica potencial sobre los bosques. Al igual que la biodiversidad, la accesibilidad fue definida en función de diversos subcriterios, los que corresponden a clase de uso del suelo, pendiente del terreno y distancia a caminos. Es decir, aquellas áreas con mayor pendiente y alejadas de caminos, y cuya clase de uso del suelo corresponde por ejemplo a monocultivos forestales, representan áreas más inaccesibles y, por tanto, menos factibles de restaurar. La presión sobre bosques representa la exposición a que estos sean degradados o deforestados por actividades antrópicas, lo que fue evaluado a través de la combinación de la distancia a centros poblados, densidad demográfica y pendiente del territorio. Es decir, áreas más cercanas a centros poblados tendrán un mayor riesgo de degradación o deforestación por ejemplo por tala o incendios. Este riesgo será mayor en áreas con mayor densidad de población.

Figura 2. Diagrama que ilustra los criterios del método propuesto. Fuente: Adaptado de Zamorano-Elgueta et al (2025).

Restauración, no solo reforestación

En este estudio se propuso una metodología para identificar áreas prioritarias para la restauración de ecosistemas forestales a escala del paisaje que incorpora tanto el valor potencial de los bosques restaurados en términos de biodiversidad y la provisión de servicios ecosistémicos, como la factibilidad socioeconómica de las intervenciones de restauración (Figura 3). La metodología permitió identificar áreas prioritarias de restauración en bosques potencialmente degradados y en áreas parcial o totalmente deforestadas (Figura 4). Esto constituye una ventaja significativa, dado que la restauración suele ser más exitosa y rentable en áreas degradadas que en áreas completamente deforestadas (Lewis et al., 2019). Incluir bosques degradados en los análisis permitió reorientar la priorización de la reforestación a la regeneración.

Figura 3. Mapas de (a) idoneidad y (b) factibilidad para la restauración forestal generados para distintos escenarios (0 indica mínima idoneidad/viabilidad, 4 indica máxima idoneidad/viabilidad).

La metodología implicó el uso de modelos de distribución de especies superpuestos, derivados de una amplia base de datos de terreno generada por los propios autores para estimar la riqueza potencial de la flora como indicador directo de la biodiversidad potencial. Además, consideró la distancia a bosques bien conservados y áreas protegidas para integrar el potencial de regeneración natural de las áreas de restauración, lo que a su vez influirá en su potencial para recuperar la función ecosistémica y los servicios ecosistémicos.

La regeneración natural es el método más económico y técnicamente más simple para la restauración forestal (Lewis et al., 2019; Chazdon et al., 2020). La regeneración natural mitiga o revierte los procesos de degradación temprana y, por lo tanto, aumenta la eficiencia de las actividades de restauración. Si bien promover la regeneración natural puede ser una estrategia viable para lograr ambiciosos compromisos de restauración, predecir dónde es probable que se expanda la cobertura de bosques es un desafío importante (Borda-Niño et al., 2020). En los bosques templados chilenos, Zamorano-Elgueta et al. (2015) sugieren una tasa relativamente alta de conversión natural de matorral a bosque nativo, lo que indicaría un alto potencial de regeneración natural. Es importante destacar que los bosques nativos establecidos por regeneración natural difieren en diversidad, estructura y funcionalidad de los bosques primarios, y responden de manera distinta a los impactos humanos (Lu et al., 2003; Zamorano-Elgueta et al., 2015).

Figura 4. Mapa de áreas prioritarias de restauración integrando las áreas de mayores valores según idoneidad ecológica (Fig. 3a) y factibilidad socioeconómica (Fig. 3b). Las áreas prioritarias corresponden a aquellas definidas con máxima prioridad en todos los escenarios evaluados.

Además del potencial inherente de la regeneración y biodiversidad de las áreas degradadas, es probable que la tenencia de la tierra y el contexto socioeconómico influyan considerablemente en la viabilidad y el éxito a largo plazo de los esfuerzos de restauración. La leña de los bosques nativos representa el principal ingreso familiar en las pequeñas propiedades rurales del área de estudio (Reyes et al., 2015; Manuschevich, 2020). En ciertas condiciones de aislamiento y pobreza (escasas oportunidades de ingresos no agrícolas, bajo costo de oportunidad de la mano de obra y familias numerosas), esta producción de leña conduce a la degradación forestal crónica (Reyes et al., 2015). El pastoreo de ganado también incrementa la degradación forestal al reducir la regeneración de algunas especies arbóreas, y estos impactos tienden a ser mayores en las pequeñas propiedades rurales (Reyes, 2004; Zamorano-Elgueta et al., 2012; 2014; 2025). Como resultado, las áreas prioritarias de restauración identificadas en este estudio se encuentran en, general, en propiedades de mayor superficie. En el área de estudio, las grandes propiedades pertenecen principalmente a empresas forestales certificadas por FSC (Forest Stewardship Council, sello que busca garantizar que los productos forestales provienen de bosques gestionados de manera sostenible) o son áreas naturales protegidas. Otros grandes propietarios viven en zonas urbanas fuera de la región y sus ingresos no provienen de propiedades rurales. Las grandes propiedades de empresas forestales son las que principalmente concentran los monocultivos industriales.

Integración de servicios ecosistémicos y factibilidad socioeconómica para aumentar el éxito de la restauración

El enfoque propuesto en este trabajo está orientado a la conservación, ya que todos los escenarios evaluados priorizan los beneficios ecológicos sobre los económicos (p. ej., leña). Sin embargo, los diferentes actores de un territorio pueden modificar estos escenarios según sus prioridades y obtener resultados enfocados en determinados intereses (ya se ecológicos o económicos) para brindar beneficios más inmediatos a las comunidades locales. Además, dependiendo de su contexto regional y la disponibilidad de datos confiables, es posible integrar información adicional para redefinir la identificación de áreas prioritarias para la restauración. Ejemplos de información adicional incluyen la normativa de uso del suelo o su zonificación, incluyendo la ubicación de desarrollos de infraestructura a gran escala aprobados. También se pueden incluir datos relacionados con servicios ecosistémicos y valores de biodiversidad alternativos o adicionales a los utilizados en este estudio, como servicios culturales o la promoción de corredores ecológicos, aun cuando el área de estudio se caracteriza por bosques continuos y baja fragmentación.

Son escasos los estudios a escala de paisaje que plantean desarrollar métodos para priorizar la restauración forestal integrando la idoneidad ecológica con la factibilidad socioeconómica para mantener y fomentar la conservación de la biodiversidad y la provisión de servicios ecosistémicos. Esta integración es crucial, ya que permite la asignación eficiente de recursos de restauración a corto plazo a áreas con alto valor potencial, a la vez que identifica contextos socioeconómicos que pueden permitir un mayor el éxito de la restauración a largo plazo (Reyes-García et al., 2018). Este enfoque puede orientar las políticas públicas y promover iniciativas para revertir o mitigar la degradación forestal de manera más eficiente. Esto es de gran relevancia considerando los diferentes compromisos asumidos por Chile para la mitigación y adaptación del cambio climático, entre los cuales destaca la restauración forestal y la disminución de la degradación de bosques. Sin embargo, se requieren más investigaciones para definir empíricamente los bosques degradados y comprender integralmente los diversos factores que influyen en la funcionalidad de los ecosistemas forestales. Ello permitiría desarrollar y promover medidas efectivas para su restauración y conservación.

Referencias

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