Las consecuencias de 10 años de sequía en Chile (Desafío Tierra)

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La Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamó el 17 de junio como el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Nuestro país conmemora esta causa diariamente hace más de diez años, desde que atraviesa el periodo más seco de su historia. Las personas, la vegetación, los animales y los paisajes: nada queda indiferente en una realidad donde escasea el agua. A continuación, una mirada de diversos expertos.

Por María Jesús Cardemil

Desde que se comenzaron a tomar registros de las precipitaciones en 1915, nuestro país nunca había atravesado por un periodo tan seco como el que estamos viviendo hoy. Cuando no hay precipitaciones, se alteran una serie de procesos en la naturaleza, colapsa el riego y muchos animales mueren.

La escasez del recurso también pone de manifiesto, las desigualdades sociales existentes en nuestro país. Según la encuesta Casen de 2017, existen 1.431.162 personas -pertenecientes a 478 mil 308 hogares- que no cuentan con servicios básicos de agua potable, red de alcantarillado o bien declaran no tener una llave dentro de su vivienda. 

Pero ¿Por qué no llueve? El subdirector del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y académico del Departamento de Geofísica U. de Chile, René Garreaud explica a Desafío Tierra que la sequía prolongada que tenemos se debe a una superposición de diversos elementos.

Durante algunos años, ha sido producto del fenómeno de la niña y de “un calentamiento que hemos detectado en la zona sur occidental del pacifico, más bien cerca de las costas de Nueva Zelanda, lo cual indirectamente afecta nuestro anticiclón y nos produce este déficit de precipitaciones”.

Además, asegura que generalmente cuando existe una sequía, los sistemas tienden a recuperarse más o menos rápido, sin embargo, “cuando tenemos una sequía tan prolongada como la que hemos experimentado, y aún más, un año con una híper sequía como fue el año 2019, la memoria hidrológica nos empieza a jugar en contra”.

Es por esto que, frente a una recuperación parcial de lluvias, como la que podríamos experimentar este invierno, “no necesariamente significa que se van a reponer todos los recursos hídricos que tenemos en chile central, por ejemplo, las aguas subterráneas o incluso la acumulación glacial en la alta cordillera”, dice Garreaud.

¿Qué pasa con la vegetación?

El Ingeniero Forestal, Doctor en Ciencias e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES UC), Pablo Becerra, asegura que existen diversos tipos de sequía y que ocurren en diversas escalas temporales.

Respecto a la sequía producto de la ausencia de lluvias, dice que en casi todo el país las precipitaciones se han reducido, pero que esa reducción no ha sido homogénea.

Principalmente “ha ocurrido en la zona central de Chile, que es justamente lo que han pronosticado los distintos trabajos, que se han desarrollado en términos de cambio climático”.

El bosque esclerófilo ubicado en la zona central está preparado para resistir temporadas secas y así lo hace durante los calurosos meses de verano. Sin embargo, cuando los niveles de precipitaciones se reducen año tras año, “la humedad del suelo se hace cada vez más profunda y la napa freática se va haciendo más lejana para que la alcancen las raíces”, dice Becerra.

Entonces, lo que comienza a ocurrir es que las raíces que antes llegaban, por ejemplo, a cinco metros y tenían agua, ahora ya no tienen agua a esa profundidad y deben buscar aún más abajo. “Solo los individuos que tiene raíces más profundas pueden lograr alcanzar esa agua y sobrevivir”.

¿Qué se puede hacer?

El Doctor en Ciencias Biológicas, Magíster en Ciencias mención Recursos Hídricos e investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), Cristián Frene asegura que, para abordar la sequía, tenemos que avanzar en tres aristas distintas: una de carácter legal, otra de monitoreo hidrológico y en la gestión del recurso.

Sobre una normativa, afirma que “debemos pasar de una lógica de abundancia a una de escasez, garantizando una proporción del agua en cada cuenca para el funcionamiento de los ecosistemas y el acceso a agua potable y saneamiento de toda la población que habita en esa cuenca. Esto requiere cambios a nivel de la Constitución y por cierto requiere una nueva Ley de Aguas”.

El segundo aspecto que considera importante es un monitoreo permanente, “que nos permita responder con claridad 3 preguntas: ¿cuánta agua tenemos? (cantidad, calidad y estacionalidad), ¿dónde está? (agua superficial y subterránea) y ¿quién la requiere? (demanda)”

Por último, Frene cree que se debe implementar una “gestión eficiente e integrada del agua a escala de cuenca, que puede lograrse a través de herramientas de planificación territorial y la existencia de organizaciones locales del agua que velen por su buen uso”.

El coordinador de Paisajes Terrestres de WWF Chile, Trevor Walter, dice a Desafío Tierra que, para enfrentar la sequía y desertificación, tenemos que primero adaptarnos a una realidad que va a ser distinta.

Una de las medidas que considera importante, “es la restauración de paisajes esto son un conjunto de actividades de recuperación de servicios ecosistémicos como el agua, en los territorios más afectados”.

También cree necesario el trabajo en el ordenamiento territorial, “tener planes que tomen en cuenta estas nuevas realidades y buscar la forma de llegar a una distribución equitativa de los beneficios de los recursos naturales”, dice Walter.

La administración y su desigualdad

“Casi el 38% de los habitantes de Chile, es decir casi siete millones de personas, están siendo directamente afectadas por un proceso que lo único que hace es agravarse más y más”, expresa para Desafío Tierra Mauricio Ceballos, vocero del área de campañas de Greenpeace.

Considera que, en la práctica, “el modelo de gestión y manejo que le hemos dado a la poca agua de la que disponemos, ha permitido el avance descontrolado de una serie de actividades productivas que no solo consumen enormes cantidades de agua, sino que aceleran y están extendiendo la desertificación en el país”.

Concluye que es “evidente la relación que existe entre la desertificación y el modelo de manejo y propiedad que hoy tiene el agua en Chile”.

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