La directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia de la Universidad de Chile, relata su experiencia trabajando en un área históricamente masculina pero que, con políticas adecuadas, puede diversificarse cada vez más.
Laura Gallardo comenzó su carrera siendo la única académica del Departamento de Geofísica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Sus vivencias, en un mundo con mayoría de hombres, no fueron negativas, pero, al mirarlas a la distancia, asume que sí existieron ciertos conflictos.
“Ha sido un período fascinante, pero que ha tenido sus momentos de dificultad. Cuando entré a esta facultad éramos un 10% de estudiantes mujeres. Luego, como académica, me ha tocado ver evidentes discriminaciones, como que nos pagaban menos por el mismo trabajo en posiciones postdoctorales, o que a muchas de nosotras y a mí, inclusive, nos han dicho ‘es que tú no necesitas tanto, porque estás casada’”, afirma.
Para Gallardo, es un hecho estadístico que las mujeres están menos representadas en las carreras de las ciencias, pero esto obedece a desigualdades que van más allá de estas disciplinas. “Está más que demostrado que eso no tiene que ver, de ninguna manera, con la capacidad de las mujeres, sino que con las condiciones y los roles de género que tenemos asumidos, desde el cuidado de los padres, los hijos y las expectativas que se tienen”, explica.
Según afirma, estos elementos han empezado a cambiar gracias al empoderamiento femenino y, para ello, las políticas institucionales son claves. “En esta facultad, hace unos seis años atrás, se implementó un elemento de discriminación positiva: los últimos 40 cupos de pregrado eran para mujeres, forzando así su ingreso a la carrera. Naturalmente, íbamos a llegar al 2040 con un 25% de alumnas, entonces, una manera de apurar el cambio fue implementar esa medida”, recuerda Laura Gallardo.
Para la investigadora, el resultado de esta política significó un aumento paulatino de mujeres que vieron una oportunidad en el Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile. “Este tipo de acciones permite quebrar las barreras culturales de una manera más acelerada. Si uno lo pensara en un análogo físico, para que haya algo de momentum en un sistema inercial, tiene que aplicarse una fuerza. En esto también; para que haya transformaciones en la sociedad, deben existir incentivos y fuerzas que te lleven a ese cambio”, dice.
– ¿Por qué son necesarios estos cambios hacia mayor equidad de género, no sólo en la ciencia, sino en la sociedad entera?
– Quiero explicarlo a través de un ejemplo. Si pensamos en la crisis que vivimos como humanidad frente al cambio climático y este planeta azul y finito, ésta tiene que ver con la forma en que hemos convivido con él. Parte de esa convivencia, que nos llevó a pensar que los recursos eran infinitos y se podían explotar para siempre, contiene una dimensión de múltiples desigualdades que requieren ser revertidas con mucha rapidez. Creo que eso es lo que hace más urgente el llamado a la equidad de género, porque necesitamos ser más inteligentes para los problemas que enfrentamos en la actualidad. Esa inteligencia, está demostrado científicamente, se amplía en la medida en que uno tiene diversidad de miradas y perspectivas.
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