El estudio «Actualización del Balance Hídrico Nacional» advierte sobre una fuerte reducción del recurso hídrico a futuro. Para el período 2030-2060 se prevé un aumento de la temperatura en torno a 1°C y 2,5°C y una reducción de hasta un 25 por ciento de las precipitaciones en la zona central.
De acuerdo al estudio de «Actualización del Balance Hídrico», realizado por investigadores de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica para la Dirección General de Aguas (DGA), los caudales de los embalses de la zona norte y centro del país han experimentado importantes disminuciones al comparar los promedios registrados para el periodo 1985-2015 y el promedio observado para el lapso 2001-2018.
Según el estudio, en las últimas tres décadas, los caudales de las cuencas del Aconcagua, Maipo, Rapel, Mataquito y Maule han disminuido entre 13 y 37 por ciento. Más al norte, la variación es aún más difícil de constatar, debido a que el balance anterior no disponía de toda la información necesaria para hacerlo.
En casi todas las cuencas se registra una disminución en la precipitación promedio de un 29 por ciento. Sin embargo, eso no explica todo el cambio en las cuencas. “Si uno analiza lo que está pasando desde el año 1985 al 2015, se va sintiendo poco a poco el efecto que tiene la disminución de las precipitaciones, pero hay otros factores, como el cambio de uso del suelo, que no hemos analizado”, señaló, en declaraciones emitidas en la web de Universidad de Chile, Ximena Vargas, hidróloga y académica del Departamento de Ingeniería Civil de la FCFM, quien lideró el estudio.
De acuerdo a los investigadores esta situación se debe por un aumento en la demanda de usuarios de agua, cambios en el uso de suelo y variaciones climáticas.
En este sentido, Juan Pablo Boisier, climatólogo de la Universidad de Chile e investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, indicó que, “En esta crisis entran varios factores en juego. Además del cambio climático y de la variabilidad natural de la precipitación, también está el tema de que la industria agrícola se ha expandido mucho y tiene un consumo de agua muy grande, aunque todavía nos faltan estudios que cuantifiquen bien todos estos problemas”.
Un futuro más seco
De acuerdo a la actualización del Balance Hídrico Nacional, en casi la totalidad de las cuencas más importantes de las macrozonas estudiadas está disminuyendo el caudal de los ríos, tendencia que, se proyecta, continuará en el futuro.
Para la proyección de los escenarios hídricos, se utilizaron cuatro modelos climáticos globales, uno de los que proyectó que las precipitaciones podrían aumentar en algunas zonas. Los otros tres coinciden en que, a nivel general, las precipitaciones anuales disminuyen y las temperaturas aumentan, lo que significa que la escorrentía disminuye y el periodo de máximo caudal puede cambiar.
El modelo que entrega el cambio más severo es CSIRO, que proyecta en algunas cuencas casi 50 por ciento menos de agua para el periodo 2030-2060.
“Uno de los aspectos importantes de este proyecto es que ha permitido ocupar un modelo de simulación espacialmente distribuido que permite obtener resultados de caudales pasados y proyectar valores futuros que debieran ser considerados para efectos de los diseños de obras futuras. Hoy en día, por ejemplo, se están proyectando embalses pensando en que se acumule el recurso hídrico, pero no se debería analizar con los datos pasados, sino con las series futuras”, señaló Vargas.
La compleja situación actual de la Región Metropolitana
Ante la actualización del Balance Hídrico Nacional y los últimos informes hídricos respecto de la situación en los embalses del país, desde la ONG Greenpeace señalaron que enfrentamos una situación crítica de disponibilidad de agua para Santiago.
“Es cierto que el 2020 fue mejor que el 2019, pero seguimos en un año muy lejos de lluvias normales y el 2020 sigue siendo uno de los más secos de la década. De hecho, buena parte de los embalses de país presentan hoy niveles críticos de agua. Y, entre ellos, lo que pasa en El Yeso, principal fuente de abastecimiento de agua potable para Santiago, es especialmente grave, ya que, en solo un mes, entre agosto y septiembre, su capacidad disminuyó un 14%, indicó Estefanía González, coordinadora de campañas de Greenpeace.
Desde la ONG advirtieron que, según datos proporcionados por Aguas Andinas, el embalse El Yeso, pasó de 124,2 Hm3 en agosto a un nivel de 106,5 Hm3 en septiembre, por lo que hicieron un llamado a las autoridades a sincerar que “enfrentamos una situación crítica de disponibilidad de agua para Santiago”.
“En la práctica, hoy El Yeso está a menos de la mitad de su capacidad”, advirtió Estefanía González.
En este contexto, Aguas Andinas ha advertido que el embalse El Yeso “cerrará” a partir del 1 de noviembre, manteniendo la compra de agua durante febrero y marzo del 2021, medida que permitiría enfrentar abril con un volumen de 170 Hm3.
Greenpeace, sin embargo, resaltó que la compleja situación en El Yeso está lejos de ser aislada y es una muestra de lo que sucede con el resto de los embalses en el país.
Al respecto, la Dirección General de Aguas del MOP acaba de aclarar en su último informe hidrometeorológico que todos los embalses entre las cuencas del río Limarí y del Maipo mantienen un déficit respecto a sus volúmenes históricos de octubre. Especialmente crítica es la situación de los embalses Aromos y Peñuelas (Región de Valparaíso), los cuales no solo se encuentran bajo sus promedios mensuales, sino que presentan una situación peor que el 2019. De hecho, Aromos presenta un déficit de -63%.
“A esta realidad hay que sumar que la demanda de agua desde distintos sectores continúa presionando a todo el sistema hídrico del país. Lamentablemente, el suministro de agua para la población depende de los acuerdos a los que logren llegar los privados y no de una política pública que garantice el agua como un derecho humano básico”, señalaron desde Greenpeace.
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