En un escenario de incertidumbre y frente a la posible llegada de La Niña, especialistas apuntan a soluciones hídricas sinérgicas y a nivel de regiones (País Circular)

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Durante el trimestre septiembre-noviembre podría establecerse el fenómeno La Niña, que en el caso de Chile conlleva una baja en las precipitaciones, principalmente en la zona central. El evento climático se ha “atrasado” y su desarrollo siempre tiene un grado de incerteza, explica el académico de la UdeC e investigador del CR2, Martín Jacques. En el contexto de cambio climático y de la severa sequía que vive el país hace más de una década, no existe una sola solución, sino que hay que abordar el problema desde diversas aristas y considerando las particularidades de cada territorio y cuenca. Así lo destaca tanto el investigador del CR2 como la directora del laboratorio de Interacción Clima, Ambientes y Humanos del Instituto de Geografía de la UC, Magdalena Fuentealba, y el Gerente de Tratamiento de Aguas de la empresa de consultoría medioambiental WSP, Juan Pablo Negroni.

Si bien a comienzos de año se pronosticaba para estos meses la llegada del fenómeno de La Niña a Chile, con la consecuente reducción de precipitaciones, esto aún no se concreta y los últimos días se han registrado algunas lluvias en la zona centro-sur del país. Según explica el doctor en Ciencias del Clima Martín Jacques, “actualmente nos encontramos en una condición neutra del modo de variabilidad climática llamado ‘El Niño-Oscilación del Sur’ (ENOS)”, y tanto El Niño como La Niña “son fases extremas y opuestas de ENOS”.

El Dr. Jacques, quien es académico de la Universidad de Concepción (UdeC) e investigador del CR2, enfatiza que estos fenómenos se deben a una serie de factores y, por lo tanto, conllevan un grado de incertidumbre. En ese contexto, explica el “retraso” de La Niña: “La dinámica de cambios de fase de ENOS implica fenómenos físicos en diversas escalas de tiempo. Para que se establezca la fase de La Niña, la temperatura superficial del mar (TSM) del Pacífico tropical centro-este debe descender por debajo de un umbral crítico. Eso ocurre cuando un gran volumen de agua subsuperficial fría aflora en la superficie. El desplazamiento de tal volumen de agua se puede monitorear y, aunque en marzo-abril de este año parecía que dicho afloramiento sucedería en pocos meses, esa situación se ha ido retrasando”.

Como causa de lo descrito, agrega el académico de la UdeC, “puede haber varios procesos acoplados de la atmósfera y el océano. Con todo, cabe destacar que el desarrollo de tales procesos tiene incertidumbre, y por eso la eventual llegada de La Niña se anuncia con un porcentaje de probabilidad”. Por ejemplo, dice, aunque ahora la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos anuncia una probabilidad de 66% de llegada de La Niña para septiembre-noviembre, “aún hay más de 30% de probabilidad de una condición neutra”.

Consultado sobre las precipitaciones y temperaturas que se pueden esperar en lo que queda de invierno, así como en la primavera y verano próximos, el investigador del CR2 señala que “por de pronto, el pronóstico estacional de la Dirección Meteorológica de Chile para el trimestre agosto-octubre muestra para el centro-sur de Chile condiciones secas, mañanas más frías y tardes más cálidas que lo normal. Si se llega a establecer La Niña en los próximos meses, considerando las relaciones históricas, se podría esperar entre los fenómenos más evidentes una tendencia al enfriamiento a lo largo de la costa, principalmente del norte de Chile, y, en verano, un aumento de la precipitación en el Altiplano y el sur austral”.

En cuanto a la duración del posible fenómeno de La Niña, Martín Jacques, señala que “la NOAA anuncia un 74% de probabilidad de que se prolongue durante el trimestre noviembre-enero, y probablemente se puede extender por más meses en 2025”.

La eventual llegada de La Niña en los próximos meses se produciría luego de un periodo donde se registraron precipitaciones que permitieron reducir un poco el déficit hídrico pero que, sin embargo, no significan que se haya terminado la megasequía que el país vive hace 13 años, con los consecuentes procesos de desertificación y deterioro de ecosistemas. Así lo señala la doctora en Ciencias Biológicas Magdalena Fuentealba, quien subraya que las mayores lluvias de este invierno han sido eventos puntuales.

Las precipitaciones registradas a la fecha, observadas en varias estaciones a lo largo del país, muestran que hemos tenido eventos puntuales (máximas en 24 hrs.) que han registrado montos sobre los 40 a 50 mm, lo que ha dejado un excedente de precipitaciones respecto de lo normal (…). Sin embargo, el déficit hídrico aún persiste en varias regiones del país: Temuco (-9%), Valdivia (-24%), Puerto Montt (-22%)”, explica Fuentealba, quien es académica del Instituto de Geografía de la Universidad Católica (UC), donde dirige el laboratorio de Interacción Clima, Ambientes y Humanos (ICAH).

En este sentido, el investigador del CR2 complementa que “desde el Norte Chico al centro-sur de Chile se aprecia un año con condiciones entre relativamente normales y de superávit. En el sur austral, varios lugares muestran déficit. Las precipitaciones en el centro-sur han sido irregulares a lo largo del año, en el sentido de que los montos acumulados son consecuencia de pocos eventos puntuales. En este contexto, ya prácticamente terminando el invierno, las características pluviométricas de este año, en el centro-sur al menos, tienen poca chance de variar radicalmente”.

A su vez, la Dra. Fuentealba agrega que “si bien se agradece la contribución” de este año más lluvioso, “no significa que la megasequía haya finalizado o los impactos sobre los ecosistemas. Por ejemplo, la mayoría de los embalses están por debajo de su capacidad pese a las importantes precipitaciones de este año. La vegetación, sobre todo de la parte norte y centro de Chile, está adaptada a períodos con escasez hídrica, pero no tan intensas como la actual. Los pronósticos de cambio climático plantean que este tipo de eventos, tanto de precipitaciones intensas como sequías prolongadas, serán cada vez más frecuentes en estas latitudes en las próximas décadas”.

“En el contexto que se nos viene, es decir, La Niña, luego de más de 12 años de sequía, y mirando esto en todos los horizontes de tiempo, se deben usar todas las estrategias disponibles a la fecha; es decir, desde campañas comunicacionales para fomentar el ahorro, hasta el desarrollo de sendos proyectos de desalación o reúso”, Juan Pablo Negroni, Gerente de Tratamiento de Aguas de WSP.

“Los pronósticos de cambio climático plantean que este tipo de eventos, tanto de precipitaciones intensas como sequías prolongadas, serán cada vez más frecuentes en estas latitudes en las próximas décadas”, Magdalena Fuentealba, académica del Instituto de Geografía de la UC.

¿Cómo enfrentar este escenario?

Consultada sobre las acciones que se debieran realizar para abordar este escenario, la Dra. Fuentealba subraya que “claramente, hay que mejorar la gestión del agua contemplando un clima cambiante”.

“Es importante contar con un sistema que identifique y monitorice permanentemente las fuentes de agua que dispone el país, así como su estado ecológico. Hay que mejorar el conocimiento de las dinámicas naturales y extractivas que en su conjunto pueden permitir la construcción de una estrategia de adaptación a la crisis climática. Esta debe contemplar la disponibilidad de agua a nivel de cuencas y regiones para poder planificar en base al conocimiento”, explica la académica de la UC.

En el contexto de clima cambiante, agrega la especialista, “se debe pensar en decisiones de corto y largo plazo, con un dinamismo que permita aprovechar al máximo el agua cuando esté disponible pero sin afectar los caudales ecológicos o el consumo humano”.

De manera coincidente con la opinión de la académica, el Gerente de Tratamiento de Aguas de WSP, Juan Pablo Negroni, releva la importancia de conocer la disponibilidad de agua para poder enfrentar un escenario que es crítico. “Se debería instrumentalizar el sistema hídrico nacional, de modo que se puede monitorear en tiempo real lo que pasa en las principales cuencas del país, ya que no se puede gestionar aquello que no se puede medir”, sostiene el ejecutivo de WSP, empresa socia de la Asociación Chilena de Desalación y Reúso (ACADES).

“En el contexto que se nos viene, es decir, La Niña, luego de más de 12 años de sequía, y mirando esto en todos los horizontes de tiempo, se deben usar todas las estrategias disponibles a la fecha; es decir, desde campañas comunicacionales para fomentar el ahorro, hasta el desarrollo de sendos proyectos de desalación o reúso. Pero lo importante es considerar todas las opciones y tener voluntad y la disciplina para implementarlas. Cada región o territorio debe tener soluciones específicas”, señala Negroni.

Consultado por medidas de corto plazo, el especialista insiste en que “se deben considerar todas las estrategias y soluciones sin descartar ninguna”. En esa línea menciona -junto al monitoreo planteado- la necesidad de reconocer que hay un cambio de paradigma: “La situación es muy crítica: el agua ‘gratis’ e ‘infinita’, se acabó. No hay más. Lo que queda de agua es escaso y será cada día más cara. En ese sentido, lo más importante es transmitir el ‘relato’ del grave problema a la población”. Para esto sugiere una campaña de comunicación que promueva el ahorro en general, “con un discurso muy crudo y directo”. Paralelamente, dice, debe haber un “cambio de esquema tarifario para dar incentivos al ahorro y mayor castigo al sobreconsumo”.

Otro ”frente” donde se debe “atacar el problema”, señala Negroni, tiene relación con reducir las pérdidas de agua que se generan en los sistemas sanitarios urbanos, que bordean el 30%. “La autoridad debe proveer los incentivos reales a las empresas sanitarias para que reduzcan las pérdidas en forma real y significativa, partiendo por uso masivo de herramientas de AI y IOT, para luego intervenir los ‘fierros’. Esto debe tener fechas y KPIs ambiciosos”, indica el Gerente de Tratamiento de Aguas de WSP, empresa de consultoría medioambiental que entre sus servicios ofrece soluciones innovadoras para el tratamiento de aguas.

Asimismo, el ejecutivo de la empresa socia de ACADES considera que es necesario aprobar leyes de desalación y reúso; promover el mercado de los “créditos” de agua; e iniciar la elaboración de un “plan maestro de inversiones” en el sector, con un horizonte de al menos 30 años, para planificar “la ubicación y entrada en servicio de las soluciones desde ya, es decir, las desaladoras, plantas de reúso, embalses, acueductos, etc.”

A su vez, el académico de la UdeC Martín Jacques, coincide con Negroni en que el actual escenario hídrico del país requiere de la combinación de múltiples acciones que, además, deben tener un enfoque regional o por cuencas.

Consultado sobre dónde debieran centrarse los esfuerzos para enfrentar la escasez hídrica, el investigador del CR2 advierte que si bien esa pregunta la deben responder especialistas técnicos en la materia, desde su mirada puede comentar que “se debe buscar una sinergia de distintas acciones, teniendo en cuenta las características particulares, locales y regionales, de cada lugar. Esto significa que, antes que pensar en megasoluciones de gran escala para un país muy diverso, se debe atender el asunto en cada región”.

“Si se llega a establecer La Niña en los próximos meses, considerando las relaciones históricas, se podría esperar entre los fenómenos más evidentes una tendencia al enfriamiento a lo largo de la costa, principalmente del norte de Chile, y, en verano, un aumento de la precipitación en el Altiplano y el sur austral”, Martín Jacques, académico de la UdeC e investigador del CR2. | Leer en País Circular.