«Antropoceno en Chile: desafíos y oportunidades» por Laura Gallardo

1967

Columna de Opinión de Laura Gallardo, directora del (CR)2 y académica del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile. Publicado en boletín Nº58 de la Dirección de Energía, Ciencia y Tecnología del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Se podría decir que el advenimiento del antropoceno, la era actual según la propuesta original de Crutzen y Stoermer (2000), ya alteró significativamente el desarrollo de Chile desde el siglo XIX. En efecto, la introducción de la máquina de vapor y el uso de energía fósil (carbón) permitió la síntesis de amonio a través del proceso de Haber-Bosch y esto, a su vez, interrumpió el desarrollo económico de Chile en base al salitre. En efecto, desde la Revolución Industrial, el progreso de la humanidad ha ocurrido a un paso tan acelerado y tan asociado al consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y derivados) que hoy constituimos un agente comparable a las fuerzas geológicas que determinan el clima natural.

En el siglo XXI, el desarrollo de chilenos y chilenas y de la humanidad puede estar nuevamente en riesgo. Esta vez, parte de las amenazas emergen de la variabilidad climática de origen natural y antrópica (cambio climático) para una sociedad cruzada por la inequidad y la vulnerabilidad ante dichos cambios. Pero también a partir de los numerosos y simultáneos cambios que afectan al sistema planetario. A saber, la perturbación antrópica de: los ciclos biogeoquímicos (carbono, azufre, nitrógeno, fósforo, etc.); integridad de la biósfera (diversidad funcional y genética); océanos, etc., sobrepasando o en riesgo de sobrepasar límites planetarios para la sostenibilidad. Todo esto afecta nuestra convivencia en la medida que nuestras instituciones se ven sobrepasadas por los ritmos acelerados y la magnitud de los desafíos.

Más allá del nombre o el establecimiento de una convención para marcar el inicio del Antropoceno, lo que resulta cuestionado es nuestra manera de convivencia en este planeta azul del sistema solar o diciéndolo de otro modo, nuestros caminos de “progreso” y “desarrollo”. Para un país atravesado de inequidades, contestar estas preguntas es vital y puede constituir una fuente de nuevas oportunidades. Entre las oportunidades, se destaca el cambio de nuestra matriz energética hacia una basada en energías renovables no convencionales (solar, geotérmica, eólica, mareomotriz, etc.) lo que, además de bajar nuestra huella de carbono, logra, por un lado, hacernos energéticamente más independientes y, por otro, mejorar el aire de nuestras ciudades. Otra oportunidad se refiere a la “ciudadanización” de nuestra política a través de una gobernanza más participativa e inclusiva, lo que es afín a los necesarios cambios en comportamientos en cuanto a movilidad urbana, consumismo y convivencia. La inclusión de miradas es imprescindible para encontrar y forjar nuevos paradigmas de entendimiento y acción, por ejemplo, a través de enriquecer los diálogos con voces de mujeres, pueblos originarios y, en general, de quienes han estado excluidos de la toma de decisiones.

Chile es un país rico en diversidad, inteligencia y territorios y debemos ser capaces de asir las oportunidades que eso conlleva para un futuro sostenible y feliz.

*Como Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia, hemos estado trabajando en torno a los desafíos y oportunidades del Antropoceno en Chile y esto se encuentra en proceso de publicación en https://collections.elementascience.org/regional-manifestations-of-the-anthropocene-the-case-of-chile/