Australia: El modelo económico que potenció uno de los incendios más grandes de su historia y que Chile quiere seguir (El Desconcierto)

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El Ministro de Hacienda aseguró que el país oceánico es uno de sus referentes para el futuro del país. Sin embargo, la isla se encuentra en llamas y son muchos los expertos y la evidencia científica que apunta como un factor determinante para la propagación del fuego al cambio climático, del cual el sistema productivo australiano es uno de los grandes influyentes.

Por Rubén Escobar

El pasado 31 de diciembre, el Ministro de Hacienda, Ignacio Briones, publicó en su cuenta en Twitter un saludo de año nuevo. El video, grabado con su celular, lo muestra compartiendo sus deseos de un Chile con “una economía dinámica, inclusiva, sin la cual no hay progreso social posible”. Luego agregó: “Pienso en referentes como Australia o Nueva Zelanda a los cuales podríamos aspirar. Países alejados del mundo pero integrados a él al igual que Chile. Países que, sin renunciar a sus recursos naturales, son capaces de sofisticar su matriz productiva. Economías de mercado de crecimiento elevado, respetuosas del medio ambiente”.

Sin embargo, el país oceánico está lejos de ser un ejemplo de respeto al medio ambiente y los recursos naturales. Su primer ministro, Scott Morrison, ha sido foco de diversas críticas por dichos en los que niega la crisis climática mundial. Incluso durante una visita en una de las zonas afectadas aseguró a la prensa que no hay argumentos para conectar ambos fenómenos.

Pero, desde hace más de diez años hay evidencia que apunta hacia la extensión de los períodos de riesgo para que surjan incendios forestales. Ya en 2006, la revista Science, daba cuenta de la posibilidad de aumento de este tipo de siniestros por el aumento de las temperaturas y la baja de las precipitaciones. Así también, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), organismo compuesto por científicos que estudia los riesgos asociados a este fenómeno, advirtió en 2007 las amenazas que representan las prolongadas olas de calor para estos sucesos.

Los siniestros en Australia comenzaron en septiembre del año pasado y son varios los focos que se mantienen incontrolables. Han muerto 27 personas y miles han debido ser evacuados de sus hogares. Las imágenes de personas acampando en los bordes costeros han dado la vuelta al mundo, preparados para entrar al agua en caso de que el fuego llegue hasta allí. De la misma forma, la situación de los animales es dramática, son más de 4 millones muertos y muchos más los desplazados a causa de la destrucción de su hábitat. El área afectada ya superó la superficie de Inglaterra.

“Las demostraciones del cambio climático ya está presente en Australia. Este verano ha sido especialmente catastrófico, es una evidencia muy contundente contra el discurso negacionista”, asegura Martín Jacques, académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción y miembro del Centro de Ciencias del Clima y de la Resiliencia (CR2).

El aumento de la temperatura de la Tierra en conjunto con la bajas precipitaciones y la falta de humedad crean un ambiente perfecto para que la combustión se propague en mayor extensión y por más tiempo. Condiciones que son resultado de la crisis climática mundial, de la cual el modelo productivo de ese país ha sido protagonista.

En este sentido, Australia es uno de los países más contaminantes del mundo: sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) superaron los 422 mega toneladas en 2018, lo que lo deja en el puesto 16° a nivel mundial de los países más contaminantes. Pero si se considera la cantidad de habitantes, sube al puesto 10° de emisión de CO2 per cápita, quedando por sobre Estados Unidos.

Dentro de las razones que contribuyen a estas cifras es la forma en que los australianos obtienen su energía eléctrica. Durante las últimas décadas, las termoeléctricas a carbón se han multiplicado y la generación de electricidad a través de combustibles fósiles llega al 72%. A esto se suman la cantidad de CO2 que exporta a través de carbón y gas, los que alcanzan la impresionante cifra de 1.196 mega toneladas, además de la industria minera.

Desde que comenzó esta temporada de incendios hace cerca de cuatro meses, los gases contaminantes provocados por el fuego están a punto de igualar el total emitido en 2018.

Chile amenaza el mismo camino

Ambos países se encuentran en el hemisferio sur y en latitudes parecidas, por lo que las similitudes en sus condiciones climáticas son relevantes. “En ambos países vemos el aumento tanto en duración, en frecuencia e intensidad de eventos extremos, como olas de calor. Eso se nota en Chile central y en Australia”, explica Jacques. Y agrega: “En ambos países vemos esta tendencia del cambio climático”.

“A mí me preocupa qué va a pasar cuando no haya cómo abastecerse para enfrentar los incendios. Porque no tenemos recursos hídricos, ya que el agua existente está siendo absorbida por la industria”, afirma Bárbara Astudillo, ecofeminista de la comuna de Petorca. Los estudios científicos podrían respaldar esta preocupación.

A comienzos de este año, el CR2 publicó un informe dirigido al país donde participaron más de 30 académicos de la Universidad de Chile, Universidad de Concepción y de la Universidad Austral de Chile. La investigación se titula “Incendios forestales en Chile: causas impactos y resiliencia” y es el resultado de dos años de investigación. Este es el tercer informe del país que elabora el centro, luego de publicar investigaciones sobre la sequía y el estado del medio ambiente.

El documento destaca al clima como uno de los fenómenos relevantes para la propagación de incendios forestales en Chile, factor que ha aportado con un aumento del 20% de las zonas incendiadas en los últimos 30 años. “No basta solamente que pensemos en el paisaje, tenemos que mitigar los efectos del cambio climático, si fuéramos capaces de detener el aumento de la temperatura somos capaces de evitar, al menos, esa parte de la contribución del área quemada”, advierte Jacques, que también participó en la investigación.

Además, se refiere al impacto social de este tipo de catástrofes, asegurando que se distribuye de forma desigual, ya que la exposición a las amenazas por parte de las personas depende de sus condiciones socioeconómicas. Sobre esto, Astudillo asegura que “no tenemos conciencia por nuestra comunidad y por nuestro entorno, la preocupación está en producir dinero y no lugares saludables que nos puedan ayudar a todos. Siento que hemos perdido humanización debido al sistema neoliberal”.

Sobre las medidas tomadas en los últimos años en el país para enfrentar la crisis medioambiental, el gobierno presentó el viernes pasado un proyecto de ley de cambio climático, el que propone lograr la carbono neutralidad en 2050. Sin embargo, el académico cree que “vamos lento, porque en general tenemos una sensación de que aún hay mucho tiempo para tomarlas; la evidencia científica nos dice que eso no es así y que hay que ser mucho más drásticos”.

Para Astudillo también falta mucho por hacer: “El modelo extractivista de producción económica que tiene Chile es un sistema que no es sutentable, es egoísta. Tenemos a mineras que destruyen los glaciares, estamos extinguiendo nuestra propia existencia por un modelo egoísta”, afirma.

La alerta para incendios forestales está en su nivel más alto y este 15 de enero es la fecha pronosticada por la Corporación Nacional Forestal (Conaf) para el peak de eventos en la temporada de verano 2020 y calculó un aumento de 2 grados de temperatura en relación al año anterior.

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