Carta al director de Mauro González, investigador asociado de la línea Servicios Ecosistémicos del (CR)2. Publicada en El Mostrador el 07 de abril de 2015.
Señor Director:
Las miles de hectáreas de bosques de araucaria afectadas por el fuego en las reservas nacionales China Muerta, Malleco y el Parque Nacional Conguillío han causado conmoción en la opinión pública durante las últimas semanas. Esto nos hace recordar los incendios de gran magnitud que afectaron a la misma reserva nacional Malleco y al Parque Nacional Tolhuaca el año 2002, con más de 15.000 ha quemadas. Si bien tales eventos pueden parecer ajenos a estos ecosistemas, no hay duda de que el fuego ha sido un proceso ecológico inherente a estos bosques.
La reconstrucción de la historia de los incendios en los bosques de araucaria usando técnicas dendroecológicas (anillos de árboles) y paleoecológicas (estudio de carbón en el polen) indican que el fuego ha sido un factor prevalente durante los últimos milenios. Los incendios naturales se asocian a rayos y volcanismo, aunque la actividad humana ha incrementado fuertemente su frecuencia en los últimos 150 años. Sin embargo, diversos estudios y observaciones confirman la capacidad de araucaria y otras especies acompañantes, como coihues, lengas, y ñirres para resistir o recuperarse luego de incendios de diversa magnitud.
Los principales desafíos en la conservación y restauración de araucaria van más allá de enfrentar incendios en una frecuencia y severidad distinta al rango histórico de variabilidad, sino que a ello debe sumarse la drástica disminución de la superficie cubierta por los bosques de araucaria debido a incendios antrópicos y explotación maderera durante el siglo pasado.
En la actualidad, gran parte de los bosques de araucaria se encuentran confinados a parques y reservas nacionales, siendo valorados por su relevancia cultural y espiritual por los pueblos mapuche-pehuenche, la conservación de la biodiversidad, la recreación y otros servicios ecosistémicos. Lo anterior justificaría acciones crecientes para la prevención y el control de incendios en estas áreas protegidas que se han convertido en verdaderos refugios para la sobrevivencia de los ecosistemas de araucaria.
Otras amenazas menos evidentes pero de gran significancia son el consumo de piñones por especies exóticas (jabalí) y animales domésticos (cerdos y cabras), la recolección no regulada y la ganadería extensiva, que impactan fuertemente en la regeneración de los bosques, especialmente en las etapas tempranas de recuperación postfuego. Por otra parte, dadas las predicciones de disminución de las precipitaciones y aumento de las temperaturas para el centro-sur de Chile, el escenario futuro indicaría que estos ecosistemas estarán expuestos a incendios más frecuentes y de mayor magnitud, lo que podría reducir su capacidad de resiliencia, colocándolos en una situación aún más crítica.
Por Mauro González
Profesor titular de la Universidad Austral de Chile
Investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia
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