Estudio indica que antes del 2060 la sequía causaría un impacto en el 50% de la producción nacional de este cereal
Por José Barraza
Uno de los mayores riesgos para la disponibilidad de alimento a nivel mundial son los cambios observados en las precipitaciones de las últimas tres décadas, los que ya estarían afectando a los cultivos agrícolas.
Estas variaciones climáticas se han presentado de manera acelerada, por lo que es necesario establecer medidas adaptativas que permitan a los agricultores hacerles frente. Así lo indica un reciente estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Scienes (PNAS), de Estados Unidos, liderado por Maisa Rojas y Fabrice Lambert, investigadores del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.
El estudio consistió en evaluacion de simulaciones usando todos los escenarios disponibles, incluyendo altos y bajos índices de emisión de gases de efecto invernadero –planteados por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC)- para determinar el momento en que estos cambios en las precipitaciones sobrepasarían sus variaciones naturales. Con ello, concluyeron que antes del 2060, algunos países de Sudamérica, como Ecuador, Uruguay y Argentina tendrían un aumento de lluvias.
De acuerdo al estudio, en Chile se presentaría una sequía en la zona central que impactaría, especialmente, los campos de trigo. En el escenario más adverso de emisiones, un 52% de los cultivos se verían afectados, lo que implica más de 690 millones de toneladas de este alimento.
Maisa Rojas, autora principal del estudio y académica del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile, explicó que la diferencia entre nuestro país y los otros del cono sur se debe a que “Chile es parte de una zona de clima subtropical, al igual que Sudáfrica, Australia y el Mediterráneo, y todas estas zonas muestran una disminución en las precipitaciones”.
La investigación aclara que, aunque se adopten las medidas para alcanzar los escenarios menos dañinos, igualmente habrá impactos sobre la agricultura por lo que la adaptación es crucial. “Para enfrentar esta baja en las precipitaciones, una de las opciones es cultivar plantas que utilicen menos agua y que sean más resistentes a la sequía o, también, mover los campos hacia el sur”, propone Fabrice Lambert, académico del Departamento de Geografía UC.
Pese al complejo escenario para la agricultura de nuestro país, los investigadores plantean que, si las emisiones disminuyen para cumplir con el Acuerdo de París, se podría reducir significativamente el impacto. “De cumplir con este acuerdo, la urgencia de adaptarnos a estos cambios será mucho menor. Por tanto, esta investigación es un llamado a reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero”, concluyó Maisa Rojas.