Carta abierta de científicos: «Qué perdemos las personas cuando se secan los bosques» (El Mostrador)

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El documento fue firmado por investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB; el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES; el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia, CR2; y de las Universidades de Chile, Católica de Chile, de Santiago, de Los Lagos, de Concepción y de La Frontera. En la carta advierten sobre la urgencia de levantar políticas públicas para la naturaleza, considerando el grave panorama que actualmente vive el bosque esclerófilo de la zona central, afectado por la megasequía e incendios, entre otras complejidades. «Durante más de una década de sequía, estos bosques han estado recibiendo un tercio menos de la cantidad de lluvia a la que están adaptados, perdiendo uno de sus más sorprendentes atributos: la resiliencia a la sequía estacional», expresa la misiva.

A través de una carta abierta, un grupo de científicos advierte sobre las consecuencias que tiene la sequía en los bosques de la zona central de Chile en las personas.

«La compleja estructura y funcionalidad de un bosque contribuye a la generación de servicios ambientales indispensables para los seres humanos, desde el placer que genera caminar por el bosque, hasta procesos vitales como la captura de CO2 y la provisión de oxígeno y agua que utilizamos para subsistir. Sin embargo, nuestra generación está siendo testigo de elevados niveles de degradación y del probable colapso inminente de un tipo de ecosistema en particular, el bosque esclerófilo», expresa la carta.

El documento fue firmado por científicos del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB; el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia, CR2; y de las Universidades de Chile, Católica de Chile, de Santiago, de Los Lagos, de Concepción y de La Frontera.

En la misiva advierten sobre la urgencia de levantar políticas públicas para la naturaleza, considerando el grave panorama que actualmente vive el bosque esclerófilo de la zona central, afectado por la megasequía e incendios, entre otras complejidades.

«Los bosques de la precordillera de Santiago están agonizando en un clima semidesértico. Los impactos están a la vista y, en muchos casos, son irreversibles. En el año 2019 científicos/as chilenos/as estimaron en 500 mil hectáreas la superficie de bosque esclerófilo entre Valparaíso y Rancagua que sufrió un repentino cambio en la tonalidad de su follaje, pasando del característico color verde a uno café», explica el documento.

Bosque esclerófilo con pérdida de color, pardeamiento por megasequía, sector Caleu, Región de Valparaíso en 2019. Créditos: Benito Rosende.

Amenazas al bosque esclerófilo

En la carta expresan que hay un número no cuantificado de árboles que murió a causa de falla hidráulica o hambre de carbono. Asimismo, detallan que «la primera gran amenaza que actualmente sufre el bosque esclerófilo es la alta intensidad y duración de la sequía, un fenómeno cuya magnitud es incluso mayor a la de otros ecosistemas Mediterráneos del mundo (California, Sudáfrica, Australia, Mediterráneo Europeo). Durante más de una década de sequía, estos bosques han estado recibiendo un tercio menos de la cantidad de lluvia a la que están adaptados, perdiendo uno de sus más sorprendentes atributos: la resiliencia a la sequía estacional».

Adicionalmente, expresan que la pérdida efectiva de cobertura de bosque incrementa los procesos de aridización de la zona central, lo que implica un aumento en la temperatura superficial del suelo y las tasas de evaporación, y la disminución de la humedad del suelo que es crítica para la germinación de semillas de especies del bosque esclerófilo, cuyo recambio generacional esta detenido hace décadas.

«La segunda amenaza que enfrentan estos bosques es la continua pérdida de superficie producto del cambio de uso de suelo (a un uso urbano, industrial, agrícola o forestal). Actualmente, queda menos de un tercio de la superficie original de bosque esclerófilo, reducida a pequeños fragmentos aislados en un paisaje silvoagropecuario. De esta superficie, solo el 2% está bajo protección legal del Estado, una fracción insuficiente para garantizar su conservación y la mantención de sus contribuciones a las personas», advierten.

Matorral Xerofitico y bosque esclerófilo afectado por incendio forestal Pirque en 2017. Créditos: Juan Ovalle.

El aporte de los bosques a la vida humana

En la misma línea, declaran que los bosques son esenciales para la vida de las personas y que entre sus aportes están «la purificación del aire (impactos en ciudades con preemergencias ambientales durante invierno), provisión de agua (impacto en la menor disponibilidad de agua para la agricultura de hortalizas que normalmente consumimos), provisión de plantas medicinales, miel (impacto en la sostenibilidad de numerosos apicultores rurales y exportaciones de miel), insectos que polinizan cultivos (impacto en la producción de frutas de temporada y alza de costo de alimentos en las ferias y supermercados), semillas y bulbos usadas por viveristas (impacto en la oferta de plantas en viveros), entre otros. El impacto indirecto en el bienestar de las personas es incalculable».

Finalmente, proponen colaborar para facilitar el proceso de creación de nuevas políticas públicas para generar transformaciones en la relación entre lo humano y la naturaleza en el próximo Gobierno.

Los científicos firmantes son Cecilia Smith-Ramírez (U. Los Lagos, IEB), Marcela Bustamante-Sánchez (U. de Concepción, IEB), Fernanda Salinas (U. de Chile), Jorge Pérez-Quezada (U. de Chile, IEB), Iván Díaz (U. Austral), Francisco Zorondo (USACH), Matías Guerrero (IEB, U. de Chile), Solange Vargas (IEB, CAPES, CR2), Cristián Delpiano (U. La Serena, IEB), Alejandro Miranda (UFRO, CR2), Nélida Pohl (IEB) y Juan Ovalle (U. de Chile, CAPES).

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