El cambio climático y su impacto socioambiental en la salud mental, un desafío para las políticas públicas (El Mostrador)

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    “La crisis climática y sus efectos son cada vez más notorios”, subrayó meteorólogo. La interrupción en la sincronización de eventos repercute sobre el deshielo, la floración primaveral y el cambio en las señales estacionales, siendo este último uno de los que mayor repercusión genera en la salud mental de las personas. “Se habla de ecoansiedad como una manifestación psicológica frente a la comunicación del cambio climático”, explicó un psicólogo especialista.

    Por: Mayron Sills

    Cuando Rodolfo Sapiains (48) inició su trabajo de investigación en el doctorado, un profesor le dijo: “Entra en esto (el área que estudia el cambio climático) porque es el futuro”. Claramente, le acertó. Pasaron más de 15 años desde ese entonces y los estudios sobre impactos socioambientales del cambio climático en la salud mental se incrementaron, pero aún falta por indagar.

    Según el investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)² de la Universidad de Chile, la salud mental y el cambio climático se relacionan en múltiples aspectos, y la ansiedad como sensación de intranquilidad y alta preocupación, junto con la incertidumbre que generan los problemas ambientales de cara al futuro, son los temas predilectos por los medios de comunicación.

    “Se ha puesto el foco en la manera que se comunica el cambio climático y esta manera de sensibilizar está teniendo un impacto no muy bueno, sobre todo en la gente joven”, explicó.

    “Los medios de comunicación siempre han sido catastróficos, focalizan más en el problema que en la solución y dejan a la gente en una posición en que se terminan percibiendo inmovilizados, sin incidencia, con angustia y no todo el mundo tiene la capacidad de canalizar esas emociones, por eso se habla de ecoansiedad como una manifestación psicológica frente a la comunicación del cambio climático”, continúo.

    La preocupación por el cambio climático “es amplia en todos los segmentos y grupos sociales”, enfatizó el Doctor en Psicología, pero existen algunas diferencias. Por ejemplo, generalmente en todos los estudios que se hacen en el mundo, las mujeres presentan mayor preocupación en relación a los hombres.

    “Cuando naces en un lugar tu preocupación puede ser mayor en relación a personas que llegaron hace poco, que pueden tener una percepción menos grave del problema, en cuanto a la edad todavía no tenemos muchos estudios con gente menor”, contó.

    Para el especialista, es importante distinguir entre “los fenómenos climáticos extremos”, como un aluvión, que constituye una experiencia traumática, y otras experiencias “de desarrollo lento”, como la sequía, que tienen otro tipo de vivencia.

    “Las personas que habitan zonas más secas lo viven más porque se preguntan qué se va a hacer, si se va a poder vivir en el lugar, si se va a tener que cambiar el estilo de vida, qué pasará con las tradiciones, etcétera”.

    El fenómeno en el cambio de las estaciones

    Una de las repercusiones cotidianas más visibles del cambio climático es el fenómeno en el cambio de las estaciones. Reportado  en casi todo Chile, da la sensación “de que se volvieron locas”, expresó Sapiains.

    De acuerdo con el profesor del Departamento de Meteorología de la Universidad de Valparaíso (UV) e investigador del CR2 y Copas-Coastal, Deniz Bozkurt (42), no hay dudas de que “la crisis climática y sus efectos son cada vez más notorios”.

    “En 2021, la temperatura media nacional fue de 0.76°C más cálida que el promedio 1961-1990 y 0.5°C respecto al promedio 1981-2010 y este calentamiento fue más notable en los valles centrales, cordillera y Patagonia”, comparó.

    Igualmente, explicó que el cambio climático “interrumpe la sincronización críticamente importante de los eventos” como el deshielo y la floración primaveral, de los que dependen los ecosistemas y las industrias agrícolas. Así pues, agregó que la respuesta de las especies en el ecosistema al cambio de señales estacionales también está cambiando.

    “Los modelos climáticos muestran que la tendencia general al calentamiento en el país continuará en el futuro cercano, Chile Norte experimentará los mayores aumentos de temperatura en comparación con el resto del país”, planteó.

    Por otro lado, subrayó que el escenario “más favorable” esperado para 2030 es un aumento en la temperatura que fluctuaría “entre los 0.5ºC para la zona sur y los 1.5ºC para la zona norte grande y el altiplano”. Además, se prevé que aumente “el número de eventos de olas de calor, particularmente en las zonas central y sur en la temporada de verano”, como ya ocurre.

    En relación a este tema, Rodolfo Sapiains ratificó que hay tendencias en cuanto a la percepción de la luz solar y las estaciones del año. En invierno, ilustró, zonas como Punta Arenas tienen mayor incidencia de estados de ánimo más depresivos producto a la baja exposición a la luz solar.

    “Este tema ha sido más estudiado en países nórdicos, y en zonas como Punta Arenas es un tema, por eso se cambia la hora, la cara contraria de eso son las horas de calor, y en tales casos las personas se pueden poner más agresivas, tener más dificultad para concentrarse en cualquier actividad, hay una serie de situaciones que hay que distinguirlas”, dijo.

    Sobre esto, el meteorólogo de la UV  detalló que las temperaturas más altas del agua y las “salinidades estuarinas” asociadas con el calentamiento global y la sequía “pueden contribuir a un número creciente de floraciones de algas nocivas, lo cual puede tener un impacto negativo en el medio ambiente, la salud humana y la economía”.

    Asimismo, manifestó que el cambio climático y las temperaturas extremas “podrían amenazar directamente al ganado mediante la reducción de la fertilidad y la producción de leche asociada con el estrés por calor y la reducción de la calidad del suministro de alimentos y podrían aumentar la prevalencia de parásitos y enfermedades que afectan al ganado”, añadió.

    Una respuesta en dos líneas

    Ante este escenario, para el doctor en Psicología y Gestión Ambiental las respuestas se encuentran en dos líneas, la primera en “insistir en las políticas para mitigar el cambio climático» y la segunda con “la adaptación a lo que está ocurriendo”.

    “Una de las cosas paradójicamente positivas que nos dejó la pandemia fue que ahora todo el mundo habla de salud mental, ya no es algo raro. Se reconoce que las personas podemos vernos afectadas en nuestro sentir, pero a nivel político, las consecuencias del cambio climático en la salud mental todavía no están muy reconocidas”, diagnosticó.

    “Es importante hacer primero más estudios, saber cómo están los niños, niñas y adolescentes respecto del cambio climático, cómo están las personas en zonas extremas, las personas que vivieron desastres socionaturales, las consecuencias de vivir en zonas de sacrificio, y en función de todo es desarrollar campañas de prevención que se dediquen a empoderar a las personas y no sólo difundir escenarios catastróficos sino que conectar a la acción de acuerdo a las necesidades territoriales”, finalizó. | Leer en El Mostrador.