Gigantescas nubes de gases llegaron por sobre los 15 kilómetros de altura, afectando el ozono que blinda al planeta de la radiación UV y retrasando el cierre del agujero que este tiene sobre la Antártica.
Por Lorena Guzmán H.
El verano de 2019-2020 es uno de los peores que ha vivido Australia. Unos 23 millones de hectáreas fueron carbonizadas, más de 2500 edificios fueron engullidos por las llamas y al menos una treintena de personas murieron por los incendios que no dieron tregua. Pero ahora los científicos descubrieron que hubo otra víctima: la capa de ozono.
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