La crisis climática estaría intensificando el conflicto entre ganaderos y guanacos (Ladera Sur – The Clinic)

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Preocupación ha generado la situación que atraviesa el valle de Alicahue, en la zona cordillerana de Petorca, donde los efectos del cambio climático podrían estar aumentando la competencia por alimento entre el ganado y el guanaco. En este lugar habita, probablemente, la población más importante de este camélido en el centro norte del país, misma zona donde se encuentra con problemas de conservación. Para disminuir el conflicto, un grupo de investigadores ha estudiado la dimensión humana de esta “pugna”, con el fin de avanzar en una mejor convivencia entre la comunidad local y el ungulado más grande de Sudamérica.

Los osos grizzly y los lobos que se alimentan de vacas en Norteamérica, los capibaras que hacen lo suyo en cultivos agrícolas brasileños, o los elefantes que impactan plantaciones e infraestructura en África, son algunas de las numerosas especies que se han visto envueltas en conflictos con los humanos, al ser concebidas como un problema para la seguridad y las actividades socioeconómicas. Chile no es la excepción. Si bien los casos más emblemáticos involucran a carnívoros nativos, como el puma que caza a las ovejas o la güiña que depreda a aves de corral, los herbívoros tampoco se libran de estas “pugnas”.

Guanacos en Magallanes ©Paula Diaz Levi 4
Guanaco (referencial) ©Paula Díaz Levi

Así ha ocurrido en el último tiempo con el mamífero terrestre más grande de Chile en la Provincia de Petorca, en la Región de Valparaíso. Nos referimos al conflicto entre los ganaderos y el guanaco (Lama guanicoe), que se ha arrastrado con mayor fuerza desde el año 2005. Los habitantes de la zona afirman que este herbívoro silvestre ha generado un impacto negativo al competir por alimento con el ganado, compuesto principalmente por vacas, lo que se ha visto exacerbado por los efectos de la crisis climática en los ecosistemas.

“La problemática comienza hace años, cuando algunas agrupaciones ganaderas de la provincia denuncian ante el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) que la población de guanaco, este herbívoro nativo que habita en la cordillera, ha aumentado en número, y que esto ha provocado que compita por los recursos forrajeros con el ganado durante las veranadas en la cordillera”, explica Solange Vargas, candidata a doctora en biología y ecología aplicada de la Universidad de La Serena y la Universidad Católica del Norte.

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Guanacos en valle de Alicahue ©Solange Vargas

Al respecto, el director regional del SAG en la Región de Valparaíso, Leonidas Valdivieso, agrega que “los ganaderos indican al guanaco, un herbívoro protegido por la Ley de Caza, como un competidor con su ganado, argumentando que existiría una sobrepoblación de esta especie, y solicitaban el control mediante la caza. Con la sequía que afecta a la región durante los últimos años, este conflicto se ha acentuado en las regiones Valparaíso y Coquimbo, afectando directamente la disponibilidad de forraje para el ganado doméstico”.

Aunque es conocida la grave crisis hídrica que atraviesa Petorca, principalmente por los monocultivos de paltos, el escenario del conflicto es el valle de Alicahue, un sector más alejado que se emplaza en la cordillera de los Andes, y que ha sido calificado como un sitio prioritario por su biodiversidad.

Históricamente, estas áreas montañosas han sido utilizadas por los habitantes para que el ganado se alimente de la vegetación local entre enero y marzo, lo que se conoce popularmente como “las veranadas”. Durante ese período, los animales se dejan libres en estos parajes, coincidiendo justamente con las áreas en las que habita el guanaco.

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Valle de Alicahue. A lo lejos se ven vacas y caballos ©Solange Vargas

Es en ese contexto donde ocurre la “competencia” por alimentos, donde el guanaco consume los pastos incluso antes de que lleguen los bovinos o caprinos al sector. De esa manera, los ganaderos aseguran que estos animales se quedan sin comida, lo que les genera pérdidas económicas.

Por ello se inició hace cinco años un convenio de colaboración entre el SAG y la Universidad de La Serena, que cuenta con la participación de los lugareños, para analizar las interacciones entre guanacos y ganado doméstico, y sus implicancias en la conservación y desarrollo rural en la zona centro norte de Chile. La investigación es liderada por Vargas, quien también es miembro de la Sociedad Chilena de Socioecología y Etnoecología (SOSOET) y del Grupo de Especialistas en Camélidos Sudamericanos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Respecto al monitoreo de estos ungulados, el representante del SAG cuenta que “el resultado [preliminar] del estudio arrojó una abundancia estimada que fluctúa entre 1.503 y 3.364 ejemplares de guanacos entre el verano del 2017 y 2019. Estos datos confirman que tenemos una población relevante de guanacos, probablemente la más importante de la zona centro norte. Por otra parte, el estudio permitió conocer otros factores que inciden sobre este conflicto, tales como la presencia frecuente de especies exóticas como liebres y conejos, y el cambio climático que incide en la disponibilidad de forraje”.

Guanacos Petorca – Solange Vargas 1
Guanacos en Alicahue ©Solange Vargas

Además, en el marco del mismo estudio, los investigadores publicaron recientemente un trabajo sobre la dimensión humana de este conflicto, con el fin de comprender su origen, la percepción y conocimiento tradicional de los ganaderos y, en definitiva, su relación con el ungulado más grande de Sudamérica, entendiendo que las interacciones negativas entre humanos y vida silvestre están impulsadas por complejos factores socioeconómicos, psicológicos, políticos y ecológicos.

Para ello entrevistaron a 16 ganaderos, cuya edad promedio rondaba los 63 años. De las personas encuestadas, 15 son hombres. Además, nueve pertenecen a la localidad de Alicahue y siete a Paihuén.

“Estas personas han tenido una larga historia no solo en la cordillera, sino también con el guanaco, por lo que han sido testigos de varios cambios. Por ejemplo, antes se podía cazar, pero luego se prohibió, y la población de guanacos se recuperó. Además, el área se volvió un sitio prioritario, y ahora enfrentan la sequía”, agrega Vargas.

“Años malos”

La investigación muestra que los encuestados asocian al conflicto con dos factores principales: un supuesto aumento de la población de guanacos en el área y la falta de vegetación como forraje.

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Valle de Alicahue ©Solange Vargas 

Si bien algunos consideran que la competencia por el forraje es el resultado de un mayor número de guanacos, otros aludieron a la baja disponibilidad de vegetación como la causa del problema, por lo que no responsabilizan directamente al camélido.

Sin embargo, todos percibieron al cambio climático como la causa subyacente de este adverso escenario que se ha desencadenado en los últimos “años malos”, caracterizados por la disminución ostensible de las precipitaciones y la nieve.

Recordemos también que la zona central del país atraviesa desde 2010 una megasequía, la cual ha sido la más extensa, prolongada y cálida desde 1900, según un informe del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.

Vargas detalla: “Básicamente ellos dicen que, a pesar de que el guanaco es un problema, el origen del problema no es esta especie, sino que un aumento de las condiciones de aridez en los sistemas cordilleranos, lo que genera una disminución en las pasturas y, en conjunto, un aumento de la población de guanaco, que también lo explican por esta desregulación ambiental”.

Guanaco Aline Hodges | Hacienda el Durazno 2
©Aline Hodges | Hacienda el Durazno 

En esa línea, los vecinos apuntan a la ausencia de los inviernos más fuertes y marcados como los de antaño, donde la nieve cumplía un rol importante en el control natural de la especie, ya sea “como barrera y causa de mortalidad de guanacos en la cordillera, por avalanchas o frío. Eso en los últimos años no se ha observado, entonces, los ganaderos señalan que la falta de nieve y precipitaciones hizo que el guanaco se viera un poco ‘beneficiado’ por este cambio a condiciones más áridas”, explica la científica.

Por otro lado, los encuestados también se refirieron a la prohibición de la caza de este animal, la cual rige en la zona desde la década de 1990 para Altos de Petorca y Alicahue, como un factor que pudo aumentar la población de este animal nativo. Respecto a este punto, la investigadora aclara que falta información. “No tenemos datos ecológicos del antes y después de las poblaciones de guanaco, pero es lo más probable”.

Además de estar protegido por la Ley de Caza, el guanaco está clasificado por el Ministerio del Medio Ambiente en estado “vulnerable” para la zona norte y centro del país, es decir, se encuentra amenazado ya que sus poblaciones están altamente fragmentadas. En contraste, solo en las regiones de Aysén y Magallanes está catalogado como “preocupación menor” al presentar poblaciones más abundantes, por lo que el SAG ha autorizado su caza solo en estas tierras australes, por determinados periodos.

Guanacos en Magallanes – Paula Diaz Levi 1
Guanacos en Torres del Paine, Magallanes ©Paula Díaz Levi

Por último, una porción menor de los crianceros adjudicó a la baja presencia de pumas el presunto aumento de guanacos en el área.

Adaptación en tiempos de crisis

A diferencia de lo que muchos puedan pensar, la historia entre los guanacos, los humanos y la ganadería no es del todo nueva.

Desde tiempos remotos, este camélido sudamericano pobló prácticamente todo el territorio nacional, coexistiendo con los pueblos indígenas durante el periodo precolombino. La investigadora de la SOSOET agrega: “La interacción con el guanaco siempre estuvo muy asociada al uso del animal, ya sea como carne, medicina o por el cuero”.

Cuando llegaron los colonos españoles, el panorama cambió, principalmente por un aumento considerable de la caza, lo que estuvo a punto de llevarlo a la extinción. A esto se sumó su desplazamiento y competencia por la introducción del ganado europeo.

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©Aline Hodges | Hacienda el Durazno 

Avanzados los años, la caza siguió siendo una práctica común, aunque se prohibió a través de un decreto en la década de 1960. Por ejemplo, entre los años 1973 y 1990, durante la ocupación militar de las áreas montañosas, las tropas mataban guanacos para alimentarse. Por su parte, la mayoría de los entrevistados de Petorca habían probado antiguamente la carne de este herbívoro, como era tradición, hasta que se prohibió la cacería en la provincia, como se mencionó previamente.

Aunque es probable que lo último haya ayudado a recuperar a este camélido, en general sus poblaciones continúan susceptibles a la caza ilegal y muy fragmentadas en gran parte del país.

La diferencia es que ahora estas interacciones se dan en un contexto global de crisis de la biodiversidad y de emergencia climática, donde las predicciones indican que en las próximas décadas habrá un aumento de las temperaturas medias, así como una disminución de las nevadas y de la disponibilidad de agua en el área de estudio.

Guanaco Aline Hodges | Hacienda el Durazno 1
©Aline Hodges | Hacienda el Durazno

No está claro cómo estos cambios podrían afectar a las poblaciones de guanaco, aunque se sabe que este mamífero puede morar en una amplia diversidad de ambientes y que tiene la capacidad de adaptarse a las condiciones áridas. Para hacerse una idea, puede modificar su ingesta de alimentos y otros requerimientos según la disponibilidad de recursos, por ejemplo, sobreviviendo con mayor éxito a un menor abastecimiento de agua, a diferencia de las vacas y otros animales utilizados por la ganadería en las mismas circunstancias.

De esa manera, la crisis climática en la zona central intensificaría el conflicto humano-guanaco debido a la disminución del hábitat idóneo para el ganado, donde los pastos naturales son cada vez más escasos.

Frente a este escenario, el director regional del SAG en Valparaíso apunta a la necesidad de adaptarse, aunque agrega que son los habitantes locales quienes deciden si continúan con las veranadas en la cordillera, tanto por el valor económico y cultural que tiene esta costumbre para ellos.

“La sequía es un fenómeno que caracteriza al cambio climático en esta zona, por lo que los ganaderos deben adecuarse a esta condición, replanteando su forma de manejar los animales y la cantidad de bovinos o caprinos que crían, de acuerdo con la disponibilidad de forraje en la cordillera. Probablemente, la crianza en corrales sea una necesidad para ganaderos y crianceros de la Región Valparaíso, entre otras medidas a considerar”, señala Valdivieso.

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Guanaco (referencial) ©Paula Díaz Levi

Vargas coincide: “Hay que repensar la forma de realizar estas actividades, ya sea agrícolas, ganaderas, y sobre todo las extractivistas, porque los ecosistemas ya no dan abasto. En cuanto a la ganadería tradicional de montaña, ellos son testigos y conscientes de que las condiciones cambiaron, y que deben adaptarse. Es el momento de plantearse con urgencia cómo repensar la ganadería en contextos de sequías, cambio climático y estrés hídrico, porque no toda la ganadería va a aguantar estos cambios, y si bien el guanaco es un animal que puede vivir en el desierto de Atacama, probablemente no será afectado del mismo modo que una vaca”.

Pero ¿cómo promover una mejor convivencia entre humanos y guanacos?

Considerando que los sectores montañosos donde se realizan las veranadas son escarpados y de difícil acceso, medidas como la instalación de cercos no son una opción muy viable.

La caza de este ungulado también ha sido descartada. “Cuando partimos esta discusión en 2015 siempre se miró a Magallanes como un ejemplo [por la caza], pero estamos hablando de que el número de guanacos allá es mucho mayor a lo que tenemos acá, y tampoco el sistema productivo es el mismo. Además, ecológicamente son muy diferentes, por lo que, finalmente, fueron los mismos ganaderos los que descartaron esto”, puntualiza la científica de la SOSOET.

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Guanacos en Magallanes ©Paula Díaz Levi

Por todo lo anterior, y luego del estudio, se están evaluando distintas alternativas y propuestas para mitigar este conflicto, que impliquen estabilizar la situación de los crianceros. Han surgido ideas como una clase de compensación que reduzca las imposiciones que se les cobra usualmente a los campesinos, a cambio de que toleren la presencia de estos camélidos nativos.

Por ahora, todo está en “veremos”.

La investigadora subraya que “estamos trabajando en sistemas complejos. Cada territorio tiene su particularidad y elementos diferenciadores, pero también tienen seres humanos con sus propias economías, tradiciones, creencias y percepciones, que no son iguales. Lo que funcione en la Región de Valparaíso no necesariamente servirá para otro lugar. De valle en valle uno puede observar diferencias, entonces, integrar este elemento socioambiental nos permite tener una mejor mirada y comprensión de la problemática. En este caso lo aplicamos en conflictos, ya que te aproxima a una propuesta de solución o mitigación más acorde a la realidad”.

Leer en Ladera Sur o The Clinic.