La huella del hombre en la Tierra va más allá del cambio climático (El Mercurio)

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Si bien el caos en el clima es lo más evidente, la relación con el planeta y el tipo de vida que el ser humano está llevando obligan, para muchos, a replantear el lugar de la raza humana en el mundo.

Por Lorena Guzmán H.

“Todo el mundo habla de esto, aunque no le llamen Antropoceno”, asegura Laura Gallardo, directora del Centro de Ciencia del Clima y Resiliencia (CR)2. La palabra puede ser ajena para muchos, pero no así el tema al que se refiere. Ese es el nombre propuesto para la época geológica que estamos viviendo, una dominada por las transformaciones que el ser humano está imprimiendo en el planeta.

Más allá del nombre, lo que se está cocinando es el repensar cómo se vive la vida hoy, y en qué lugar ubicamos a la Tierra y sus recursos. Podría parecer que el tema es más bien de carácter filosófico, pero cuando la sequía persiste, el aire se vuelve irrespirable o el fruto preferido a nivel local se vuelve tema nacional, la discusión se torna concreta.

Por eso, un grupo de científicos, teólogos y artistas lanzó recientemente el “Manifiesto Antropoceno en Chile: Hacia un nuevo pacto de convivencia”. Un documento que propone poner el tema sobre la mesa, entendiendo que esto se trata de mucho más que solo el calentamiento global.

Ya no es ajeno

El Antropoceno ha generado un intenso debate no solo en las ciencias de la tierra, sino también en las ciencias sociales, las humanidades y las artes, se lee en el documento. “Este ha girado en torno a la necesidad de repensar la relación entre naturaleza y sociedad; la cohabitación entre humanos y procesos biofísicos, y el tipo de conocimientos y saberes que se requieren para entender y afrontar el cambio planetario”, continúa.

Ese repensar cómo estamos viviendo es el gran objetivo detrás de este documento, dice Cristián Simonetti, académico del Programa de Antropología de la U. Católica, y uno de los impulsores de la iniciativa. Junto con Manuel Tironi, académico de Sociología de la misma casa de estudios, rumiaron por un tiempo la idea de reunir a expertos en distintas disciplinas para entablar un diálogo al respecto, y así lograron juntar a tres artistas, cuatro científicos, un teólogo, un filósofo, más ellos dos, en una especie de retiro el primer semestre del año pasado. De la reunión y de discusiones posteriores resultó esta propuesta enfocada en la gobernanza, la educación, la interdisciplina y la espiritualidad.

“La historia del ser humano no puede ser pensada separada de la del planeta”, dice Cristián Simonetti. Lo que ha predominado hasta ahora, continúa, es una narrativa de control de la naturaleza donde se la domina. Eso es lo que se propone cambiar al reconocer la interdependencia que tiene el ser humano con el planeta y sus ciclos.

“Creemos que la Tierra y sus recursos están a nuestro servicio, como seres superiores que somos”, concuerda Laura Gallardo, quien también formó para de la discusión. “Pero la realidad es que somos un bicho más -aunque bien exitoso- que ha logrado vivir dentro de ciertos márgenes. El problema es que ahora nos estamos saliendo de ellos”, sentencia.

La bajada local

El 97% de los chilenos cree que el clima del mundo está cambiado, según datos de una encuesta de Ipsos realizada en 28 países, y al 87% le preocupan los plásticos y los objetos desechables que no se pueden reciclar. Este es solo un ejemplo de que el tema está en el debate y que no solo se reduce al clima.

“Nuestra propuesta habla de la importancia de pensar el fenómeno del Antropoceno a nivel local. Esto no es un problema genérico, sino uno que se vive según donde se esté”, dice Cristián Simonetti. Así, la contaminación del aire es más fuerte en unas ciudades que en otras, lo mismo pasa con la escasez de agua o la coexistencia con la biodiversidad.

“Nos gustaría que los cambios los tuvieran que hacer otros, pero es nuestra tarea”, dice Laura Gallardo. Cómo nos movilizamos, cómo nos organizamos socialmente, cómo hacemos de la participación ciudadana algo que vaya más allá que simplemente ir a votar cada cierto tiempo o cómo hacemos un mundo donde la equidad sea un principio más fundamental, son parte de la tarea.

Y aquí, coinciden los expertos, la educación es crucial. La propuesta no es solo enseñarles a los niños qué es lo que está pasando, sino reconectarlos con la tierra. Y esto tiene ver con un cambio fundamental en el cómo se enseña. “El Antropoceno nos obliga a revisar el ‘método científico’ vacío y abstracto que se nos inculca por uno que vuelve al origen experimental, situado y curioso del conocimiento científico”, plantea el manifiesto. Es el educar para el futuro ecológico.

Otra mirada

El grupo propone también hacer un cambio en las leyes e, incluso, en la Constitución, una que “debería establecer otra definición de lo humano y los principios que rigen su convivencia, derechos y deberes”, todo en un contexto sustentable.

“Las rotaciones de las agendas políticas no dan abasto para los desafíos. Son decisiones muy profundas desde cómo lidiar con otras especies hasta cuál será nuestra política en relación a la extracción de recursos naturales”, asegura Cristián Simonetti.

“Si se apela a la conciencia de las personas, se puede actuar de acuerdo a la magnitud del asunto y buscar alternativas de la mano de la tecnología y de los saberes locales”, dice Catalina Correa, artista visual y parte del grupo que generó el manifiesto.

El aporte que puede hacer el arte, por ejemplo, tiene que ver con las nuevas formas. “Siempre se están generando metodologías y herramientas alternativas para abordar asuntos de la contingencia”, explica la artista. “En el caso del Antropoceno, es súper necesario recomponer el acercamiento tradicional a la ecología y a las comunidades para así diversificar las preguntas que nos hacemos”, dice.

Leer en El Mercurio.