La llegada del cambio climático a la sala de clases aportará a la reflexión de los alumnos (El Mercurio)

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    Temas científicos, económicos y hasta históricos es posible abordar cuando se discute sobre el cuidado del medio ambiente y la explotación de recursos naturales. El gran desafío es que un tópico tan dinámico como este requiere la capacitación permanente de los profesores.

    Por L. Guzmán H. y M. Cordano F. – Imagen: Héctor Aravena

    La liberación de dióxido de carbono a la atmósfera es una de las principales consecuencias de la deforestación, lo que supone un problema considerando que este es uno de los gases responsables del efecto invernadero: a mayor tala de árboles, más se intensifica el calentamiento global. Así les explicó el profesor Patricio Acuña a sus alumnos de 1° medio del Colegio Nocedal de La Pintana que durante el semestre, en clases de Tecnología, trabajarían creando dispositivos que ayudaran a mitigar los efectos del cambio climático.

    Discutiendo ideas entre todos, acordaron crear un sistema que permitiera a los árboles crecer más fuertes. «Muchos buscan mitigar la deforestación plantando árboles, pero en ocasiones esto no se monitorea y los nuevos brotes terminan secándose. Por eso se nos ocurrió crear un dispositivo que ayude a mantenerlos hidratados», comenta Acuña respecto del proyecto. Se trata de un sistema de riego automático por goteo que va directamente a la raíz de la planta y que se controla a través de una bomba que funciona usando energía solar.

    El objetivo final es que los alumnos trabajen en habilidades asociadas al ramo -conocimientos de robótica, por ejemplo-, mientras al mismo tiempo se instruyen y actúan para combatir el cambio climático, un tema del que el 40% de los niños del mundo no tiene conocimientos básicos, según datos de la Unesco.

    Científicos y el Papa

    Así como el Colegio Nocedal, son varios los establecimientos que para revertir esta situación de a poco han ido incorporando el tema del cambio climático en la sala de clases. De ser aprobado por el Consejo Nacional de Educación -organismo que actualmente evalúa la propuesta-, se espera que para 2019 todos los colegios de Chile lo hagan, tras el anuncio que hizo esta semana la Presidenta Bachelet de que la temática se incorporaría a las mallas curriculares de enseñanza básica y media.

    La propuesta plantea que temas como la fragilidad del medio ambiente y la explotación de recursos naturales se aborden en Ciencias, Educación Ciudadana e Historia, además de Historia, Geografía y Ciencias Sociales.

    «La presencia de temas ambientales y desastres socionaturales fue valorada en las jornadas de reflexión, jornadas de expertos y consulta en línea abierta a la comunidad que se realizaron durante el proceso de Consulta Pública», comenta Alejandra Arratia, coordinadora nacional de la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación respecto del proceso para armar las nuevas Bases Curriculares de 3° y 4° medio. «En términos generales, se puede destacar que los estudiantes que participaron valoran la incorporación de aspectos y temáticas vinculadas con los desafíos que enfrenta la sociedad actual, entre los cuales este es por cierto un aspecto muy relevante», indica.

    Arratia explica que esta nueva temática va más allá de la mera comprensión de conceptos y fenómenos aislados y más bien se orienta «a que los estudiantes puedan comprender los desafíos de la sustentabilidad medioambiental desde una perspectiva interdisciplinaria, que les permita integrar conocimientos de distintas disciplinas para comprenderlos y poder tomar decisiones informadas con el fin de proponer soluciones tendientes a mitigar los efectos del calentamiento global y prevenir su aceleramiento».

    A Luis Flores, académico de la Facultad de Educación de la Universidad Católica y profesor que encabeza el Pacto Mundial de Jóvenes Estudiantes por el Clima -proyecto que se ejecuta en 20 países y que en 2015 llevó las propuestas de estudiantes de todo el mundo a la Conferencia Mundial sobre Cambio Climático en París-, la idea de fomentar las habilidades de razonamiento usando temáticas ligadas al fenómeno le parece acertada.

    «Este es un tema transversal, que incluye también otras disciplinas como la economía o la historia. El modo como estamos produciendo en el planeta lo tocan desde grandes científicos hasta el Papa. Plantea un escenario favorable a la discusión; se puede, por ejemplo, comentar por qué personas como Donald Trump lo niegan», indica.

    Mauricio Molina, ingeniero civil oceánico y académico de la Universidad de Valparaíso, cree que esta también es una oportunidad para abordar los riesgos y amenazas naturales del país. Aprender sobre aluviones, incendios forestales o marejadas es una forma de que a futuro los jóvenes no caigan en conductas peligrosas como construir «casas en lechos de ríos; cuerpos de bomberos, hospitales o colegios en zonas de inundación por tsunami , aluviones o crecidas; construcciones muy cerca del mar o poblaciones conectadas con bosques en incendios forestales».

    Contenido dinámico

    Para sacar provecho de la nueva incorporación curricular, instruir a los docentes es prioritario. «Una de las acciones del primer plan de acción nacional de cambio climático 2008-2012 fue capacitar a 600 profesores de la Región Metropolitana, pero no es suficiente», comenta Paulina Aldunce, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2. Otra de sus preocupaciones es que el contenido asociado con el cambio climático es muy dinámico, por lo que esperar hasta 2019 para incorporarlo a la malla escolar le parece poco acertado. «No lo podemos seguir aplazando», explica.

    El planteamiento de Aldunce también entrevé la necesidad de que las capacitaciones a los profesores sean constantes y entre facultades. «Si traes a alguien del pasado y le muestras el mundo, es probable que se sorprenda. Pero si lo llevas a una escuela la va a reconocer, porque no hemos cambiado la forma de enseñar», cree Gabriel León, director del Centro para la Comunicación de la Ciencia de la Universidad Andrés Bello. Él insiste en la necesidad de un trabajo integrado entre ramos -medir el caudal de un río puede servir para recolectar datos en Ciencias, armar gráficos en Matemáticas y generar una discusión sobre el cuidado de la naturaleza en Filosofía-, además de «trabajar a través de la indagación, generando preguntas y resolviéndolas en equipo a través de proyectos».

    Leer en El Mercurio.