«La verdad incómoda del bosque nativo» por Antonio Lara, Carlos Zamorano y Alejandro Miranda

2588

Columna publicada el 8 de octubre en El Desconcierto

Cada cierto tiempo en los medios de prensa se informa sobre una disminución en la pérdida de bosque nativo por diferentes causas. Por ejemplo, la nota publicada por el diario El Mercurio titulada «La deforestación del bosque se ha reducido a un mínimo en Chile» usando como fuentes un informe de CONAF y una profesional de dicha institución. Este artículo está en franca contradicción con los antecedentes aportados por estudios científicos recientes sobre tasas de deforestación en Chile así como las estadísticas de incendios de la propia CONAF. También contradice la preocupación nacional e internacional de diversas organizaciones respecto a la conservación de los bosques nativos del país. Esta preocupación ha llevado a que los bosques templados de Chile sean incluidos entre los de más alta prioridad de conservación a nivel mundial. Esto, debido a los problemas de conservación que enfrentan y por representar una de las zonas con una alta concentración de biodiversidad y endemismos, es decir especies que crecen únicamente en Chile.

Respecto a las tasas de deforestación, entre 2006 y 2015 investigadores de diversas Universidades de Chile y el extranjero han realizado estudios que han dado origen a varios artículos publicados en prestigiosas revistas científicas internacionales. Estos estudios, algunos de los cuales hemos participado en su autoría, muestran que después del año 2000 persisten importantes tasas de pérdida neta de bosques nativos, que suman más de 30.000 ha anuales. Este valor es más de cuatro veces superior a la estimación de 6.700 ha anuales señalados en el informe de CONAF aludido en la nota publicada en El Mercurio. Por otra parte el 1% de aumento de la superficie de bosque nativo que se menciona en el título del artículo se debe a aspectos metodológicos, lo cual incluso se señala en la nota. Ejemplo de ello es lo ocurrido en el bosque esclerófilo, en donde lo que inicialmente el año 2001 se consideró como matorral, el año 2013 fue categorizado como bosque nativo, sin constituir esto un cambio real en la vegetación.

Las diferentes investigaciones indican que la principal causa de pérdida de bosque nativo corresponde a su conversión a otros usos del suelo, destacando las plantaciones forestales de especies exóticas (principalmente de pino y eucaliptos), matorrales, agricultura y ganadería.

Varias de estas investigaciones muestran que la tasa de pérdida neta de bosques nativos a partir del año 2000 ha aumentado en vez de disminuir en comparación con la década 1990-2000. Al respecto, para un área que representa el 62% de la Región de la Araucanía un estudio publicado este año en la revista Applied Geography reporta 8.992 ha de pérdida anual de bosque nativo para el período 1999-2008, valor que representa un aumento de un 39% respecto a las 6.447 ha anuales eliminadas en el período 1987-1999. Este estudio indica, además, que la sustitución de bosques nativos por plantaciones continúa siendo un problema importante, ya que más de la mitad de la pérdida de bosque nativo en el período 1999-2008 se debió a esta causa.

Por otra parte, las estadísticas de incendios de CONAF entre las regiones de Valparaíso y Los Lagos para las temporadas 2000-2001 a 2012-2013 indican que éstos han afectado en promedio 7.590 ha anuales de bosques nativos, sin contar los matorrales destruidos por el fuego, los que alcanzan a 10.625 ha durante este período. Estos últimos en muchos casos contienen especies arbóreas y constituyen etapas tempranas en el desarrollo de los bosques nativos. En la temporada 2013-2014 la cifra de bosque nativo quemada fue de 18.815 ha, lo que puede asociarse a las condiciones de sequía. Si bien no se dispone de las estadísticas oficiales para el último verano, los grandes incendios de bosque y vegetación nativa que afectaron extensas superficies de varios Parques y Reservas Nacionales causaron importantes pérdidas en el patrimonio natural, y demandaron esfuerzos y recursos públicos considerables, amplia preocupación en nuestra sociedad y cierre temporal de varias de estas áreas protegidas a los visitantes.

Cabe destacar que las cifras de pérdida de bosques nativos o de destrucción por incendios, no consideran la importante superficie de bosques que anualmente se degrada debido a la corta de árboles principalmente para leña sin sistemas silviculturales adecuados y en muchos casos en forma ilegal sin planes de manejo aprobados por CONAF. Otra causa de degradación es el sobrepastoreo, ya que los bosques son una fuente de forraje importante de la cual depende una creciente actividad ganadera llevada a cabo por pequeños y medianos propietarios. Esto involucra un complejo problema social que el Estado necesariamente debe enfrentar.

La destrucción y degradación de los bosques nativos conlleva la pérdida o disminución de servicios ecosistémicos para la sociedad como son la provisión de agua, la captura y secuestro de carbono y el brindar oportunidades de recreación y turismo.

En resumen, nuestro país aún enfrenta serios problemas de pérdida y degradación de bosques nativos, los cuales no deben soslayarse o ser subestimados. Menos aún, cuando no existe en Chile un sistema de monitoreo nacional que pueda realmente dar cuenta de los cambios de la superficie y estado de conservación del bosque. Es necesario reconocer las causas y consecuencias de la destrucción de bosques, mejorar la legislación vigente y su fiscalización, así como aumentar las bonificaciones otorgadas a los propietarios para el manejo y conservación del bosque nativo, y los recursos destinados a la capacitación, enseñanza e investigación. Además, se requiere una creciente inversión pública y privada en la restauración de los bosques destruidos por incendios en áreas protegidas del Estado y terrenos privados. También es necesario mejorar la prevención de los futuros incendios los que según las predicciones disponibles, aumentarán debido al cambio climático.

Claramente estamos ante la necesidad de un mayor compromiso y trabajo colaborativo del Estado, los propietarios, organizaciones sociales y comunidades. Esto en beneficio de la sociedad que depende directa e indirectamente de los bienes y servicios que resultan de la conservación, del manejo adecuado y la restauración de los bosques nativos.

Leer nota en El Desconcierto