Paulina Aldunce, una de las autoras del texto, alerta que “tenemos aproximadamente dos años para actuar, pues los impactos del efecto invernadero se volverán descontrolados si no hacemos algo ahora”.
Por Jorge Guzmán
El cambio climático está provocando una disrupción generalizada en la naturaleza y las estimaciones indican que en las próximas dos décadas, el planeta afrontará peligros climáticos por el calentamiento global. Actualmente, las sequías, el aumento de olas de calor y las inundaciones han superado los umbrales de tolerancia de plantas y animales debido a sus características extremas, que además se producen en simultáneo.
En este contexto se publicó la segunda parte del informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, llamado “Cambio climático: Una amenaza para el bienestar de la humanidad y la salud del planeta”. El escrito fue aprobado durante las últimas semanas por 195 Estados y examina más de 34 mil artículos científicos dando a conocer los impactos del cambio climático en la naturaleza y las personas.
La académica de la Facultad de Ciencias Agronómicas y miembro del Programa de Reducción de Riesgo de Desastres (CITRID), Paulina Aldunce, fue una de las expertas que participó de la elaboración del documento de las Naciones Unidas. “Lo que se presenta en el informe es información científica irrefutable que busca ayudar a tomadores de decisiones y civiles a tomar acciones para asegurar nuestro futuro”, explica.
Informe 2022: urgencia mundial
Con cerca de mil autores, el informe evalúa los impactos del cambio climático a nivel mundial y regional. A su vez, revisa las vulnerabilidades y las capacidades del mundo natural y las sociedades humanas para adaptarse. Dentro de los puntos críticos, se encuentra la urgencia por tomar medidas ambiciosas que permitan lograr reducciones rápidas y pronunciadas de las emisiones de gases de efecto invernadero, de manera equitativa y derribando las brechas existentes en las poblaciones de menores ingresos.
Otra arista relevante es el llamado a optimizar las posibilidades que la naturaleza ofrece para reducir los riesgos climáticos y mejorar la vida de las personas. Entre ellos se encuentran la restauración de ecosistemas sanos y resilientes, pues cerca del 50% de los hábitats terrestres y marinos podrían beneficiarse de ellos, aumentando su capacidad para absorber y almacenar carbono.
En esta línea, el documento alerta sobre el aumento del calentamiento global a 1,5 ºC pudiendo llegar a 2 ºC en algunas regiones, lo que limitará la capacidad de acción. Por ello, se pone énfasis en igualdad y justicia para enfrentar el desafío, además del compromiso político para el potenciamiento de tecnologías y planes con financiamiento adecuado.
Aldunce indicó que “tenemos aproximadamente dos años para actuar, pues los impactos del efecto invernadero se volverán descontrolados si no hacemos algo ahora. Para ello, cada acción y ser humano es sumamente importante. No podemos dejar todo en manos de las autoridades nacionales e internacionales, sin embargo, ellos tienen la misión de informar e incluir a las poblaciones locales pues están en la primera línea y se ven perjudicadas a diario”. La académica agregó que “es relevante que no solo nos preocupemos del clima, sino que también pongamos énfasis en la mitigación, la adaptación prioritariamente”.
Realidad nacional
Debido a sus características demográficas, Chile es un país altamente vulnerable al cambio climático, generando aumento de las temperaturas, escasez de precipitaciones, sequías, olas de calor, retroceso de glaciares y erosiones de las costas.
A ello, se suma que la nación se encuentra bajo condiciones de riesgos de desastres, tales como tsunamis, terremotos e incendios. En este sentido, aseguran los expertos, el cambio climático no solo genera problemas de agua o calor, sino que incrementa la ocurrencia de eventos extraordinarios como lluvias intensas, aluviones y otro tipo de amenazas naturales afectando a millones de personas a lo largo del país.
“Chile se encuentra altamente expuesto a desastres naturales, pues tenemos cerca de cuatro mil kilómetros de extensión que incluyen mar, cordillera, bosques y desierto, en los cuales existen altos grados de desigualdad, deforestación, extractivismo, contaminación atmosférica, desertificación, entre otros”, finalizó la profesora Aldunce.
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