Números rojos: se acabaron los recursos renovables del 2021 (Pousta)

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Tal y como el año pasado (y no tan distinto a lo que pasa desde hace una década) el planeta entró en sobregiro ecológico antes de llegar a diciembre. En un contexto de eventos extremos en distintas partes del mundo, los humanos de La Tierra agotaron los recursos que pueden ser renovados en la naturaleza en un año. Y por si fuera poco, Chile nuevamente fue el primer país de la región en quedar con un saldo negativo. ¿Cuál es el impacto y qué podemos hacer? Un experto nos responde.

Pareciera ser un mal hábito que se instaló con fuerza desde hace tiempo en todo el mundo: los recursos naturales que pueden ser renovados en un año se agotan mucho antes de siquiera llegar a pensar en Navidad. El 2021 ocurrió cinco meses antes de pasar al 2022, el jueves 29 de julio pasado. La Red Global de la Huella Ecológica fue la encargada de entregar la información y de ejemplificar el escenario actual: nuestro estilo de vida hoy, en consumo, es equivalente a la utilización de recursos de 1,7 planetas Tierra.

“Esta situación es preocupante y viene ocurriendo desde 1970, cuando el sobregiro se estimó para el 29 de diciembre. Sin embargo, cada año la humanidad ha ido agotando antes los recursos, lo que refleja un modo de producción y consumo insostenibles en el largo plazo”, señala Ricardo Bosshard, director de WWF Chile.

Si bien el año pasado el sobregiro ecológico global se retrasó con respecto al 2019, el escenario no mejora. Para expertos y expertas del área, la llegada del covid y la reducción de movilidad dilató la llegada de las cifras negativas e incluso en la sensación de que el planeta estaba sanando. Sin embargo, “esto fue impuesto por las restricciones sanitarias y ojalá no tengamos que llegar a situaciones como la pandemia para hacer mejor las cosas”, explica Ariel Muñoz, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.

“Los países deberían comprometerse a ver todo lo que está sucediendo y además hay mucha información con respecto a los costos que tiene no adaptarse”, continúa el también investigador del Centro de Acción Climática PUCV. Con esto se refiere a que a largo plazo resulta hasta más económicamente positivo tomar acción en pos del medio ambiente ahora, que tener que reparar los daños en el futuro. “La manera en cómo se utilizan y se valoran los servicios ecosistémicos de la naturaleza es lo que nos está dejando en un límite de acción muy estrecho para poder reivindicar el camino”, enfatiza.

Y porque no somos el mejor país de Chile, a nivel latinoamericano volvimos a ser por segundo año consecutivo los primeros en declarar Sobregiro Ecológico Nacional. “Hemos sido uno de los países que más ha abrazado este modelo económico extractivista”, sostiene Muñoz, “y al comparar con otras legislaciones vemos que la nuestra es extremadamente débil: somos poco eficientes como administradores de este territorio y las concesiones que hacemos a las empresas no tienen el retorno que esperamos”.

Para el experto es necesario que el Estado tenga una participación activa en la promoción de leyes que protejan lo que es, “de todos”, como los recursos renovables. Pero hay una piedra de tope que está hace años en la base del sistema neoliberal. “Aún cuando uno tiene mucha evidencia científica cuesta mucho poder modificar ciertos cuerpos legales, como el Código de Aguas y la Ley de Pesca, que tienen sólidos intereses en grupos económicos muchas veces ligados a la política, por ejemplo. Esto no nos permite avanzar”, comenta Muñoz.

Y para ello no es necesario mirar a los países europeos porque algunas soluciones están al lado, literalmente. Ariel Muñoz utiliza Argentina y Perú como referente de buenas legislaciones en materias de extractivismo. “Son más estrictas que en Chile con respecto a  las regulaciones del uso de glaciares y del agua, por mencionar un ejemplo”. Lo que hacen allí, a veces contra la opinión de grandes empresarios, es limitar el trabajo de las mineras en favor de las reservas de agua, entre otros factores.

Ilustración por @pictomono en IG.

Con todo esto hay espacio para preguntarse: ¿Vale la pena hacer esfuerzos individuales? “Si todos creemos que no somos capaces de influir con nuestras decisiones en mover la aguja, entonces tampoco aquellos que están a cargo de una industria se van a sentir responsables”, argumenta el investigador del (CR)2. Para él es importante demostrar que esto es una prioridad para la ciudadanía y así poder permear a los tomadores de decisiones.

Pero también es importante hacerlo para no rendirse en que hay un poder cuando las personas se unen. “Alguien podría decir: ‘Si dejo la llave abierta no influye nada’. Pero la sumatoria de las decisiones sí influye y si todos tomamos una buena decisión va a repercutir no solo en la magnitud, sino que en la capacidad de permear en las decisiones políticas porque vemos que tenemos a algunos candidatos que están dispuestos a poner el medio ambiente como uno de los temas principales, pero es porque es importante para las personas”, dice.

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