¿Quién financiará el plan de reducción de emisiones de Chile? (La Tercera)

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El anuncio del 45% de reducción de emisiones es condicional al financiamiento externo que se pueda acceder para reducir sus emisiones, algo que se proyecta complejo debido a que Chile no cumple los requisitos de prioridad para recibir ese tipo de ayuda económica.

Por Francisco Parra

La esperada propuesta de reducción de emisiones de Chile, su Contribución Nacional Determinada (NDC por sus siglas en inglés), ya está disponible en la web del Ministerio de Medio Ambiente. Estará en línea hasta el 14 de noviembre, fecha hasta la que el gobierno recibirá los comentarios y recomendaciones de la ciudadanía, para que la propuesta pase al Consejo de Ministros para la Sustentabilidad para su redacción final.

Ayer, La Tercera adelantó los principales anuncios de la propuesta, que considera “un aumento de ambición en la reducción de emisiones, en línea con una trayectoria hacia la neutralidad de emisiones al 2050”.

Lo central de la propuesta tiene que ver con el presupuesto de carbono que se autoimpone Chile. Esto es lo que el IPCC -órgano científico mundial en cambio climático- recomienda como un “tope” de emisiones para cumplir las promesas del Acuerdo de París. El país apunta a que entre 2020 y 2030 se emitan entre 1.110 y 1.175 millones de toneladas de CO2, llegando a un máximo (o “peak”) de emisiones en 2027 y bajando hasta las 97 millones de toneladas de CO2 en 2030. En otras palabras, se apuesta a que en 2030 tengamos los mismos niveles de emisiones que en 2007.

El martes, la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, dijo a este diario que “reducir nuestras emisiones netas en un 45% al 2030 en relación a 2016, es una propuesta audaz”. Sin embargo, el documento deja claro de que esa cifra, del 45%, tiene dos variables a considerar: es dependiente al acceso a financiamiento internacional (“en la medida que se puedan captar flujos financieros internacionales se podría representar un potencial de hasta un 45% de reducciones de emisiones netas”) y considera una alta tasa de absorción de bosques.

Puerta abierta para pinos y eucaliptus

El compromiso en materia de bosques es más alto que el que se hizo en 2015, cuando se presentó el primer documento de reducción de emisiones. Entonces, se prometió la reforestación de 100 mi hectáreas de bosques, “preferentemente nativos”.

Ahora, Chile se compromete al “manejo sustentable y recuperación de 200 mil hectáreas de bosque nativo”.

La forestación va en paralelo, con 200 mil nuevas hectáreas. De esas, la propuesta dice que la mitad será en terrenos de “cubierta forestal permanente” y que, ahí, habrán 70 mil hectáreas de bosque nativo. La cubierta forestal permanente es aquella que se protege y cuida permanentemente, sin cortar y evitando que sea intervenida por ganadería o agricultura. Esto quiere decir que el grueso de la propuesta de reforestación (130 mil hectáreas), será de plantaciones exóticas, de pino y eucaliptus, de las cuales 100 mil serán sometidas a cosecha.

“Todos los árboles, nativos, urbanos, protegidos y exóticos, son verdaderas llaves tecnológicas que permiten mitigar el calentamiento global a través de su fotosíntesis. Hoy celebramos que el aporte de nuestro país también considere soluciones basadas en la naturaleza”, dijo ayer a Qué Pasa Juan José Ugarte, presidente de la Corporación Chilena de la Madera (Corma).

Sin embargo, para Antonio Lara, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la Universidad Austral, esta parte de la propuesta es “un retroceso claro”. Si bien valora el aumento de protección y recuperación de bosque nativo, explica que el propio Inventario de Gases de Efecto Invernadero (INGEI) de Chile, que elabora el ministerio de Medio Ambiente, muestra que la principal “alcancía” de cobertura de carbono en el país es precisamente el bosque nativo, sobre todo bosques jóvenes, seguido de las áreas silvestres protegidas por el Estado.

“Este diseño no es acorde al INGEI. Para aumentar la superficie de plantaciones exóticas pueden haber razones económicas, o querer generar recursos para la industria forestal, pero eso no va a mejorar la contribución de Chile en términos de mitigación. Al cortar, cosechar, en Chile el 50% va para pulpa, eso en 2 años está de vuelta en la atmósfera. Y la otra parte, los productos madereros, aunque duren 30 años, igual se libera”, explica.

Las plantaciones forestales, además, aumentan los riesgos de incendios, dice Lara, que contribuyen con grandes emisiones de gases de efecto invernadero. A esto se suma que a principios de septiembre, académicos del Centro de Ciencia del Clima y Resiliencia lanzaron un estudio donde proyectaron que nuevas plantaciones exóticas consideradas como reforestación para mitigar el cambio climático, tendrán un mayor impacto en la disponibilidad hídrica del país. El tema no es menor, considerando la mega sequía que sufre Chile desde hace 10 años.

“Hubiera esperado una propuesta más acorde con lo que venía planteando la comunidad científica”, afirma Lara.

Este ha sido un tema de debate dentro de la mesa científica de biodiversidad de la COP25, cuyo informe final servirá como insumo para la elaboración final de la NDC de Chile.

Según confirmó el propio Juan José Ugarte a Qué Pasa, el gremio de las forestales estará en la COP25 que se celebrará en diciembre en Santiago, como parte del pabellón de Chile. Además, el comité organizador está preparando un “Día del Bosque” que se desarrollará durante la Conferencia.

¿Quién paga?

La última medición del Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero, da cuenta que en 2016 hubo 111 millones de toneladas de CO2 en emisiones absolutas. Restando el cálculo de captura que hacen los bosques, fueron 46 millones de toneladas de CO2 en emisiones netas.

El cálculo del 45% es sobre las emisiones netas, por lo que se aspira a que, con la forestación, se llegue a las 25 millones de toneladas de CO2 para 2030. Y esa es la meta que el gobierno condicionó al financiamiento externo.

Esto, sin embargo, puede ser considerado un problema en la comunidad internacional, pues Chile, al ser país OCDE, de ingreso medio-alto y tener una gran capacidad de deuda, no es parte de ninguna lista prioritaria para recibir financiamiento en materia de cambio climático.

La apuesta del gobierno es apelar a organismos multilaterales, como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Fondo Verde del Clima, con los que Chile podría apostar a créditos blandos para financiar ciertos proyectos claves para lograr la meta, como instalación de tendido eléctrico nacional, necesario para que las energías renovables reemplacen el poder que hoy siguen entregando las centrales a carbón.

Esto no será fácil. El gobierno anterior, por ejemplo, pidió un crédito al Fondo Verde del Clima (que funciona con tasas más bajas que el promedio) para financiar la reforestación comprometida a la NDC, pero la solicitud no pasó ni los primeros filtros, precisamente porque hay muchos otros países que son más prioritarios en materia de financiamiento.

Según pudo corroborar este medio, el hacer condicional la meta del 45% no fue parte del plan inicial de la NDC, sino que fue introducido por el gobierno justo antes de liberar el documento.

Leer en La Tercera.