Columna de Opinión de Nicolás Luco, periodista científico, quien menciona la charla realizada por Ricardo De Pol-Holz, investigador asociado del (CR)2, en la Academia de Ciencias. Publicada en El Mercurio.
Desde niño conversaba con mi amigo, el mar, en la Playa Grande de Cartagena.
El mar también atrapó a Ricardo De Pol-Holz, (43) doctor en Oceanografía, de la Universidad de Magallanes. Habló el miércoles en la Academia de Ciencias, en Santiago.
Su charla para unas 60 personas coincidió con la Primera conferencia sobre el océano de Naciones Unidas en Nueva York. Allí llegaron 5 mil.
Representaban a Chile el canciller, el ministro de Medio Ambiente, el senador Ricardo Lagos W., el embajador Isauro Torres, Jaime Moscoso, Anakena Manutomatoma, Poky Tane Haoa Hey y dos funcionarios de la Biblioteca del Congreso.
Mientras, en Santiago lluvioso y frío, el doctor De Pol-Holz nos dibujaba el planeta como una cebolla, cuya tela externa es en un 70% agua salada, océano. Todo cuanto conforma nuestra vida ocurre en apenas la capa superior de la cebolla-planeta, nos dijo.
«Y es tremendamente susceptible de ser transformada».
Entre tanto, en Nueva York, el genial presidente de la Asamblea General, Peter Thomson, repartía una frase que se convertiría en lema: «…esta Conferencia representa la mejor oportunidad que jamás tendremos para revertir el ciclo de deterioro que la actividad humana ha descargado sobre el océano».
En Santiago, el oceanógrafo nos explicaba la íntima relación del mar con el clima. El océano ha ido almacenando calor a través de la historia. El 90% del calor proveniente de nuestra emisión de gases invernadero está ahí, aguardando, a kilómetros de profundidad. En el Atlántico, las aguas transportan ese calor desde el hemisferio sur hacia el norte, calentando esa área; esto ha cambiado durante las eras; cuando se produce glaciación.
El científico nos mostraba un gráfico de glaciaciones cada 100 mil años. Cada glaciación es como «sacarle» 120 metros al mar y ponerlos en los continentes. Una glaciación baja el nivel del océano unos 120 metros.
Cambios vitales.
El doctor De Pol-Holz nos mostraba la relación entre temperatura y CO2 y cómo, si seguimos vivendo como hoy, detonaremos un cambio dramático en el clima. Al principio, derretimiento de hielos, mayor evaporación, peores tormentas.
Hay que saber más. Chile ocupa un lugar clave. Desde 1997 hemos invertido en ciencias oceánicas. En Concepción, en el norte y ahora, en Magallanes, ante el océano austral y la Antártica, dice el Dr. De Pol-Holz.
Pero no basta. Chile tiene un único buque de investigación de altamar, Argentina navega 10, por ejemplo. Ignoramos mucho de nuestro océano, podemos avanzar.
En Nueva York no hubo botellas plásticas de agua. Y los organizadores pidieron que gobiernos y entidades enviaran compromisos de acción para detener el deterioro del océano. Llegaron mil.
Y los participantes firmaron un documento, un «Llamado a actuar», que puede leerse en https://oceanconference.un.org/callforaction.
Definen acciones para que la acumulación de plásticos, la pesca ilegal, la minería, el transporte, la guerra, los combustibles fósiles no nos quiten el océano que es de la humanidad.
Acciones mías, que puedo acometer, para preservar mi amigo el mar.