Por Patricio Moreno, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia CR2, y Profesor titular del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Universidad de Chile
Si hablamos del impacto antrópico en el planeta, una reciente investigación interdisciplinaria que integra paleoecología, paleoclima y arqueología identificó un cambio de régimen de incendios en el noroeste de la Patagonia, aparentemente, ocasionado por actividades humanas precolombinas.
El estudio se enfocó en el sector de Tantauco, Isla Grande de Chiloé, donde el clima templado e hiperhúmedo, su distancia a centros eruptivos que pudiesen gatillar incendios, así como a sectores con la estacionalidad de precipitaciones requerida para secar la biomasa, hacen muy improbable la ocurrencia de incendios naturales en la actualidad.
Pese a lo anterior, igualmente hubo algunos incendios en momentos específicos del pasado, lo que se debió a una disminución de las precipitaciones y alza de temperaturas, especialmente, durante la primera parte del actual periodo interglacial (entre 11 mil y 8 mil años). La evidencia demostró que prácticamente no hubo paleoincendios previos (entre 18 y 11 mil años atrás) y posterior a este periodo, debido a condiciones de escasa estacionalidad, abundantes lluvias y bajas temperaturas.
Así, esta investigación demuestra que en el sector de Tantauco hubo escasos y muy esporádicos incendios naturales, acotados tanto a nivel temporal como espacial.
Pese a lo anterior, el análisis indica que hubo anomalías positivas de fuego en comparación con la señal regional a partir de 4 mil años AP (Antes del Presente), se profundizó entre 4 y 3 mil AP y a partir de 2.700 AP el registro muestra incendios sin precedentes, mayores incluso a lo observado durante el siglo 20, lo que coincidió con un marcado incremento en el número y distribución de registros arqueológicos costeros en los archipiélagos de Aysén y la Región de los Lagos.
¿A qué se habría debido este aumento de incendios?
La investigación postula que el cambio de régimen de fuego se debió a un incremento en la variabilidad de las precipitaciones a nivel regional a escalas de tiempo centenal durante los últimos 5.500 años, lo que habría permitido la desecación de combustibles vegetales. Esto coincidió con un incremento en la cantidad de ocupaciones humanas costeras, a la par con el surgimiento de prácticas hortícolas que requerían la “limpieza” o tala de los bosques mediante quemas deliberadas y controladas, una práctica que ya se ha visto y que ha sido documentada histórica y arqueológicamente en el centro de Chile. Cabe destacar que pese a estas quemas, deliberadas o accidentales, el registro de paleovegetación muestra persistencia del bosque templado lluvioso, lo cual sugiere mantención del funcionamiento de estos ecosistemas naturales.
Investigaciones en curso buscan poner a prueba esta y otras hipótesis acerca de la evolución de los ecosistemas terrestres, regímenes de perturbación y variabilidad climática.