Durmientes de roble abandonados sorprenden por guardar información sobre el pasado (diario UACH)

204

Un estudio de un equipo de científicos de la UACH y la Universidad Católica de Valparaíso analizó antiguos durmientes de trenes en el norte chico para fortalecer la red de anillos de árboles de Nothofagus obliqua.

Un verdadero patrimonio ambiental guardan viejos durmientes de trenes en el Norte chico de Chile. La calidad de esta madera nativa, que pese a su abandono aún perdura en las vías férreas de la zona de Illapel y Ovalle, hizo preguntarse a un grupo de científicos de la Universidad Austral de Chile y la Universidad Católica de Valparaíso si podrían ser útiles para el registro de la red de anillos de árboles de roble. Sus resultados hoy han abierto una nueva alternativa de estudio dendrocronológico que permite realizar una datación cruzada.

“Son un patrimonio que permite extender hacia el pasado la información que hoy podemos extraer de los actuales bosques remanentes de roble del sur de nuestro país”, señala el Dr. Duncan Christie, académico del Instituto de Conservación, Biodiversidad y Territorio de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh.

Anillos de crecimiento

El académico explicó que año a año los árboles forman anillos de crecimiento, y el ancho de ellos depende de cómo fue el clima del año en que se formaron (seco, lluvioso, cálido, frío). Son un «archivo natural» gracias al cual se pueden realizar reconstrucciones de alta resolución del clima del pasado durante los últimos siglos e incluso milenios.

En este contexto, es que los investigadores seleccionaron durmientes de las vías férreas abandonadas para analizarlos y fecharlos mediante técnicas de pulido fino de la madera, y medición de los anchos de anillos de crecimiento a través de dendrómetros. “Lo primero fue comprobar que efectivamente los durmientes sirven para realizar estudios con anillos de árboles. Luego, lo comparamos con otros registros del sur en relación a sequías e inundaciones, y éstos coinciden”.

Un punto importante es que los robles de la zona sur de Chile fueron muy explotados en el pasado, por lo tanto, se conserva una escasa cantidad de árboles antiguos o muy longevos de esta especie. La época en que se cortaron los robles destinados para durmientes va más hacia atrás que la edad de los robles vivos aún en pie, y es por eso que en estos durmientes se encuentra una información que hoy ya no existe. “En el fondo, los durmientes guardan una información que no hemos logrado encontrar en el bosque, como una pieza del tiempo que ya se la han llevado, y de ahí viene el valor, su historia ambiental”, expresó Christie e indicó que el anillo más antiguo encontrado en esta madera data del año 1534.

Con el objetivo de corroborar los fechados de los durmientes que se realizaron con secuencias de crecimiento de árboles vivos del sur de Chile, se ejecutaron mediciones de radiocarbono de los años en que existe el registro del aumento global de Carbono-14 en nuestro planeta producto de las detonaciones masivas de bombas nucleares durante el período de la Guerra Fría, lo que se conoce como el “peak de la bomba”, es decir, la huella de un incremento considerable de carbono-14 en los árboles. “Tomamos un durmiente de los años 1950, época en la que se comenzaron a realizar pruebas nucleares, estas explosiones atmosféricas quedaron marcadas en el carbono de los anillos de los árboles. La idea era corroborar que estuvieran bien fechados y para eso observamos si tenía el peak de la bomba, lo cual es muy notorio. De esta forma nos aseguramos de que el fechado que habíamos realizado estaba correcto”, explicó. Este peak se ha repetido en diferentes especies en Chile y el mundo, y demuestra cómo una vez más los árboles pueden contarnos historias del pasado.

Patrimonio y testigos del pasado

Para Christie los durmientes de roble de vías férreas abandonadas del Norte Chico “Son piezas patrimoniales que por un lado pueden dar información del clima y son testigos de la explotación pasada de los bosques de roble, pero también de la época de la Guerra Fría y de la detonación masiva de bombas nucleares”.

Agregó que “el poder estudiar las variaciones del clima más allá del tiempo que nos puedan entregar las mediciones de las estaciones meteorológicas, nos permite tener una perspectiva de varios siglos e incluso milenios acerca de su comportamiento, y de esta forma detectar con gran resolución la magnitud de los cambios en el clima que hoy estamos experimentando”.

En este estudio (http://doi.org/10.1038/s41598-025-93018-0) participaron los académicos del Laboratorio de Dendrocronología y Cambio Global de la UACh Dr. Duncan Christie y Dra. Rocío Urrutia, del Laboratorio de Ecología de Bosques Dr. Mauro González, además del equipo de investigadores del Laboratorio de Dendrocronología y Estudios Ambientales de la Universidad Católica de Valparaíso. | Leer en diario.uach.cl