Dr. René Garreaud advierte sobre el creciente estrés hídrico en zonas clave para la producción (Aqua.cl)

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“El cambio climático no es una amenaza futura, es una realidad presente que está transformando los sistemas hidrológicos sobre los cuales se asienta la acuicultura”. Con estas palabras, el climatólogo e investigador de la Universidad de Chile, doctor René Garreaud, dio inicio a su charla magistral titulada “Impacto del cambio climático sobre sistemas hidrológicos en los que se emplaza la acuicultura”, dictada durante la sesión plenaria de cierre del congreso Lacqua 2025.

Durante su intervención, Garreaud ofreció una mirada amplia y detallada sobre la evolución del clima en América Latina y las proyecciones que anticipan un escenario cada vez más complejo para las actividades productivas dependientes del agua, entre ellas, la acuicultura. “A diferencia de otras crisis, el cambio climático no será un episodio transitorio. Es un fenómeno que nos acompañará durante todo el siglo, con impactos que abarcan desde la producción hasta la logística y la distribución”, señaló el científico.

El experto subrayó que las actividades acuícolas —al igual que la agricultura o la ganadería— se desarrollan a cielo abierto y, por tanto, están expuestas a los vaivenes del clima. “La acuicultura enfrenta desafíos biológicos, económicos y sociales, pero también ambientales. Está sometida a las variaciones del clima, y ahora debe aprender a convivir con un nuevo actor: el cambio climático”, advirtió.

Garreaud recordó que este fenómeno ya afecta de manera directa a países como Chile, Brasil, Perú y Ecuador, donde la variabilidad de las precipitaciones y las temperaturas influye sobre los ecosistemas costeros y continentales. “El cambio climático altera toda la cadena de la acuicultura: desde los sistemas de producción y transporte hasta la disponibilidad y calidad del agua. Es global, es persistente y no hay refugio posible”, enfatizó.

Variabilidad natural y cambio estructural

El académico explicó que, históricamente, los sistemas climáticos latinoamericanos han estado modulados por fenómenos como El Niño y La Niña (ENSO), así como por oscilaciones en el Atlántico y el modo anular del sur. Sin embargo, advirtió que las tendencias observadas en las últimas décadas no pueden explicarse únicamente por esa variabilidad natural. “El secamiento progresivo observado en la zona sur de Chile durante los últimos 40 años no responde solo a ciclos naturales; es la señal del cambio climático”, afirmó.

Presentando registros históricos de precipitación en Puerto Montt y en cuencas como el río Puelo, el científico mostró cómo la disminución de las lluvias y el aumento de las temperaturas configuran un patrón sostenido de reducción de caudales y aumento de estrés hídrico, condiciones que podrían intensificarse hacia mediados de siglo. “La tendencia no se explica solo por ENSO o el modo anular del sur; hay una forzante adicional: la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera”, sostuvo.

Garreaud mostró la estrecha relación entre el aumento del dióxido de carbono (CO₂) y la temperatura media del planeta. “Si uno superpone ambas curvas, la coincidencia es notable. La causalidad se confirma cuando modelamos el clima con los niveles de CO₂ inyectados en la atmósfera. El resultado reproduce el mismo aumento observado en la temperatura global”, explicó.

El investigador recalcó que este proceso no solo afecta al balance energético del planeta, sino también a la circulación atmosférica, los regímenes de precipitación y la temperatura de los océanos, variables que son críticas para la estabilidad de los ecosistemas donde opera la acuicultura. “Cada esfuerzo que hagamos en mitigación y reducción de emisiones contribuye a que el problema no avance tan rápido. No se trata solo de entender el fenómeno, sino de actuar”, dijo.

Proyecciones para el siglo XXI: menos lluvia y más temperatura

A partir de modelos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), Garreaud presentó escenarios para las próximas décadas, considerando distintas trayectorias de emisiones. Tomando como referencia el escenario más negativo (RCP 8.5), señaló que todas las proyecciones coinciden en un aumento sostenido de la temperatura media y una disminución de las precipitaciones en el sur de Chile, donde se concentra buena parte de la salmonicultura nacional. “Los mapas son claros: el sur de Chile se seguirá secando, y las sequías se intensificarán hacia 2050. Esto representa una mala señal para la acuicultura”, comentó.

A nivel continental, advirtió que fenómenos similares se observarán en otras regiones productivas. “Una disminución de las precipitaciones en Brasil o en los ríos del norte de Perú y Ecuador también afectará a la tilapia y al camarón, especies que dependen de sistemas fluviales o estuarinos”, explicó. En tanto, el aumento de temperatura y cambios en la salinidad costera podrían modificar las condiciones de cultivo, la fisiología de las especies y la disponibilidad de alimento natural en el mar.

En su exposición, Garreaud propuso mirar el cambio climático bajo el enfoque del riesgo, entendido como la combinación de amenaza, exposición y vulnerabilidad. “No toda amenaza climática se traduce automáticamente en un impacto. Lo que genera el riesgo es la interacción entre la amenaza (como una sequía o tormenta), la exposición (cuánto del sistema está afectado) y la vulnerabilidad (qué tan preparado está para resistir)”, explicó.

Este marco, señaló, es clave para la planificación de las empresas acuícolas y las políticas públicas. “Si sabemos qué nos produce riesgo y qué lo agrava, podemos reducir la vulnerabilidad y prepararnos mejor. El conocimiento científico debe ser una herramienta para la gestión, no solo para la observación”, indicó.

El Niño y la incertidumbre futura

Pese a los avances en modelación climática, el investigador reconoció que persisten importantes incertidumbres, especialmente sobre la evolución del fenómeno El Niño–Oscilación del Sur (ENSO). “No sabemos si el Niño será más intenso o menos frecuente. Los modelos se dividen casi por igual, pero lo que sí sabemos es que seguirá ocurriendo y que estará superpuesto al calentamiento global”, precisó.

En ese sentido, destacó la necesidad de integrar la información climática en la gestión productiva, anticipando escenarios de estrés y desarrollando planes de contingencia. “El cambio climático tiene algo que otras amenazas no tienen: capacidad de proyección. Podemos anticiparnos y adaptarnos si trabajamos con información científica y escenarios realistas”, sostuvo.

En la parte final de su exposición, Garreaud enfatizó que la adaptación será la clave para la resiliencia del sector acuícola. “Los climatólogos podemos decir qué pasará con el clima, pero el impacto sobre las especies y los sistemas productivos está en manos de ustedes, los expertos en acuicultura”, dijo a la audiencia. “Conocer bien la industria, sus puntos críticos y sus interacciones con el entorno es esencial para diseñar estrategias que mitiguen los efectos del cambio climático”, concluyó.

El mensaje del climatólogo dejó una reflexión clara: La acuicultura latinoamericana, y especialmente la chilena, debe incorporar la variable climática como un componente estructural en su planificación. Los cambios en los sistemas hidrológicos no solo representan un desafío ambiental, sino también una oportunidad para innovar y fortalecer la sostenibilidad del sector.

“Sabemos hacia dónde va el clima. Lo que debemos decidir es cómo queremos llegar a ese futuro”, cerró Garreaud.

Fotografía: B2B Media Group | Leer en Aqua.cl