Una nueva investigación científica reveló que durante más de una década de megasequía, los ríos de la zona central no se secaron gracias al derretimiento de glaciares en Chile, que actuaron como un salvavidas natural ante la ausencia de lluvias. Pero un nuevo estudio advierte que este mecanismo de emergencia está llegando a su límite.
Un sistema natural al borde del colapso
Para comprender lo que está en juego, primero es necesario recordar que los glaciares en Chile son sistemas dinámicos que cumplen una función clave en el ciclo hídrico de montaña. En invierno almacenan precipitación en forma de nieve y hielo; en verano, cuando las lluvias son escasas, liberan ese recurso de manera gradual, manteniendo el caudal de los ríos y sosteniendo ecosistemas, agricultura y consumo humano.
Sin embargo, el estudio publicado en Communications Earth & Environment y liderado por el investigador Álvaro Ayala demuestra que este equilibrio ya se rompió.
Entre 2010 y 2019, las lluvias en la zona centro-sur disminuyeron un 36%, una reducción que habría sido suficiente para provocar caídas drásticas en los caudales. Pero eso no ocurrió: los ríos mantuvieron niveles similares a los de años anteriores porque los glaciares entregaron más agua de la habitual. El costo fue enorme: perdieron un 10% de su volumen total solo en esa década.
En otras palabras, el país ha estado consumiendo su reserva estratégica sin renovarla.
Derretimiento de glaciares en Chile: la señal del calentamiento global
Fabrice Lambert, físico y doctor en Física Climática de la Universidad de Berna, investigador del CR2 y experto en glaciares y cambio climático, explicó que este fenómeno es una consecuencia directa del calentamiento global.
«Entonces eso es la reducción, porque se reduce en el futuro. Eso es porque ahora, mientras que tenemos el retroceso de los glaciares, todavía tenemos mucha agua, pero es como si lo tenemos a crédito. Porque claro que tenemos mucho agua, pero el glaciar se pone más y más y más pequeño y una vez que tienen un tamaño pequeño, simplemente no va a dar mucha agua durante verano»
El estudio proyecta que, manteniendo los escenarios actuales de emisión, los glaciares de Chile podrían perder entre un 50% y un 78% de su volumen hacia el año 2100. El problema no es solo cuánto hielo desaparecerá, sino que el clima está modificando también la forma en que estos gigantes blancos se recargan en invierno.
Menos nieve, temperaturas más altas y un derretimiento continuo están debilitando un sistema que depende de la acumulación anual para funcionar de manera estable.
Lambert explica cuál es la relación que existe entre el cambio climático y el derretimiento de los glaciares en Chile:
«Las temperaturas suben, especialmente en invierno, entonces lo que antes caía como nieve, estos días cae como lluvia. Y ahora cuando la lluvia cae sobre un glaciar, eso tiende a desestabilizarle y después, durante verano, las temperaturas son más altas y entonces se derrite mucho más»
Un futuro con menos agua
Según el estudio, si los glaciares de Chile continúan reduciendo su volumen, el aporte de agua durante el verano, el momento crítico para ríos y embalses, podría caer hasta en un 48% hacia 2100. Esto significa menos disponibilidad justo cuando más se necesitará.
A la disminución del agua se suma una demanda creciente por parte de ciudades, agricultura y sectores productivos. La combinación de ambos factores configura lo que especialistas llaman una “tormenta perfecta”: más calor, menos agua y menores reservas.
Organizaciones ambientales advierten que la situación no solo es grave, sino que exige frenar la intervención industrial en la alta montaña y mejorar la protección legal de los glaciares en Chile. Así lo menciona Silvana Espinosa, vocera de Greenpeace.
«Sin glaciares no hay agua en verano, no hay riego, no hay caudal para los ríos ni equilibrio para nuestras cuencas. Estamos dejando morir a la mayor reserva de agua dulce del país mientras seguimos permitiendo actividades industriales en zonas críticas, como son los proyectos mineros que están ubicados en los glaciares o en zonas periglaciares, como es el caso del proyecto Los Bronces Integrado, muy cerca de Santiago»
El salvavidas se está agotando
La ciencia es clara: los glaciares de Chile han funcionado como un colchón de seguridad durante la megasequía, compensando la falta de lluvia a un costo altísimo. Ese colchón se está agotando. Lo que hasta ahora ha sido una válvula de escape podría desaparecer a fin de siglo, dejándonos sin la última reserva natural en plena crisis climática.
Proteger los glaciares, adaptar los sistemas de gestión del agua y reducir las emisiones no es una tarea futura: es una urgencia del presente.| Leer en radiojgm.uchile.cl
