Por José Barraza, divulgador científico del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia CR2, y Cecilia Ibarra, investigadora CR2 y académica de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile
- Este año, el Estado de Chile debe presentar la actualización de su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), un documento donde se establecen los compromisos del país en materia de cambio climático.
Corría el año 2015 cuando se ratificó el Acuerdo de París, un tratado internacional sobre el cambio climático adoptado en la Conferencia de las Partes número 21 (COP21) celebrada en dicha ciudad francesa.
Según las Convención Marco de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, este documento tiene por objetivo “limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de 2, preferiblemente a 1,5 grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales”, siendo un hito en los acuerdos multilaterales vinculantes en materia de cambio climático al ser adoptado por 196 países en 2015.
En su artículo 3, este tratado señala que todos los Estados firmantes tienen que presentar Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), iniciando en 2020, donde deben comunicar sus esfuerzos para alcanzar el propósito del Acuerdo, específicamente los planteados en sus artículos 4, 7, 9, 10, 11 y 13.
En síntesis, estos puntos indican que cada país que adoptó el tratado debe: (1) disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), (2) adoptar medidas de mitigación internas, (3) aumentar la capacidad de adaptación, fortalecer la resiliencia y reducir la vulnerabilidad al cambio climático, (4) que los países desarrollados proporcionen recursos financieros a los países en desarrollo para prestarles asistencia tanto en la mitigación como en la adaptación, y (5) desarrollar y generar transferencia tecnológica para mejorar la resiliencia al cambio climático y reducir sus GEI.
Las NDC deben actualizarse cada cinco años y presentarse en las COP correspondientes. Chile presentó su primera NDC en 2020 y la reforzó en 2022. Según el Ministerio del Medio Ambiente, la NDC 2020 se enfocó en la mitigación de GEI, la adaptación, los ecosistemas, el fortalecimiento de capacidades y financiamiento, y la inclusión de un pilar social que buscaba alcanzar la justicia climática en la implementación de sus compromisos. El reforzamiento de 2022 agregó un compromiso de disminución de metano, que indica: “Chile se compromete el 2025 a revertir la tendencia creciente de emisiones de metano nacionales (sin UTCUTS). Para ello se fortalecerá la implementación de medidas en las fuentes relevantes a nivel nacional y se orientará el trabajo para la próxima actualización de la NDC”.
Actualización de la NDC en 2025
Este año Chile debe actualizar su NDC de cara a la COP30 a celebrarse en la ciudad de Belém, Brasil. Esta actualización sigue un proceso: primero, el Gobierno elabora un anteproyecto que se da a conocer y se somete a consulta pública; luego, se elabora un proyecto definitivo, y el proceso finaliza cuando este es ratificado por las autoridades correspondientes y pasa a ser la NDC actualizada de Chile. En estos momentos estamos a la espera del proyecto definitivo, pues la consulta pública terminó en abril pasado.
El Ministerio del Medio Ambiente indica que, dentro de los contenidos de la actualización 2025, se encuentra: la revisión del presupuesto de carbono 2020-2030 para lograr la carbono neutralidad al año 2050, revisar metas de carbono negro y contaminantes de vida corta, la incorporación de metas para el metano y para el sector forestal, el reforzamiento del pilar social (incorporado en la NDC 2020) con el objetivo de avanzar a una transición socioecológica justa, entre otras propuestas.
A la vista del anteproyecto de actualización 2025, hay cambios respecto a la NDC de 2020, que es la vigente, porque los compromisos de avanzar en la normativa y tener instrumentos de política pública se han ido cumpliendo. Se publicó la Ley Marco de Cambio Climático en 2022, se elaboraron los planes sectoriales que pasaron por consulta pública y están prontos a su publicación oficial, y hay planes regionales y comunales en elaboración. No obstante los nuevos compromisos propuestos presentan cambios graduales y de ambición muy moderada en relación a la disminución de emisiones, el aumento de capturas y faltan compromisos medibles en materia de adaptación, seguridad hídrica y justicia climática.
Observaciones a la NDC
A nivel general, investigadores e investigadoras del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) desarrollaron un documento con distintas observaciones a la actualización de la NDC en el proceso de consulta pública, donde indicaron que: la forestación solo debe ser con especies nativas, que se deben establecer protocolos para hacer frente a la invasión de especies exóticas, contar con compromisos cuantitativos en ecosistemas marinos, costeros, de humedales y turberas, generar indicadores cuantificables de adaptación y que en todos estos compromisos se incluyan a los actores sociales, entre otras recomendaciones.
Fabrice Lambert, académico del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile e investigador CR2, señaló que una falencia de la actualización es la falta de indicadores que permitan cuantificar las acciones y compromisos. “Había frases muy vagas, como: ‘se van a hacer esfuerzos’, pero no había una manera de cuantificar esos esfuerzos y objetivos”, dijo el especialista.
Al mismo tiempo, se refirió a la propuesta principal de la NDC sobre el manejo sustentable y recuperación de 200.000 hectáreas de bosques nativos para capturar GEI, además de forestar 200.000 hectáreas donde, al menos, 70.000 sea con especies nativas. “En varios lugares del mundo los bosques están disminuyendo su capacidad de capturar carbono debido al cambio climático. Entonces, si la temperatura sube, las especies nativas chilenas también podrían bajar su capacidad de capturar carbono. Si esto ocurre, el plan de la NDC de Chile pierde efectividad ya que la meta de carbono neutralidad está basada fuertemente en la captura de carbono por reforestación”, explicó Fabrice Lambert.
En materia de océanos, y considerando que Chile es un país con más de 4.000 kilómetros de costa lineal, Catalina Aguirre, académica de la Escuela de Ingeniería Oceánica de la Universidad de Valparaíso e investigadora CR2, señaló que “la única medida que plantea la actualización es seguir con las áreas marinas protegidas, pero eso viene de la NDC anterior. Por tanto, no hay nuevos compromisos, solo aumentar hectáreas de estas áreas”. Añadió que, “en este nuevo documento no hay ningún avance para tener una relación diferente con nuestro medio ambiente y sus recursos naturales”.
En relación con los datos climáticos, Francisca Muñoz Bravo, jefa de Datos y Cómputos del CR2 plantea que existe una falta de articulación entre las distintas instituciones que generan información relativa al cambio climático. “En la práctica, cada sector (energía, agricultura, recursos hídricos, salud, etc.) conserva su propio inventario y sus propias métricas; eso dificulta comparar avances, detectar ḷíneas base homogéneas, información climática común, índices compuestos. Esta falta de articulación también afecta la coordinación con la gestión del riesgo de desastres, que comparte múltiples insumos e indicadores con los componentes de adaptación”, explicó.
Chile en la vanguardia
Pese a las observaciones al documento, los especialistas señalan que Chile está a la vanguardia en temas de cambio climático.
“En el marco internacional, Chile está más avanzado que la mayoría de los países, y no solo en sus compromisos, sino también en términos de legislación nacional. Yo diría que pese a que nuestra NDC tiene debilidades, es menos débil que la de otros Estados”, comentó Fabrice Lambert.
Por su parte, Catalina Aguirre indicó que a nivel global “Chile es un país que se ha posicionado en hacer bien aquello relacionado al cambio climático, tiene una Ley Marco de Cambio Climático y poco a poco se han ido implementando sus instrumentos de adaptación y mitigación, posicionándolo bien en términos latinoamericanos. Como fortaleza general, el país se está preocupando de hacer lo mejor y esperemos que esto siga así, pero teniendo metas lo más ambiciosas posibles”.
Sobre datos, Francisca Muñoz indica que se “comienza a visibilizar la dimensión social de la acción climática, al proponer la medición de variables e incorporación de indicadores vinculados a salud, empleo, género y pobreza entre otros”. Añadió que “estos elementos, si bien aún en fase inicial, indican una mayor conciencia de la relevancia de los datos climáticos en la planificación y monitoreo de la acción climática”.