Columna de Opinión de Alejandro Miranda, investigador (CR)2 y del Laboratorio de Ecología del Paisaje y Conservación de la Universidad de la Frontera; Antonio Lara, investigador (CR)2 y académico de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la Universidad Austral de Chile; Adison Altamirano, investigador del Laboratorio de Ecología del Paisaje y Conservación de la Universidad de la Frontera; y Maisa Rojas, directora del (CR)2 y académica del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile. Publicada en El Mostrador.
Alcanzar los compromisos internacionales para combatir el cambio climático requiere la restauración de bosques naturales y no continuar la expansión de plantaciones forestales de pinos y eucaliptus. Estas son parte de las conclusiones de un artículo recientemente publicado en la revista Nature sobre la posibilidad de alcanzar las metas climáticas
El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), definió en su último informe como umbral peligroso un calentamiento global mayor a 1,5°C sobre los valores preindustriales. Para no sobrepasar este límite, se ha estimado que es necesario remover de la atmósfera alrededor de 730 billones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) antes de fines de siglo, y a su vez disminuir las emisiones al mínimo.
Anterior a esto, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático 2015 (COP 21), los países miembros ya habían comprometido medidas concretas para no sobrepasar el nivel de emisiones. Chile, habiendo ratificado el Acuerdo de Paris, será sede de la próxima COP 25, en donde se evaluarán estos compromisos.
En sus Contribuciones Nacionales Determinadas o NDC, el Estado chileno ha comprometido las siguientes medidas: i) reducir sus emisiones en un 30% para el año 2030, y ii) al manejo sustentable y recuperación de 100 mil hectáreas de bosque, permitiendo capturar 600 mil toneladas de CO2 anuales a partir de 2030, esto condicionado a la aprobación de modificaciones de la Ley sobre Recuperación de Bosque Nativo y Fomento Forestal.
El compromiso también incluye forestar 100 mil hectáreas, principalmente de especies nativas, que representarán capturas de entre 900.000 y 1.200.000 de toneladas de CO2 anuales a partir de 2030, compromiso que dependerá de la prórroga del Decreto Ley 701 y a la aprobación de una nueva ley de fomento forestal.
La definición de bosques que se utiliza para estos fines, establecida por la FAO, es muy general, considerando un bosque como una unidad de superficie mayor a 0.5 hectáreas, con árboles de al menos cinco metros de altura, y más de 10% de cobertura de copas.
Esta definición la pueden cumplir los bosques naturales, las plantaciones forestales, matorrales e incluso algunos cultivos agrícolas. Sin embargo, el papel que puede jugar cada tipo de “bosque” en alcanzar las metas climáticas es completamente diferente. Esta definición ambigua ha incluso llevado a los tomadores de decisiones a confundir la forestación (o reforestación) con pinos y eucaliptus con restauración ecológica de bosques, lo cual es una completa contradicción.
De acuerdo a un artículo publicado en la revista Nature, las metas climáticas no se alcanzarán si los países proponen cumplir su parte en la captura de carbono mediante el establecimiento de plantaciones forestales con fines comerciales.
Las plantaciones forestales pueden capturar rápidamente carbono debido a que en general se realizan con especies de rápido crecimiento. Sin embargo, un porcentaje de este carbono capturado es liberado nuevamente a la atmósfera cuando se realizan los procesos industriales vinculados al manejo intensivo de plantaciones, ya que un 54% del volumen total cortado en Chile se destina a la producción de pulpa de celulosa, usada en la fabricación de papel, pañales y otros productos desechables. Bajo este escenario, los bosques naturales serían en promedio cuarenta veces más efectivos en capturar carbono atmosférico comparados con las plantaciones.
Las plantaciones forestales tienen un propósito comercial que da ganancias a la industria, propietarios y aporta en la macroeconomía nacional. Sin embargo, estas no pueden ni deben ser consideradas como parte de las estrategias para combatir el cambio climático tal como ahora está establecido en la Estrategia Nacional de Cambio Climático y Recursos Vegetacionales de CONAF, ya que con esto se ponen en riesgo las metas climáticas.
Hoy es urgente restaurar los bosques naturales, los cuales no solo son el único camino para el cumplimiento de las metas climáticas, sino que a su vez proporcionan múltiples otros servicios ecosistémicos como la regulación ciclo hidrológico, conservación de la biodiversidad, turismo, servicios culturales, entre otros, los cuales no proveen los otros tipos de “bosques”.
Es necesario avanzar en estrategias de restauración y protección de bosques naturales, además de ampliar la estrategia de resguardo a otro tipo de ecosistemas terrestres que ayuden en capturar carbono como humedales, turberas, ecosistemas de montaña, entre otros.
Si Chile quiere hacer un real aporte a combatir el calentamiento global a través de medidas para la captura de CO2 o para la reducción de emisiones por la industria, transporte, y otras actividades, es prioritario conectar las decisiones públicas con la evidencia científica generada a nivel mundial y nacional.
En esta meta climática global, Chile es parte de los más interesados ya que pertenece al grupo de países con mayor vulnerabilidad, donde los bosques naturales no solo ayudarán a cumplir las metas comprometidas sino también a mitigar los efectos del cambio climático, impactando finalmente en el bienestar de sus ciudadanos.