Aún hay optimismo para un acuerdo climático, pero no sería el que se esperaba (El Mercurio)

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(El Mercurio) A un día de que terminen oficialmente las negociaciones de cambio climático, no se estaría logrando un acuerdo totalmente vinculante, pero sí uno que pueda revisarse cada cinco años.

Por Lorena Guzmán H.

En la noche de ayer en París, (tarde de Chile), los negociadores de la cumbre de cambio climático COP21 se volvieron a encerrar entre cuatro paredes. Solo dos horas antes, el presidente de la reunión, el ministro francés de Asuntos Exteriores Laurent Fabius, les había entregado una versión mejorada del último borrador del acuerdo que se espera se anuncie hoy. A la luz de las últimas sesiones maratónicas -que han llegado a extenderse hasta las 5 de la madrugada-, parece que el acuerdo peligra, pero muchos aseguran que aún hay optimismo de lograr algo.

Aunque ya se dio prácticamente por perdido que el resultado final sea realmente vinculante, es decir obligatorio para todos, los expertos concuerdan que igualmente habrá un avance. No será suficiente, pero sí mucho mejor que lo que se había logrado hasta ahora, dice desde París Laura Gallardo, directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.

Los principales puntos del acuerdo que aún no estarían resueltos son la ambición del mismo -es decir, si la meta es quedarse bajo los 2° C o los 1,5° C de aumento de temperatura-, la diferenciación de las obligaciones entre países ricos y pobres, y el financiamiento de las medidas de mitigación y adaptación. Mientras que lo que estaría ganando terreno es la posibilidad que lo acordado se vuelva a revisar cada cinco años para ir ajustando las metas según la realidad del momento.

Además de esto, dice Francisco Meza, director del Centro de Cambio Global UC, es destacable que las conversaciones se estén volviendo más realistas al considerar una estrategia que contemple tanto a la mitigación como a la adaptación, algo que no ocurrió antes. El problema es cómo financiarla, el eterno dilema donde los países en desarrollo o subdesarrollados piden que los con más ingresos sean los que paguen.

«Mirando este proceso desde una perspectiva más positiva, tenemos el impulso de los vuelcos de posición de países como Australia y Canadá, quienes ahora están dispuestos a negociar una reducción mayor de las emisiones, como también el apoyo clave de Estados Unidos en articular puentes entre los países», dice desde París el subsecretario de Medio Ambiente, Marcelo Mena, cabeza de negociación de la comitiva chilena.

El trabajo ha sido maratónico y las diferencias son naturales, pero salvables, dice. «Se ve que hay un compromiso de todos los representantes mundiales de llegar a lo que se necesita para un futuro climático seguro», agrega.

Aún así, lo que se logre va a estar muy lejos de las expectativas creadas antes de que comenzara la reunión. Aunque Estados Unidos está buscando mecanismos paliativos frente a la falta de un acuerdo vinculante, China insiste que no puede comprometerse a revisar cada cinco años sus metas porque no sabe si estará en condiciones de hacerlo.

Si finalmente se llega a este punto de acuerdo, se estaría abriendo un espacio donde cada país pueda tener sus propias legislaciones, dice Laura Gallardo. Esto permitiría autonomía en la coordinación y seguimientos de los propios compromisos, pero aún así las conferencias y acuerdos internacionales tendrán que seguir presentes como control.

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