Comunidad científica llama a fortalecer la protección de ecosistemas de Chile central (El Mostrador)

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Declaran urgente aumentar la protección legal del bosque nativo y particularmente, de la palma chilena, declarándola “Monumento Nacional”. Esta especie podría desaparecer durante el presente siglo, según advierten. Investigadores plantean cinco ejes de acción, entre ellos, la pronta aprobación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, SBAP.

Tras el megaincendio ocurrido en el Santuario de la Naturaleza “Palmar El Salto” y el Parque Kan-Kan de Viña del Mar, con un saldo de 125 hectáreas afectadas, 5 mil viviendas destruidas y 1700 palmas chilenas arrasadas por las llamas, científicas y científicos realizaron un llamado a fortalecer la institucionalidad ambiental de Chile para la protección del bosque esclerófilo y la palma chilena frente a un escenario adverso para su conservación.

Este emplazamiento estuvo liderado por las y los integrantes de la “Iniciativa Intercentros Bosque Esclerófilo y Cambio Global”, pertenecientes al Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) y el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES).

Este grupo de investigadores inició un trabajo conjunto a fines del 2019, con el fin de estudiar a este bosque de Chile central -en el que habitan especies como el boldo, quillay, peumo, litre y espinillo- y buscar herramientas conjuntas para promover su conservación, desde una perspectiva socioecológica.

Alta vulnerabilidad

“El lamentable incendio ocurrido recientemente en Viña del Mar, nos preocupa enormemente. Chile central es la zona con más habitantes del país y sus ecosistemas son uno de los más vulnerables y amenazados del país y el mundo. En ese contexto, la fuerte disminución de las precipitaciones junto con el aumento de la frecuencia y duración de las olas de calor y el uso irregular de áreas naturales con importancia para la conservación biológica (palmares y bosque esclerófilo) han generado un alto nivel de vulnerabilidad a este singular ecosistema. La condición de alto estrés disminuye la capacidad de recuperación del bosque frente a eventos de perturbación como los incendios forestales”, explica Cristián Delpiano, investigador del IEB e integrante de la Iniciativa Intercentros.

“Las especies del bosque esclerófilo están adaptadas a periodos secos, pero la actual megasequía ha presionado los umbrales de tolerancia a la sequía, generando un pardeamiento generalizado de las copas de los árboles en miles de hectáreas de bosque entre la región de Valparaíso a O’Higgins. A pesar de que una potencial recuperación de este ecosistema es posible, todo ese material seco de hojas y ramas incrementa el peligro de incendios, por la gran acumulación de combustible en el piso y en la parte aérea del bosque, amenazando la biodiversidad que sustentan y generando incendios de grandes dimensiones”, señala Alejandro Miranda, investigador del (CR)2 y del Laboratorio de Ecología del Paisaje y Conservación de la Universidad de la Frontera.

En el contexto del último megaincendio en Viña del Mar, donde se quemaron cientos de palmas chilenas centenarias las y los integrantes de esta agrupación declaran la urgencia de aumentar el nivel de protección legal para esta especie y para el bosque esclerófilo en su conjunto. El llamado de urgencia radica en que bajo el actual contexto de rápidos cambios globales los bosques de palma chilena podrían extinguirse dentro del presente siglo.

Poca recuperación

Por otro lado, este tipo de ecosistemas tienen un bajo (y casi nulo) potencial de recuperación bajo el actual escenario de crisis climática, generando una alta incertidumbre en los resultados de restauración post-incendio. La dificultad para recuperar estos ecosistemas radica en las características reproductivas y ecológicas de la palma, pero además por la alta presión antrópica sobre sus frutos y el impacto de especies invasoras.

Junto al impacto de los incendios forestales sobre la flora y fauna, el aumento en su frecuencia e intensidad también afecta fuertemente a los suelos, especialmente su capacidad de almacenar agua y carbono, y su rol como hábitat de millones de especies. Los incendios además pueden acelerar indirectamente procesos erosivos al perderse la cubierta vegetal que los protege de la lluvia, por lo cual es fundamental recuperar la cobertura natural del suelo, dentro de las prácticas de restauración de bosques incendiados.

“Cubrir el suelo, por ejemplo, con mantillos naturales o enmiendas orgánicas que se pueden obtener de la misma zona afectada, mejora su contenido de materia orgánica y capacidad de retener agua, lo que es fundamental para sostener la re-vegetación de las zonas afectadas”, declara Claudia Rojas, académica de la Universidad de O’Higgins y miembro de la Iniciativa.

Sin embargo, “la prevención de incendios es prioritaria, ya que el proceso de recuperación de un ecosistema de tipo Mediterráneo es lento. Por ejemplo, la biodiversidad y actividad biológica del suelo del bosque esclerofilo afectado por los incendios de 2017 hasta la actualidad muestra huellas de la ocurrencia de estos eventos, a pesar de que la vegetación se ha ido recuperando en estos años, el ecosistema de bosque en su conjunto aún no lo ha hecho”, culmina la doctora Rojas.

Recomendaciones y ejes de acción

Las y los integrantes de esta iniciativa declaran que para efectuar las acciones correctas, la sociedad debe asumir que Chile central y sus ecosistemas están muy vulnerables producto de la megasequía. Y que en vista de la crítica situación, es urgente avanzar en una estrategia que aborde las causas del problema, y dé la oportunidad de conservar y recuperar el bosque esclerófilo y palma chilena mediante cinco ejes de acción.

El primero es focalizar la asignación de presupuesto en áreas protegidas administradas por CONAF, para fortalecer los protocolos y planes de prevención de incendios forestales en áreas con alto valor ecológico (refugios biológicos ante incendios).

El segundo es avanzar en el proceso legislativo para declarar a la especie Jubea chilensis (palma chilena) en la categoría de “Monumento Natural”. Esta categoría permite que CONAF controle y otorgue de forma restrictiva los permisos de explotación de individuos vivos, la habilitación de terrenos donde se encuentren palmas chilenas y la aprobación de Planes de Manejo Forestal sólo para objetivos de conservación.

En tercer lugar, se propone avanzar en la preparación de la ficha técnica para modificar la clasificación actual de Jubaea chilensis de “En peligro” a “En peligro crítico”. La ficha debe ser presentada al Comité de Clasificación de Especies del Ministerio del Medio Ambiente (MMA) para su consideración en el próximo proceso de clasificación de especies (N°20/2023).

En cuarto lugar, se propone crear nuevas áreas protegidas privadas y del Estado (SNASPE) para incrementar la representatividad de ecosistemas cuyas especies se encuentran categorizadas como vulnerables, en peligro o en peligro crítico de extinción. En el caso de la superficie de bosques de palma chilena, la propuesta apunta a incrementar su área de protección de un 60% (actual) a un 100% (15.085 ha, según el último Catastro de Bosque Nativo, CONAF).

Finalmente, se espera la promulgación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) y el Servicio Nacional Forestal (SENAFOR), que permite modernizar la institucionalidad ambiental y ejecutar las regulaciones e instrumentos necesarios para conservar la biodiversidad. | Lee la nota en El Mostrador.