Análisis (CR)2 | Chile, país de tornados

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Por Roberto Rondanelli, investigador asociado CR2, y José Barraza, encargado divulgación científica CR2 

El viernes 2 de junio, a las 14:41 horas, la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) emitió una alerta de probabilidad de tornados y trombas marinas, eventos extremos que se desarrollarían desde la madrugada del 3 de junio hasta la mañana del mismo día en distintas zonas de las regiones de Los Ríos y de Los Lagos. Es posible que esta sea la primera vez en su historia que la DMC da una alerta específica sobre la formación de tornados en Chile. ¿Acaso Chile se convirtió de un momento a otro en un país de tornados? La respuesta a esta pregunta es que no fue de un momento a otro, pues Chile siempre ha sido un país de tornados.

A lo largo de la historia del territorio hay evidencia de sobra para documentar esta afirmación. Quizás el punto de inflexión en nuestra conciencia sobre los tornados llegó en mayo de 2019, cuando ocurrió un “enjambre de tornados” en la zona sur de Chile (36°-38°S), donde, al menos, siete fueron reportados en menos de 24 horas, provocando graves daños en infraestructura, heridos y una persona fallecida (Aránguiz et al., 2020; Barrett et al., 2020; Vicencio et al., 2019, 2021). Estos tornados de mayo de 2019 despertaron la memoria adormecida de los habitantes de Concepción, Los Ángeles y otras zonas de las regiones del Ñuble y del Biobío.

Los tornados son una gran fuerza de la naturaleza —los más fuertes vientos en el planeta ocurren asociados a estos fenómenos—, pero, así como poderosos, son también efímeros: su ancho no pasa de una cuadra o dos, y su duración puede ser de apenas 15 minutos. Quien lo ve y lo sufre no lo olvidará nunca, pero el vecino de una cuadra más allá apenas podría notarlo. Esa naturaleza efímera y caprichosa, quizás, explique en parte nuestra amnesia tornádica.

Los medios de comunicación y recientemente las redes sociales se han convertido en una importante fuente de información para rescatar la ocurrencia de estos fenómenos. Esto nos ha permitido instruirnos sobre eventos de tornados históricos (De la Maza, 2017; Bastías-Curivil et al., 2023), como el ocurrido el 27 de mayo de 1934, que atravesó toda la ciudad de Concepción (Figura 1) y dejó múltiples daños y víctimas fatales. De siglos pasados también existen múltiples registros. Una de las primeras menciones data del 26 de abril de 1881, en Valdivia, y más atrás en el tiempo habría ocurrido un tornado el 14 de mayo de 1633, que destruyó el fuerte de Carelmapu (Ovalle, 2011).

Figura 1: Ruta del tornado ocurrido en la madrugada del 27 de mayo de 1934 en Concepción. Fuente: Diario El Sur, edición del 28 de mayo de 1934.

Sin embargo, y pese a que muchos tornados se han registrado en el sur del país, estos no se circunscriben exclusivamente a esta zona. Por ejemplo, en febrero de este año supimos de un tornado en Paihuano, región de Coquimbo, y también de una tromba marina en El Quisco, región de Valparaíso, a inicios de julio de 2020. Como Santiago no se puede quedar atrás, y gracias a la iniciativa de Cristian Bastías-Curivil, un colega “busca-tornados”, se halló evidencia de un tornado que pasó por Santiago en el siglo XIX. Al principio solo se contaba con el título en francés (una de las lenguas francas de la ciencia en esa época) de lo que parecía ser un artículo sobre tornados, publicado en 1893 por el profesor de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, Alphonse Nogues (Nogues, 1893). Luego de unos veinte minutos de furor y palpitaciones, se logró dar con el artículo perfectamente legible y en pdf en Actes de La Societé Scientifique Du Chili, una revista científica chilena.

Figura 2: Fotografía de Alphonse Nogués, tomada de Chouteau (1903) .

Como este tornado tenía ambiciones de fama y fortuna y no quiso pasar desapercibido, decidió cruzar nada menos que por la casa del entonces rector de la Universidad de Chile, el señor José Joaquín Aguirre.

Después de años de buscar tornados en la literatura y en las crónicas, y luego de autoconvencernos de la ausencia de tornados en Santiago —si hubiera habido tornados en la capital, nos decíamos, de seguro ya sabríamos, pues una cosa así no puede pasar desapercibida en una ciudad de millones de habitantes—, finalmente encontramos uno y documentado, además, por uno de nuestros propios antepasados académicos. Cabe preguntarse qué tan buena idea habrá sido escribir solo en francés respecto de este tornado, y también, ¿cuántos más tornados estarán escondidos en un recóndito lugar de alguna biblioteca esperando ser redescubiertos?

Este tornado de Santiago no es el primero en pasar por la casa de un ciudadano ilustre; el tornado de Valdivia de 1881 destruyó la casa y parte de la cervecería de Carlos Anwandter, colono alemán y uno de los principales hombres públicos de la ciudad. El tornado de Concepción de 1934 pasó por la casa de Ottmar Wilhelm, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción. Quizás no es coincidencia que los testimonios de estos tornados sean, justamente, aquellos que vienen acompañados del prestigio de estos personajes públicos, cuya palabra no será puesta en duda. Muchos otros tornados habrán ocurrido y siguen ocurriendo, y son apenas vistos por una o pocas personas, y que en ausencia de cámaras u otros registros tendrán que hacer valer su palabra ante escépticos vecinos o amigos que podrán o no creer en un relato que será muchas veces tomado por fantástico.

La temporada de tornados chilena

Una rápida mirada a la lista de tornados históricos de la que disponemos nos lleva a otra interesante curiosidad. Una gran cantidad de tornados históricos se ubican entre el 14 de mayo y el 14 de junio de cada año: Carelmapu, Lebu, Ancud, Concepción, Santiago, Puerto Saavedra, Valdivia, Villarrica, Puerto Varas, Los Ángeles, San Carlos, todas ciudades que tienen un tornado histórico dentro de esas fechas. El porqué de esta estacionalidad es una pregunta que tiene ocupada a la comunidad científica atmosférica nacional que recién se está iniciando en el estudio de estos tornados a partir del enjambre de 2019. Esperamos ir despejando las causas físicas detrás de esta llamativa estacionalidad que nos permite hablar con toda propiedad de nuestra propia temporada de tornados.

Ancud, ciudad de tornados

Volviendo a la alerta del 2 de junio, lo poco o mucho que hemos aprendido respecto de tornados nos llevó a prepararnos para la formación de tormentas severas que durante esos días ocurrieron desde el sur de la región del Maule hasta la región de Los Lagos, incluyendo el archipiélago de Chiloé durante los días 2 y 3 de junio. Esto porque son dos los factores que identifican la posible ocurrencia de tornados: 1. la inestabilidad atmosférica que usualmente se expresa a través de una variable conocida como CAPE (convective available potential energy, J/kg) y 2. el cizalle en niveles bajos de la atmósfera, que corresponde al cambio en la dirección y magnitud del viento entre dos niveles cerca de la superficie. Por razones que son un tanto largas de discutir en este análisis, la combinación entre cizalle de niveles bajos e inestabilidad atmosférica da lugar a la formación de tormentas severas, es decir, tormentas de mayor duración y que vienen acompañadas de fenómenos eléctricos, granizo y algunas veces de trombas y tornados. Estas tormentas severas tienen su origen en la inclinación de la rotación horizontal contenida en el cizalle de niveles bajos por parte de la inestabilidad atmosférica (para quienes quieran leer más sobre esto, un entretenido artículo de difusión escrito por Paul Markowski e Yvette Richardson es un buen punto de partida).

Como se observa en la figura 3, valores relativamente altos de CAPE ocurren a lo largo de la costa entre 36 y 50ºS, pero los valores más altos de cizalle (vectores más largos en la Figura 3) ocurren en la costa de Chile entre los 42 y 44ºS.

Figura 3: Distribución espacial del CAPE (Convective Available Potential Energy, barra de colores en J/kg) y del cizalle (diferencia del viento entre 850 hPa y la superficie) para el día 2 de junio a las 18:00 UTC. Fuente: Reanálisis ERA-5 (datos recolectados desde el r-Explorer https://rexplorer.cr2.cl/).

Figura 4: Temperatura de los topes nubosos desde el satélite GOES (escala de colores en grados ºC) y densidad de energía de descargas eléctricas desde el Geostationary Lightning Mapper (GLM) de GOES, para el día 2 de junio de 2023, entre las 21:00 y las 22:50 UTC. El circulo negro es la ciudad de Ancud y los rayos están representados por el símbolo x, cuyo color y tamaño dependen de la densidad de rayos en un punto en particular.

La figura 4 nos muestra la evolución de los topes nubosos unas tres horas después de la alerta de la DMC, y podemos ver cómo una sucesión de tormentas convectivas severas, con topes nubosos de temperaturas cercanas a los – 60 ºC atraviesan la parte Norte de la isla grande de Chiloé, de Noroeste a Sureste, acompañadas de una gran densidad de energía de rayos alrededor de las 21:50 UTC. Es justamente a esta hora que vecinos de Ancud se ven sacudidos por un tornado cuyo camino y daños han podido ser reconstruidos con ayuda de testigos y periodistas de la zona (ver Figura 5).

Figura 5: Ubicación de los puntos en que testigos relatan el paso de un tornado por la ciudad de Ancud (puntos negros) y su posible trayectoria. Fotografías del daño del tornado en el sector de la ruta del Trauco. Agradecemos las imágenes de Daniela Altamirano, y la colaboración de Soledad Lorca, de Radio Pudeto en la investigación y realización del mapa.

Como se puede apreciar en la Figura 5, el tornado atravesó un sector rural al Oeste de Ancud, dejando graves daños en techos y construcciones, además de tumbar de raíz añosos árboles. La alerta de tornados y trombas de la DMC efectivamente se materializó, entonces, en un tornado cuyos daños fueron relativamente limitados (por fortuna no hubo que lamentar fallecidos) al pasar por un sector mayormente despoblado de la ciudad.

Ancud registra varios tornados históricos: 1927, 2011, 2012 y 2020. Si bien estamos lejos de poder decir con precisión dónde ocurrirán estos tornados exactamente, parece posible, y a la luz de este evento reciente en Ancud, decir que ya es una realidad predecir al menos las condiciones favorables para la ocurrencia de tornados. Este aspecto de prevención debiera acompañarse de los comprometidos radares meteorológicos, instrumentos con la capacidad de detectar la formación in situ de las tormentas tornádicas, y la ciudad de Ancud (así como Puerto Montt, Valdivia y Concepción) parece ser una gran candidata para que cuente con un radar meteorológico que pueda alertar en tiempo real la formación de estas tormentas severas conducentes a tornados. Todavía nos queda mucho por aprender de estas tormentas, su formación y su comportamiento futuro ante el cambio climático, y una parte sustancial de la prevención consiste, simplemente, en recordar que suceden.

Referencias

Aránguiz, R., Saez, B., Gutiérrez, G., Oyarzo-Vera, C., Nuñez, E., Quiñones, C., et al. (2020). Damage assessment of the May 31st, 2019, Talcahuano tornado, Chile. International Journal of Disaster Risk Reduction, 50, 101853.

Barrett, B. S., Marin, J. C., & Jacques-Coper, M. (2020). A multiscale analysis of the tornadoes of 30–31 May 2019 in south-central Chile. Atmospheric Research, 236, 104811.

Bastías-Curivil, C, Rondanelli R. and R. Charrier. (2023). Tornados y trombas en Chile desde 1540 al 2023. Un estudio histórico y geomitológico. En Preparación.

Chouteau, E. (1903). La France en Chili, profils et biographies. Album de La Colonie Française Au Chili, Editado Por M. Vega, Imprimerie et Lithographie, Franco-Chilienne, Santiago Du Chili.

De la Maza, A. (2017). Clasificación de Tornados y Trombas Marinas según la escala TORRO. In V Congreso de Oceanografía Física, Meteorología y Clima del Océano Pacífico Sur Oriental. Universidad de Concepcion.

Markowski, P., & Richardson, Y. (2014). What we know and don’t know about tornado formation. Physics Today, 67(9), 26–31.

Nogues, A. (1893). Note sur un tourbillon cyclonique et la génération des tourbillons dans les fluides. Actes de La Societé Scientifique Du Chili, III.

Ovalle, A. de. (2011). Hiftórica relacion del Reyno de Chile (fragmento). Anales de La Universidad de Chile, (1), 143–145.

Vicencio, J., Reyes, A., Sánchez, S., Padilla, R., & Crespo, J. (2019). Informe Especial: Tornados en la Región del Biobío. (C. Cruz & G. Torres, Eds.). Oficina de Servicios Climatológicos, Sección Climatología. Subdepartamento de Climatología y Meteorología Aplicada. Obtenido de: https://degreyd.minsal.cl/wp-content/uploads/2015/07/DMC-InfoEspecial_TornadosBiobio_v5black-1.pdf 

Vicencio, J., Rondanelli, R., Campos, D., Valenzuela, R., Garreaud, R., Reyes, A., et al. (2021). The Chilean Tornado Outbreak of May 2019: Synoptic, Mesoscale, and Historical Contexts. Bulletin of the American Meteorological Society, 102(3), E611–E634.