Análisis: ¿Qué son las turberas y cómo nos ayudan a disminuir los impactos del cambio climático? | (CR)2

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Jorge Hoyos-Santillán, investigador postdoctoral Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2

Las turberas, como la que podemos apreciar en la imagen 1, representan un tipo de humedales que mantienen una doble función, emitiendo y capturando carbono de manera simultánea hacia la atmósfera (Joosten & Clarke 2002). El mecanismo a través del cual secuestran carbono las turberas, es mediante la acumulación de materia orgánica parcialmente descompuesta (hojas, ramas, frutos, raíces), cuya estructura molecular contiene carbono (lignina, carbohidratos, ácidos grasos). En las turberas, la materia orgánica se acumula debido a que, en el largo plazo, se produce más biomasa de la que se degrada. Para que esto ocurra, es necesario que existan condiciones ambientales específicas que promuevan la acumulación de materia orgánica. Por ejemplo, es necesario que se mantengan condiciones de inundación o saturación de agua en el suelo durante periodos prolongados y que la materia orgánica que se deposite tenga cierto grado de resistencia a la descomposición (Couwenberg & Joosten 1999).

A escala global, las turberas ocupan un área cercana a las 399 millones de hectáreas (Page et al., 2011), en las que se han acumulado aproximadamente 644 giga-toneladas[1] de carbono durante el periodo del Holoceno (Leifeld & Menichetti 2018), convirtiéndose en el reservorio de carbono más importante en la biósfera (Yu, 2011), y en uno de los sumideros[2] de carbono más importantes del planeta. Debido a que el reservorio de carbono de las turberas es 1.7 veces superior al de la biomasa aérea de todos los bosques del planeta (Leifeld and Menichetti, 2018; Pan et al., 2011), y a que mantienen una capacidad importante de secuestro de carbono, estos ecosistemas participan en la regulación de las concentraciones de CO2 en la atmósfera (Frolking et al., 2011; Yu, 2011). Así mismo, las turberas emiten cantidades importantes de metano (CH4), influenciando las concentraciones atmosféricas de este gas de efecto invernadero. De manera conjunta, la capacidad de secuestrar carbono y de emitir CH4 convierte a las turberas en un importante agente de regulación climática (Gorham et al., 2012; Tian et al., 2016; Yu et al., 2003), mitigando el aumento de temperatura en el planeta durante miles de años (Frolking et al., 2006).

Imagen 1: Turbera prístina de Tierra el Fuego, Chile.

En la actualidad, la mayor parte de las turberas que no han sido alteradas por actividades humanas mantienen su papel como sumideros de carbono, secuestrando cerca de 0.1 giga-toneladas de carbono anualmente. No obstante, actualmente la capacidad de las turberas para secuestrar carbono está siendo amenazada de manera directa por el cambio climático (sequías) y actividades humanas (cambio de uso del suelo), y de manera indirecta por el derretimiento del permafrost e incendios. Se estima que, la degradación de turberas a nivel global podría desestabilizar sus reservorios de carbono, disminuyendo su capacidad potencial como sumideros de carbono hasta transformarse en fuentes emisoras netas de carbono (Frolking et al., 2011).

En Chile, las turberas abarcan una extensión de entre 2.3 y 3.1 millones de hectáreas (CONAF & CONAMA, 2006; Ruiz & Doberti, 2005), ubicándose más del 90 % en la Patagonia. Con una profundidad promedio de 5.3 ± 0.3 metros, las turberas de la Patagonia han participado como sumideros de carbono durante los últimos 18 mil años, almacenando cerca de 4.8 giga-toneladas de carbono (Hoyos-Santillan et al., 2019). Sin embargo, la turba en Chile es un recurso sujeto a ser concesionado, lo que ha transformado diversas turberas en las regiones de Magallanes y la Antártica Chilena, Aysén y Los Lagos en fuentes netas de emisiones de carbono hacia la atmósfera (imagen 2).

Imagen 2: Turbera degradada en Tierra de Fuego para extracción de Sphagnum magellanicum.

En 2019 el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) definió que  la conservación y restauración de turberas representaba una alternativa de impacto inmediato para mitigar las emisiones de carbono hacia la atmósfera (IPCC, 2019). En la misma línea, desde hace unos años se ha promovido a las turberas como parte de las Soluciones Climáticas Naturales o Soluciones Basadas en la Naturaleza (Natural Climate Solutions o Nature Based Solutions). Estos mecanismos buscan, a través de la conservación, restauración y el manejo adecuado del suelo, incrementar la capacidad de almacenamiento de carbono; así como, la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero en diferentes ecosistemas (bosques, turberas, pastizales) (Griscom et al., 2017). Consecuentemente, las Soluciones Climáticas Naturales podrían contribuir de manera significativa a la consecución de las metas de mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero propuestas por Chile en la actualización de sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, facilitando la migración hacia la carbono neutralidad del país para el año 2050 (Hoyos-Santillan et al., 2019). Desgraciadamente, existen varios obstáculos que impiden una implementación adecuada de las Soluciones Climáticas Naturales en Chile. En el caso específico de las turberas de la Patagonia, uno de los principales obstáculos radica en la alta incertidumbre en la estimación del área y contenido de carbono de estos ecosistemas. De la misma manera, existe una cantidad limitada de información disponible que permita evaluar cuantitativamente las tasas de acumulación de turba o las tasas de emisión de carbono en las turberas de la Patagonia. Menor aún es la información existente relacionada al impacto del cambio climático y su interacción con las actividades humanas sobre el balance neto de carbono en las turberas. A pesar de esto, estimaciones preliminares sugieren que las turberas de la Patagonia Chilena podrían secuestrar alrededor de 13 millones de toneladas de carbono entre los años 2020 y 2050. Esta magnitud podría parecer pequeña debido a las bajas tasas de acumulación de carbono en turberas de la Patagonia. Sin embargo, el hecho de que las turberas funcionen como sumideros y no como fuentes emisoras de carbono, garantiza la conservación del importante reservorio de carbono que representan, mismo que es 4.7 veces superior al de la biomasa aérea de todos los bosques de Chile (Hoyos-Santillan et al., 2019).

Finalmente, además de que las turberas podrían jugar un papel central en los inventarios de carbono de nuestro país, es importante tener presente que estos ecosistemas son un componente estructural de diversas cuencas hidrográficas, tienen una biodiversidad excepcional y mantienen registros paleoecológicos de alta resolución. Por lo tanto, la conservación de las turberas no sólo representaría un mecanismo adicional para alcanzar la carbono neutralidad, sino que podría representar un pilar fundamental en la preservación de la biodiversidad en Chile en el contexto del cambio climático global.

Notas

[1] El concepto de gigatonelada refiere a mil millones de toneladas (Gt C; 1 × 109 toneladas de carbono).

[2] Sumidero: Todo proceso, actividad o mecanismo que sustrae de la atmósfera un gas de efecto invernadero, un aerosol o un precursor de cualquiera de ellos. Reservorio: Componente del sistema climático, distinto de la atmósfera, con capacidad para almacenar, acumular o liberar una sustancia objeto de estudio (por ejemplo, carbón, gases de efecto invernadero o precursores). Son reservorios de carbón, por ejemplo, los océanos, los suelos o los bosques. Un término equivalente es depósito (obsérvese que la definición de depósito suele abarcar también la atmósfera). La cantidad absoluta de una determinada sustancia en un reservorio durante un tiempo dado se denomina reserva.

Referencias

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