Asesoría científica: Mauricio Zambranoa, Verónica Delgadob, René Garreaudc y Camila Álvarezd.
Desde el año 2010 Chile central ha presentado sequía[1] y escasez hídrica en algunas zonas. Pese a que no existe una definición única de sequía, todas comienzan con la falta de lluvia respecto del comportamiento histórico. La escasez hídrica, en tanto, es una condición más compleja, que se produce cuando el agua disponible es menor que la demandada para usos sociales y ambientales, como el consumo humano y de animales, mantención de ecosistemas, agricultura, minería, industria y otros. Así, la escasez hídrica depende de las decisiones que se tomen respecto de los usos del agua y puede existir escasez aún en presencia de precipitaciones normales. Sin embargo, según el derecho chileno, una zona de escasez hídrica es decretada por la autoridad en épocas de “extraordinaria sequía”[2], las que se determinan según condiciones hidrometeorológicas establecidas en la regulación[3], sin indicadores de uso ni demanda de agua. En octubre de 2019, un total de 129 comunas presentaban escasez hídrica decretada oficialmente[4].
[1] Garreaud et al. (2017) y Garreaud et al. (2019)
[2] El art. 314 del Código de Aguas, dispone en su inciso 1º: El Presidente de la República, a petición o con informe de la Dirección General de Aguas, podrá, en épocas de extraordinaria sequía, declarar zonas de escasez por períodos máximos de seis meses, no prorrogables. Código de Aguas, DFL 1.121 (1981) Disponible en: https://www.leychile.cl/Consulta/m/norma_plana?org=&idNorma=5605
[3] Se deben seguir los criterios establecidos en la Resolución DGA Nº1.674 (2012), que deja sin efecto la Resolución DGA Nº 39, de 9 de febrero de 1984, y establece nuevos criterios para calificar épocas de extraordinaria sequía. Se señala que las épocas de sequía que revistan carácter de extraordinarias serán calificadas sobre la base de las siguientes Condiciones Hidrometeorológicas: precipitaciones, caudales de los ríos, volúmenes de embalses y las condiciones de los acuíferos medidos en estaciones de observación controladas por la DGA u otras entidades encargadas de hacer mediciones hidrometeorológicas. https://dga.mop.gob.cl/legistlacionynormas/resoluciones/Resoluciones/1674_2012.pdf
[4] https://dga.mop.gob.cl/DGADocumentos/Decretos_vigentes.jpg
a (CR)2, Universidad de La Frontera
b (CR)2, Universidad de Concepción
c (CR)2, Universidad de Chile
d (CR)2, Universidad Austral
En Chile hay sequía y escasez hídrica en algunas zonas. A diferencia de la sequía, que es un fenómeno meteorológico, la escasez hídrica depende de las decisiones que se tomen respecto del uso del agua (Van Loon et al., 2013; Van Loon et al., 2016).
Sabemos que hay sequía por la observación del comportamiento de la precipitación, el caudal de los ríos y las condiciones meteorológicas a lo largo de las décadas. Así, las sequías se determinan cuando hay un déficit con respecto al registro histórico de la precipitación (sequía meteorológica) y/o del caudal en los ríos (sequía hidrológica). La sequía meteorológica que se observa en Chile entre Coquimbo y Los Lagos cumple una década en 2019 y por eso se le ha llamado “megasequía” (Garreaud et al., 2017; Garreaud et al., 2019).
En tanto, la escasez hídrica es un término complejo porque involucra procesos hidrológicos, meteorológicos y también los usos que se le da al agua (Zambrano-Bigiarini, 2019 a y b).
Para determinar si una zona está afectada por escasez hídrica, es necesario conocer el funcionamiento de los principales procesos hidrológicos que ocurren a nivel de las cuencas, y cuantificar la oferta y la demanda de agua dulce, trabajo que no es fácil.
En el caso de la oferta o disponibilidad de agua para un territorio, ésta depende de las lluvias, de los aportes nivales y glaciares, de los acuíferos subterráneos, del agua disponible en los embalses, del agua que transpira la vegetación y de cómo cada uno de estos flujos transita a través de una cuenca. La oferta de agua superficial en Chile se ha reportado en diversos estudios, dentro de los cuales destaca la “Actualización del Balance Hídrico Nacional” (DGA, 2017). Sin embargo, aún cuando en Chile contamos con una red de monitoreo de variables hidrometeorológicas hace décadas, dada la compleja topografía de Chile y la diversidad climática de más de 4,000 km que abarca el país de norte a sur, esta red de monitoreo sigue siendo insuficiente para estimar de manera adecuada la disponibilidad de agua en algunas zonas. Esto dificulta la estimación de la precipitación líquida y sólida (nieve) en la cordillera (e.g. Alvarez-Garretón et al., 2018), los aportes glaciares debido a su actual derretimiento (Dussaillant et al, 2019) o el nivel de acuíferos, entre otros.
Por su parte, la demanda proviene de los usos para el consumo humano, de animales, de actividades económico-productivas (agricultura, minería, industria) y de los ecosistemas naturales de la cuenca, de los cuales no se conoce bien el comportamiento actual ni el histórico. Pese a que existe una compilación del estado y proyecciones de los recursos hídricos (Escenarios Hídricos, 2018), quedan aún muchos vacíos. Por ejemplo, los registros y catastros de los derechos de aprovechamiento en Chile están incompletos y no se controla adecuadamente la extracción ilegal del agua (Banco Mundial, 2011 y 2013).
En la normativa chilena, el presidente de la República decreta escasez hídrica en zonas donde existe extraordinaria sequía, calificada según criterios hidrometeorológicos, es decir, en base a datos de precipitación, caudales de los ríos, volúmenes de embalses y condiciones de los acuíferos (DFL 1.121, 1981 y Resolución DGA Nº1.674, 2012). Las zonas de escasez hídrica se decretan por un máximo de seis meses no prorrogables, durante los cuales la autoridad tiene facultades especiales para distribuir las aguas y aprobar nuevas extracciones. En octubre de 2019, se había decretado oficialmente escasez hídrica en un total de 129 comunas (DGA, 2019).
Dado que la escasez hídrica implica tanto condiciones hidrometeorológicas como los usos de agua de una localidad, la normativa debiera incluir, además de los índices de sequía, indicadores de uso y demanda. La incorporación de dichos índices permitiría un diagnóstico que facilitaría las decisiones sobre el uso del agua.
Referencias
Álvarez-Garreton, C., P. Mendoza, JP. Boisier, N. Addor, M. Galleguillos, M. Zambrano-Bigiarini, A. Lara, C. Puelma, G. Cortés, R. Garreaud, J. McPhee, A. Ayala (2019).The CAMELS-CL dataset: catchment attributes and meteorology for large sample studies – Chile dataset. Hydrol. Earth Syst. Sci., 22, 5817–5846, DOI: 10.5194/hess-22-5817-2018
Banco Mundial (2011). Diagnóstico de la gestión de los recursos hídricos en Chile. Disponible en: http://bcn.cl/cj1z
Banco Mundial (2013). Chile. Estudio para el mejoramiento del marco institucional para la gestión del agua. Disponible en: http://documentos.dga.cl/ADM5439.pdf
DGA (2017), Actualización del Balance Hídrico Nacional, SIT N° 417, Ministerio de Obras Públicas, Dirección General de Aguas, División de Estudios y Planificación, Santiago, Chile, Realizado por: Universidad de Chile & Pontificia Universidad Católica de Chile.
DGA, 2019. Cuadro de decretos vigentes, diponible en: https://dga.mop.gob.cl/DGADocumentos/Decretos_vigentes.jpg
Dussaillant, I., E. Berthier, F. Brun, M. Masiokas, R. Hugonnet, V. Favier, A. Rabatel, P. Pitte, and L. Ruiz, 2019: Two decades of glacier mass loss along the Andes. Nature Geoscience, 1-7.
Escenarios Hídricos 2030 (2018). Radiografía del Agua. Brecha y Riesgo Hídrico en Chile. Fundación Chile, Chile. Disponible: https://fch.cl/wp-content/uploads/2018/03/RESUMEN-RADIOGRAFIA-DEL-AGUA.pdf
Garreaud, R., C. Alvarez-Garreton, J. Barichivich, J.P. Boisier, D.A. Christie, M. Galleguillos, C. LeQuesne, J. McPhee, M. Zambrano-Bigiarini, 2017: The 2010-2015 mega drought in Central Chile: Impacts on regional hydroclimate and vegetation. Hydrol. Earth Syst. Sci., 21, 1–21, https://doi.org/10.5194/hess-21-1-201
Garreaud, R., JP. Boisier, R. Rondanelli, A. Montecinos, H. Sepúlveda and D. Veloso-Águila, 2019: The Central Chile Mega Drought (2010-2018): A Climate dynamics perspective. International Journal of Climatology. 1-19. https://doi.org/10.1002/joc.6219
Van Loon, A. F., & Van Lanen, H. A. (2013). Making the distinction between water scarcity and drought using an observation‐modeling framework. Water Resources Research, 49(3), 1483-1502. https://doi.org/10.1002/wrcr.20147
Van Loon, A. F., Stahl, K., Di Baldassarre, G., Clark, J., Rangecroft, S., Wanders, N., … & Uijlenhoet, R. (2016). Drought in a human-modified world: reframing drought definitions, understanding, and analysis approaches. https://doi.org/10.5194/hess-20-3631-2016
Zambrano-Bigiarini, M.; Baez-Villanueva, O. M. (2019a), Characterizing meteorological droughts in data scare regions using remote sensing estimates of precipitation, in Extreme Hydroclimatic Events and Multivariate Hazards in a Changing Environment – A remote sensing approach, edited by V. Maggioni and C. Massari, pp. 221-246, Elsevier. ISBN: 9780128148990.
Zambrano-Bigiarini, M. (2019b). Columna de opinión publicada en El Mostrador, 13 de septiembre de 2019. Disponible en: https://www.cr2.cl/sequia-y-escasez-hidrica-en-chile-parecidas-pero-no-iguales-por-mauricio-zambrano-bigiarini