Cápsula climática: ¿Qué pasa si la sal que se extrae del proceso de desalinización se devuelve al mar?

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Hablemos de la sal y la desalinización

Cuando parto con mis cursos de oceanografía empiezo por explicar por qué el mar es salado y hacemos ejercicios de balance de agua y sal en distintos cuerpos de agua. El mar posee un 96,5 % de agua pura y un 3,5 % de sólidos. En promedio son 34,7 gramos de sal por cada litro de agua. Esta sal tiene cloruro de sodio y, además, carbonatos y sulfatos de magnesio, potasio, calcio y muchos otros elementos, como metales que se encuentran asociados a la matriz salina. También enseño que el contenido de sales es relativamente constante en el océano, oscilando en un estrecho rango de 34,6 a 34,8 gramos por litro en el 50 % del océano. A esto lo llamamos “variable conservativa”.

Pequeños cambios en la salinidad controlan la densidad del agua de mar, determinando las corrientes oceánicas y con ellas la distribución de calor, lo que controla el clima del planeta. Es decir, si nuestros océanos no fueran salados, probablemente nuestro clima planetario no se parecería al que conocemos hoy.

Algo muy importante que se enseña en biología marina es que los organismos que viven en el océano están adaptados a la estabilidad salina. De hecho, los organismos estuarinos (aquellos que viven en zonas donde se mezcla agua salada con agua dulce) deben adaptarse a mayores fluctuaciones  de salinidad, por lo que han desarrollado mecanismos  fisiológicos y/o morfológicos  a lo largo de su evolución. Estos organismos, capaces de vivir en aguas con un amplio rango de concentración de sales, se denominan eurihalinos, mientras que los estenohalinos no toleran grandes cambios  de salinidad, llegando a morir si esta se altera.

Una vez explicados estos principios de la oceanografía y biología marina, nos preguntamos qué pasa si sacamos agua del mar como hacen las plantas desalinizadoras. Retirar agua del mar, que representa el 97 % del agua del planeta, no parece ser por ahora un problema que afecte a la circulación oceánica, al nivel del mar o al clima global, siempre y cuando el volumen retirado sea mínimo, y que se retire el agua y la sal en forma conjunta, sin alterar el balance de sales del océano.

Sin embargo, si me preguntan qué ocurriría si retornamos al mar las sales producto de la desalinización, mi respuesta es que se estaría realizando un impacto significativo, porque tenemos menos agua (extraída para el consumo humano, riego o proyectos productivos), pero más sal. Si este proceso es continuo y prolongado, lentamente el océano se puede volver más salado, ya que el ciclo hidrológico opera a un tiempo de recambio de 40.000 años.

Claro que los humanos no tenemos la sensibilidad ni el interés para pensar a esta escala de tiempo ¡40.000 años! Aunque es muy importante hacerlo. No obstante, sí debemos tener sensibilidad a escala local, ya que reincorporar sal al océano tiene un efecto devastador sobre los seres vivos. Sabemos que parte de la salmuera ingresada al océano costero se deposita en los fondos marinos, matando todo lo que quede por debajo y en sus cercanías. Además, la sal se irá disolviendo a medida que es añadida al agua o desde los suelos marinos, dispersándose a través de las corrientes marinas litorales, produciendo daño en los ecosistemas y alterando las propiedades del agua. Recuerden que hay organismos que no toleran grandes cambios de salinidad, de modo que si la salinidad cambia de 34 a 34,5 gramos por litro de agua, muchas especies no se sentirán cómodas y migrarán a otras aguas donde la salinidad no represente un estrés ambiental, sin embargo, hay especies que no pueden moverse a otros sitios.

No olvidemos que tan solo 1 gramo de sal por litro de agua de mar afecta a la fisiología de los organismos (incluidas las micro y macroalgas), de modo que antes de llevar a cabo el retorno de sal al océano costero debemos calcular cuánta sal o salmuera estamos retornando y cuál es el volumen de agua necesario para diluirla y no producir un aumento significativo de salinidad que lleve a la pérdida de diversidad y cambios catastróficos en los ecosistemas marinos.

A pesar de que estos riesgos son conocidos y se enseñan en las clases de oceanografía, aún no existe en Chile una regulación que permita prevenir el daño ambiental, protegiendo el balance de sal en las zonas costeras.