Conocemos el régimen de sequías por la observación del comportamiento de las lluvias, del caudal de los ríos y de otros indicadores hidroclimáticos a lo largo del tiempo. Se habla de sequía meteorológica cuando hay un déficit en la acumulación de precipitaciones, de al menos un 25 % respecto del promedio histórico, y de sequía hidrológica cuando se observa algo similar en el caudal de los ríos. Salvo algunas excepciones, ambas condiciones ocurren simultáneamente o con un pequeño desfase temporal (estacional).
La zona central de Chile posee un clima semiárido y mediterráneo, caracterizado por variaciones de precipitación muy importantes entre un año y otro. Al examinar los registros del último siglo observamos que en cada década hay sequías, típicamente de uno o dos años de duración, así como también años muy lluviosos. Sin embargo, desde 2010 esta alternancia de condiciones secas y húmedas se ha interrumpido, persistiendo una condición seca que ya lleva más de diez años, con un déficit de precipitación promedio de entre un 25 y un 30 % en Chile central (La Megasequía, ver CR2, 2015; Garreaud et al., 2017). Es más, el déficit de lluvias del año 2019 fue cercano al 80 % entre las regiones de Coquimbo y Maule, y en torno al 30 % entre el Biobío y Los Lagos, una condición extrema que solo tiene tres símiles en los últimos 120 años (en 1924, 1968 y 1998).
La Megasequía se atribuye principalmente a dos factores: variaciones lentas en el sistema océano-atmósfera similares al fenómeno del Niño y la Niña (esta última fase explica periodos secos en Chile central), y una tendencia de largo plazo asociado al cambio climático global (Boisier et al., 2016; Garreaud et al., 2019). Así, considerando escenarios actuales de emisiones globales de gases de efecto invernadero y de cambio climático, se prevé un futuro más seco en Chile, con un aumento en la frecuencia de eventos de sequías extremas y persistentes, como los de la presente década (Bozkurt et al, 2018; Boisier et al., 2018)
La Megasequía ha tenido un efecto directo en los caudales de los ríos y en la disponibilidad de agua, con déficits de hasta un 70 % en las regiones de Coquimbo y Valparaíso (Álvarez-Garretón et al., 2021). Además del impacto en sistemas humanos y naturales sobre el continente, la baja de los caudales disminuye la descarga de nutrientes desde los ríos al mar, afectando negativamente al crecimiento de fitoplancton, el cual sirve de alimento para peces como la anchoveta y la sardina, de gran importancia económica para Chile. Otro impacto mayor de la Megasequía es el aumento en la intensidad de incendios forestales, con respecto al promedio histórico (González et al., 2020).
A medida que avanza el siglo XXI, la definición de sequía como una condición transitoria está perdiendo sentido, ya que la disminución de la precipitación anual es sustancial y permanente. Así, la condición promedio de los próximos años podría ser similar a la observada durante la actual Megasequía. Por tanto, este evento debería servir para obtener lecciones importantes para adaptarnos a un clima progresivamente más seco.
Referencias
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Garreaud, R., Boisier, JP., Rondanelli, R., Montecinos, A., Sepúlveda, H. & Veloso-Águila, D. 2019. The Central Chile Mega Drought (2010-2018): A Climate dynamics perspective. International Journal of Climatology. 1-19. https://doi.org/10.1002/joc.6219
González, M.E., Sapiains, R., Gómez-González, S., Garreaud, R., Miranda, A., Galleguillos, M., Jacques, M., Pauchard, A., Hoyos, J., Cordero, L., Vásquez, F., Lara, A., Aldunce, P., Delgado, V., Arriagada, Ugarte, A.M., Sepúlveda, A., Farías, L., García, R., Rondanelli, R.,J., Ponce, R.,Vargas, F., Rojas, M., Boisier, J.P., C., Carrasco, Little, C., Osses, M., Zamorano, C., Díaz-Hormazábal, I., Ceballos, A., Guerra, E., Moncada, M. & Castillo, I . 2020. Incendios forestales en Chile: causas, impactos y resiliencia. Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, Universidad de Chile, Universidad de Concepción y Universidad Austral de Chile.