-Un gran objetivo de este acuerdo, es evaluar la capacidad de resiliencia de los bosques de Chile central, afectados por la megasequía, incendios y cambio de uso de suelo, mediante la creación de una red de parcelas permanentes.
-¿Qué pasa con la biodiversidad, los servicios ecosistémicos, y las economías locales?, son algunas interrogantes que esperan ser abordadas de manera colaborativa e integrada.
Consolidar una línea de investigación que aborde los cambios socio‐ecológicos en ecosistemas que se encuentran en proceso de transición por el cambio climático, es el desafío del reciente convenio de colaboración firmado entre la Corporación Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, el Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES, y el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.
Los efectos negativos que se observan producto del cambio climático en ecosistemas terrestres, y las consecuencias que este fenómeno tiene sobre la biodiversidad del país y el bienestar de la sociedad, motivaron la creación de este acuerdo, impulsado por investigadores de los tres centros de excelencia, fundadores además de la Mesa Multisectorial por el Bosque Esclerofilo. Ellos son: Cristián Delpiano (IEB), Juan Ovalle (CAPES), y Alejandro Miranda (CR2).
“A través de la Mesa Multisectorial que formamos, vimos que el problema que está enfrentando el bosque esclerofilo, producto del cambio climático, es muy grande. Así es como, a través de este nuevo proyecto, nos preguntamos qué trayectoria estarían siguiendo los sistemas socio-ecológicos asociados a ecosistemas mediterráneos de Chile central, frente a las presiones que están sucediendo ahora: la megasequía, megaincendios forestales y cambios de uso de suelo progresivos, una situación que se está viviendo hace décadas, y que cada vez está contribuyendo más a disminuir la superficie de estos ecosistemas naturales”, comenta el investigador del IEB y la Universidad de La Serena, Cristián Delpiano.
Alejandro Miranda, del CR2, añade que es urgente entender y enfrentar este desafío socio-ecológico de gran escala, y que para ello, es imperante analizar estos cambios abruptos sobre el bosque a nivel de la biodiversidad, la productividad, los servicios ecosistémicos, las economías locales, las transformaciones en los regímenes de incendios e hidrológicos, y las emisiones de gases desde los bosques, entre otras aristas.
“Ahí entra el tema socio-ecológico en este convenio, mediante el cual esperamos vincularnos con tomadores de decisiones del ámbito público y privado, y personas que están intentando hacer cambios a nivel particular, apoyados por la evidencia científica”, complementa Juan Ovalle, investigador CAPES.
Objetivos del convenio
El acuerdo, firmado por el recién electo Presidente del IEB, Francisco Squeo; el Director de CAPES, Fabián Jaksic, y la Directora del CR2, Maisa Rojas, tiene por objetivo general evaluar los impactos y adaptación de los ecosistemas mediterráneos a este proceso de cambio climático, que ha traído transformaciones en la composición y diversidad de estos hábitats naturales. El ejemplo más visible es la pérdida de verdor de nuestro bosque esclerofilo, lo que denota la muerte de masivas áreas de este ecosistema, situado en el área más poblada de nuestro país.
Para abordar este gran desafío, se plantean varios objetivos específicos. El primero, es evaluar la capacidad de resiliencia de los bosques de Chile central, afectados por la megasequía e incendios, a través de la creación de una red de parcelas de estudio permanentes.
Otro aspecto, considera proponer y validar propuestas para el manejo adaptativo, enfocados en la conservación y restauración del bosque esclerófilo. Y un tercer foco, es avanzar hacia la gobernanza de procesos de transición impulsados por el cambio climático.
La nueva línea integrativa, propone, además, incorporar a estudiantes tesistas de pregrado y postgrado. También, se espera organizar un seminario internacional antes de mayo de 2021, publicar artículos científicos en desarrollo, y consolidar el establecimiento de la red de parcelas permanentes.
“El IEB tiene una línea de investigación sobre procesos ecosistémicos; el CR2, una bajada más biofísica de este fenómeno que puede aportar sobre las tendencias climáticas y los efectos en el cambio del uso de suelo en condiciones extremas. Y, por otro lado, está CAPES, que desarrolla ciencia aplicada y por tanto, puede tomar esta información y traducirla a un lenguaje más adecuado para los tomadores de decisión a nivel político, productivo, y de organismos públicos y estatales. Así es como cada centro tiene potencialidades diferentes, que representan una oportunidad para abordar esta problemática mayor de manera integrada, a través de este convenio”, puntualiza Juan Ovalle.
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