Conaf dio a conocer las estadísticas y el programa para combatir el problema hacia 2030.
Por Cristina Espinoza
Combarbalá, en la Región de Coquimbo, y Petorca, en la de Valparaíso, están entre las comunas más afectadas por la escasez hídrica, tanto, que la población ya ha comenzado a migrar.
Son los ejemplos extremos de una situación que afecta a gran parte del país. Según el último estudio de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), el 72% de la superficie del país sufre de sequía en alguno de sus grados, afectando al 90% de los habitantes. El 79,1% del territorio, en tanto, tiene algún riesgo de degradación y el 27,1% de sufrir desertificación.
General Lagos (Región de Arica y Parinacota), Vicuña, Los Vilos, Punitaqui (Coquimbo), Cartagena, Limache, Calera (Valparaíso), Lampa, San Bernardo (Metropolitana), Doñihue (O’Higgins) y Talca (Maule), están entre las zonas en riesgo de desertificación. La lista la componen 156 de las 345 comunas del país, afectando a “más de seis millones de habitantes o el 37,9% de la población”, dijo Aaron Cavieres, director de Conaf, en la presentación de las cifras.
La acción humana (incendios forestales, cambio de uso de suelo, por ejemplo) y factores climáticos, como la baja en la precipitaciones y aumento de temperatura, han influido tanto en la degradación -reducción o pérdida de productividad biológica o económica-, como en la desertificación.
La minería a gran escala, por ejemplo, tiene impactos que acentúan la desertificación, causando problemas como erosión, pérdida y contaminación de suelos, y explotación insostenible de aguas superficiales y subterráneas, señala el informe.
Al combinar los tres riesgos, todo el centro del país hasta La Araucanía está en algún nivel entre moderado, grave y extremo, destacó Cavieres. También lo están Magallanes y el altiplano.
“Nosotros somos la mayoría urbanos y acostumbrados a una situación donde esto no se ve, abrimos una llave de agua potable. Sin embargo, para buena parte de la población rural es una situacion seria. Tenemos disminución de la población en comunas como Combarbalá y Petorca, hay población que ha tenido que dejar el mundo rural, porque ya no puede consumir. Es una situación preocupante, severa, que tenemos que enfrentar como país”, indicó.
Sequía y desertificación
En términos de sequía, Ángelo Sartori, jefe de la unidad de Cambio Climático y Servicios Ambientales de Conaf, explicó que los niveles van disminuyendo hacia el sur. “Pero si le contabas esto a alguien hace 20 años atrás, de Maule al sur no había episodios de sequía, ahora incluso en Magallanes hay. Esto ha hecho cambiar hábitos productivos. Es un problema nacional”.
René Garreaud, climatólogo y subdirector del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), explica que hay una línea delgada entre sequía y desertificación. Cuando la primera es sostenida en el tiempo, se vuelve estructural o se convierte en desertificación. “La sequía es una situación súper puntual, que va y viene. Chiloé tiene sequía, por ejemplo, pero no quiere decir que se está desertificando. Pero en la zona mediterránea, que ya parte con poca agua, se puede dar que la sequía se vuelva estructural o en proceso de desertificación”.
La propuesta de Conaf
Para contrarrestar el problema, Conaf presentó el Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación, la Degradación de las Tierras y la Sequía, a implementarse entre 2016 y 2030.
La iniciativa incluye medidas como el Plan de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación, dentro del que está el diseño de un sistema de monitoreo permanente de los efectos de la sequía en la vegetación nativa, estudios sobre los ciclos hidrológicos y sus efectos sobre la degradación de los ecosistemas y la inclusión de elementos de mitigación y adaptación al cambio climático en el proyecto Ley de Fomento y Regulación de la Forestación Forestal, entre otros. Además incluye la forestación de casi 100 mil hectáreas, compromiso que es parte de la contribución chilena al acuerdo internacional sobre cambio climático.
Cuánto costará, recién lo están comenzando a calcular, pero ya han conseguido 22 millones de dólares de fondos internaciones para enfrentar el avance del desierto. Será mucho más, considerando que sólo restaurar la reserva China Muerta, afectada por un incendio en marzo de 2015, cuesta unos 6.800 millones de pesos (unos 9,7 millones de dólares).
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