Expertos cuestionan cambio climático y abogan por energía barata

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    La Tercera, 7 de abril de 2013. Vea las declaraciones de Laura Gallardo, en relación con este tema: “El calentamiento del sistema climático es inequívoco”

     

    LA reciente entrada en marcha de dos centrales a carbón podría reducir los costos de la energía en el Sistema Interconectado Central (SIC) en unos US$ 1.000 millones este año, han afirmado últimamente expertos y generadoras del país. El ingreso en operaciones de las centrales Santa María (Colbún, 342 MW de potencia) y Bocamina II (Endesa, 350 MW) reemplaza generación a diésel, más cara, y tiende a reducir los costos marginales del sistema. El ingreso de la central Campiche (Gener, 270 MW) acentuaría ese abaratamiento, al situarse este tipo de plantas entre aquellas con menores costos de generación (ver infografía).

    Sin embargo, esa tendencia tendrá corta vida. Debido a la falta de nuevos proyectos de generación a carbón, la situación no se extenderá más allá de 2013, dijo hace poco el gerente general de la Asociación de Generadoras, René Muga.

    En contraposición a lo que ocurre en el resto del mundo, donde hoy están en construcción 1.231 plantas a carbón -lo cual, se estima, aumentará su consumo en 65% en los próximos 25 años, superando al petróleo en la matriz global-, para los próximos cuatro años no está considerado añadir nueva capacidad térmica a carbón al SIC. Esto, a partir de consideraciones de tipo ambiental.

    “Lamentablemente, por este mito de que el hombre está causando el calentamiento global, en Chile nos estamos privando de utilizar las alternativas más económicas para generar energía eléctrica”, dice María Isabel González, gerenta general de la consultora Eléctrica.

    La astrónoma de la U. de Chile, María Teresa Ruiz, generó diversas reacciones al cuestionar en una entrevista con La Tercera el apego a la ciencia de las alarmas por el cambio climático y la noción de que el hombre puede revertirlo.

    “El tema ambiental se ha escapado del área científica y se ha ido al área irracional del cerebro”, dijo.

    Entre los expertos energéticos, las críticas de Ruiz -Premio Nacional de Ciencias en 1997- encontraron respaldo, mientras que hubo cuestionamientos entre algunos investigadores ambientales (ver recuadro).

    “Para un país como Chile o cualquier otro, es ridículo gastar enormes cantidades en energías alternativas e impedir el desarrollo de sus economías, en lugar de hacer uso de las energías más baratas”, explica Richard Lindzen, un físico atmosférico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

    La ciencia

    Lindzen fue uno de los autores del capítulo sobre los procesos físicos del clima y retroalimentación, del tercer informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU.

    Desde París, el académico explica que la temperatura global efectivamente se ha elevado, “quizás en tres cuartos de grado centígrado entre 1800 y la actualidad”, con oscilaciones frecuentes que no exceden las dos décimas de grado.

    Sin embargo, nota que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera no tiene correlato con ese aumento (ver gráfico), razón por la cual “las emisiones del hombre no son responsables del calentamiento”.

    Lindzen acusa que la alarma por el alza de la temperatura obedece a que los modelos informáticos que predicen un calentamiento global catastrófico exageran la sensibilidad del clima al “modesto efecto del CO2”.

    Efectivamente, cuando éste asciende a la atmósfera, en un inicio absorbe la radiación de calor que emana desde la Tierra al espacio, calentándola (se supone que, antes de que el gas llegara a la atmósfera, la radiación solar hacia el planeta y la radiación de calor desde éste estaban en equilibrio).

    Ese calentamiento, a su vez, genera cambios en las sustancias irradiadas o “retroalimentación”. Cuando ésta es positiva, los modelos muestran una mayor reducción de la radiación desde la Tierra, conduciendo a todavía más calentamiento.

    El valor que comúnmente se le pone a esa retroalimentación positiva conduce a la noción de que “una duplicación del CO2 en la atmósfera genera un alza de la temperatura de entre 1,5° y 4,5° Celsius”, explica Roberto Rondanelli, académico del Departamento de Geofísica de la U. de Chile.

    Lo que causa alarma es que “actualmente hay una concentración de 400 moléculas de CO2 por millón de moléculas de aire (o parpes por millón, ppm), cuando 150 años atrás había 280 ppm”, agrega Rondanelli, de cuyo doctorado en el MIT Lindzen fue tutor. “Es decir, estamos muy cerca de duplicar ese nivel”.

    Sin embargo, “la información que nos dan los satélites es que la retroalimentación debiera ser negativa, que es un artefacto de los modelos”, dice Lindzen.

    La implicancia de esto es que “sin retroalimentación positiva, la duplicación del CO2 sólo produce un calentamiento de 1°”, dice.

    Añade que sólo las retroalimentaciones positivas a partir de las nubes y el vapor del agua pueden llevar a calentamientos alarmantes. Pero el valor de la retroalimentación tampoco es constante, ya que las propiedades radiactivas de las nubes dependen de aerosoles, rayos cósmicos y otras cosas.

    “Por eso no creo que vaya a haber mucho calentamiento debido al CO2, y sin un calentamiento global significativo es imposible adosarles una catástrofe”, indica.

    Carbón, hidro o nuclear

    “Seguir creyendo en el calentamiento global es seguir alimentando una industria de US$ 6.000 millones”, dice Art Robinson, académico del Instituto de Ciencia y Medicina de Oregon, refiriéndose a la cantidad de “contribuciones que hace la gente a las causas ambientalistas, promovidas por gente que siempre tiene cómo hacer que el público le tema a algo”.

    Robinson encabeza el Petition Project, que a fines de los 90 aunó a más de 31.000 académicos -entre ellos, Lindzen- para solicitarle al gobierno estadounidense no suscribir los protocolos de Kioto.

    “Simplemente no hay evidencia creíble de que el calentamiento es nocivo”, dice al teléfono. “En cambio, hay abundante literatura que señala que la mayor concentración de CO2 favorece el crecimiento vegetal y, con eso, el animal. Acá mismo, en Oregon, los pastizales solían ser mucho menores”.

    Por eso, agrega, “no tiene ningún sentido que un país como Chile, que emite el 0,12% del CO2 global, se haga parte de las limitaciones que establecen estos acuerdos internacionales”.

    “Este es un tema extremadamente ideologizado”, comenta Francisco Aguirre, de Electroconsultores.

    Opina que esto se da también en la discusión sobre la combinación de fuentes energéticas que Chile debe tener, y que derivó en que “sancionamos a priori, por ignorancia, la energía nuclear, que, dada la matriz de demanda de Chile, le viene muy bien”.

    “En este entorno lo único útil es actuar pragmáticamente”, dice Robinson, “y, para empezar, las llamadas energías renovables no son prácticas: el viento no siempre sopla y el sol no siempre brilla”.

    “Las energías eólica y solar no tienen la factibilidad de satisfacer toda la demanda; cuando mucho son complementos”, dice Aguirre.

    “Lo que debe guiarnos es el costo y preocuparnos por la norma chilena de emisiones locales”, acota González.

    Si esa es la guía, los expertos creen que el carbón y las centrales hidroeléctricas de pasada son lo que más conviene.

    “De todas maneras, la hidroeléctrica es más barata que el carbón”, dice Aguirre.

    “Si se consideran la construcción de las centrales y su depreciación, más los costos variables y fijos de cada una, la producción de un MWh en una hidro cuesta US$ 53 y, quemando carbón, US$ 86” (ver gráfico).

    El carbón, en todo caso, proveería un respaldo potente: “Si tenemos una sequía como la de los últimos cuatro años nos quedamos sin generación. Necesitamos las termoeléctricas”, dice González.