Informe proyecta aumento de megaincendios, más simultáneos y de mayor duración, en un escenario donde la sequía será la normalidad (País Circular)

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De los 22 incendios de más de 10 mil hectáreas registrados en los últimos 40 años, 16 han ocurrido desde 2010 a la fecha. Y según proyecta el “Informe a la nación: incendios forestales en Chile”, que será dado a conocer hoy, nuestro país será en el futuro más seco y expuesto a cada vez más eventos desastrosos. “Nuestra proyección es que bajo las condiciones climáticas y meteorológicas en un contexto de sequía de más de 10 años, con veranos muy secos y olas de calor en la zona centro sur de Chile, es muy factible que estos eventos extremos de incendios se puedan repetir”, advierte el coordinador del informe, Mauro González. Esto, dicen los expertos, también podría impactar en la meta de carbono neutralidad de Chile.

Por Jorge Molina Alomar

a catástrofe que durante este inicio de 2020 registra Australia, con más de 8 millones de hectáreas quemadas por incendios forestales, 2 mil viviendas destruidas, 26 víctimas fatales, 480 millones de animales muertos y una columna de humo que llegó hasta Sudamérica, “podría replicarse” en Chile, advirtió ayer el director nacional de Conaf, José Manuel Rebolledo, debido a las condiciones ambientales técnicamente similares que registran ambos países, e incluso con una sequía en territorio nacional aún más grave de la que se registra en el principal territorio de Oceanía.

De hecho, las últimas cifras registradas hasta ayer por Conaf indican que a la fecha los incendios forestales han quemado ya 20.859 hectáreas, un 122% más que el verano pasado y levemente más bajo que el promedio del último quinquenio (-5%), que incluye los catastróficos incendios de la temporada 2016-2017 que arrasaron con casi 600 mil hectáreas y poblados completos.

El alto riesgo de ocurrencia de grandes incendios en Chile está también respaldado por el mundo científico, y esa es una de las principales conclusiones del “Informe a la nación: incendios forestales en Chile”, documento elaborado por el Centro del Clima y la Resiliencia (CR2) que será dado a conocer hoy en Concepción: un país que en el futuro será más seco y expuesto a eventos cada vez más desastrosos.

Según explica Mauro González, ingeniero forestal de la U. Austral y doctor en Geografía, y coordinador del trabajo de dos años para la elaboración del informe, de los 22 megaincendios que han ocurrido en el país en los últimos 40 años, 16 se han registrado a partir del año 2010. “Nuestra proyección es que bajo las condiciones climáticas y meteorológicas en un contexto de sequía de más de 10 años, con veranos muy secos y olas de calor en la zona centro sur de Chile, es muy factible que estos eventos extremos de incendios se puedan repetir”, afirma.

Esa es, precisamente, una de las conclusiones del informe de 13 capítulos que se dará a conocer hoy: un aumento de los megaincendios de más de 10 mil hectáreas en el país, con eventos mucho más simultáneos y de mayor duración.

“Como los incendios están siendo más frecuentes y simultáneos, son de mayor duración y mucho más difíciles de controlar. Y eso retroalimenta que los incendios sean a su vez de mayor tamaño (…) Si bien podemos reducir la incidencia de incendios -que ocurran menos siniestros provocados por el ser humano-, basta un porcentaje mínimo de esos incendios para que pueda provocar una gran catástrofe”, advierte González.

“Por otro lado, también se ha prolongado la temporada de incendios. Ya no son acotados a primavera-verano-otoño, sino que se han extendido al año completo, de julio a junio. Y en el caso de los incendios de mayor tamaño, la temporada de incendios mayores a 200 hectáreas ha aumentado en prácticamente dos meses. Esa es una primera gran conclusión respecto al régimen de incendios”, afirma González.

Otra es la constatación de un hecho respecto de los principales factores forzantes de la ocurrencia de incendios: que la megasequía que ha experimentado el país ha favorecido una mayor actividad de incendios, especialmente por las más altas temperaturas máximas y olas de calor, y las menores precipitaciones. Un escenario que no debiera variar en los próximos años.

“Los climatólogos proyectan que estas condiciones de sequía o de menor precipitación en buena parte del país se van a convertir en la normalidad. Es decir, las situaciones que estamos experimentando hoy probablemente van a ser la situación normal a futuro. Esto además favorece a que los incendios sean mucho más precoces, que la temporada comience más temprano y termine más tarde”, agrega el coordinador del informe.

“Como los incendios están siendo más frecuentes y simultáneos, son de mayor duración y mucho más difíciles de controlar. Y eso retroalimenta que los incendios sean a su vez de mayor tamaño (…) Si bien podemos reducir la incidencia de incendios -que ocurran menos siniestros provocados por el ser humano-, basta un porcentaje mínimo de esos incendios para que pueda provocar una gran catástrofe”

Mauro González, coordinador del «Informe a la nación: Incendios forestales en Chile«.

¿Cuánto de esto es responsabilidad del cambio climático? Según los expertos, corresponde a cerca de un 25% del factor explicativo de la sequía más larga del último siglo en Chile, mientras que el porcentaje restante correspondería a una variabilidad natural que podría tener el sistema con algunos patrones atmosféricos de gran escala preponderantes, como la oscilación antártica del sur, que favorece que los vientos de oeste sean redirigidos hacia el sur y mantengan más seca la zona centro sur de Chile.

Otro de las factores importantes en la causa de los incendios es el origen humano del fuego, que explica casi el 99% de los siniestros ya sea por accidente o negligencia, o bien por intencionalidad. “Las causas específicas varían de región a región -dice Mauro González-. En los incendios intencionales, existe por ejemplo el caso de niños que inician fuego motivados por ver el trabajo de brigadistas y helicópteros, lo que puede ocurrir en lugares como Valparaíso o áreas cercanas a urbes; otros son por expansión inmobiliaria, o cambio de uso de suelo, por ejemplo. Es importante entender las causas subyacentes que hay detrás de eso”.

En este sentido, en el informe también se trabajó con las personas y comunidades afectadas por incendios, con la comunidad La Gloria (O´Higgins) y en los cerros de Valparaíso, donde se estudió principalmente la relación que tienen las personas con el fuego y cuáles son los principales impactos, la percepción que tiene la comunidad respecto de los incendios, y cuales son los usos, como ven el fuego en su vida diaria y de qué manera pueden protegerse y hacer frente a este tipo de eventos.

También hay un capítulo sobre gobernanza y normativa, que revisa la legislación a nivel mundial y cómo se consideran los incendios en distintos cuerpos legales, para que estas experiencias puedan ser incorporadas a nivel nacional.

Paisaje resiliente e impacto de incendios en la carbono neutralidad

Otro de los factores importantes en la ocurrencia de incendios, dice Mauro González, es el combustible. Y en este ámbito, la existencia de áreas con extensas plantaciones forestales, muy homogéneas y continuas, como también extensos matorrales o bosque nativo sin ningún tipo de manejo, van a ser también parte de la ecuación que favorece la propagación de los incendios. De hecho, en la Cordillera de la Costa y llano central entre Valparaíso y la Araucanía es donde se registra el 90% del área quemada en Chile. Y es allí donde se encuentran las grandes plantaciones continuas, dice González.

“Eso nos lleva a pensar que el uso del suelo y la gestión del paisaje, del territorio, es muy importante, en términos de propender a la heterogeneidad, a especies distintas, plantaciones de distintas edades y restauración del bosque nativo para que haya una discontinuidad de combustible”, explica.

También se requiere, afirma, un mayor incentivo a otro tipo de usos del suelo y otras actividades económicas, como la agricultura y la horticultura. “La idea -dice González- es que este paisaje pueda diversificarse y de esta forma ser menos vulnerable y resiliente a estos eventos que proyectamos que van a ser más frecuentes, y por lo tanto lo tenemos que modificar. Ese es el desafío, y ese desafío involucra acuerdos institucionales, estrategias o acuerdos entre las partes interesadas, y que el Estado tome un rol más preponderante en poder avanzar hacia paisajes que sean mucho más resilientes a este tipo de eventos que van a ocurrir, sin dudas”.

“Los cálculos no dan, cuando ha habido estos grandes incendios no cierra la cuenta. La preocupación nuestra es que en la NDC propuesta por el gobierno no se refiere a los incendios, que son la principal amenaza y la gran incertidumbre (…) Aunque no se repita la cifra de 2017 pero con una alta tasa de ocurrencia de incendios, las medidas de mitigación no alcanzan a balancear el aumento de emisiones por siniestros”

Antonio Lara, ingeniero forestal experto en cambio climático e investigador del CR2.

Otro ámbito importante es el impacto de los incendios en la emisión de gases de efecto invernadero y su impacto en los compromisos propuestos por Chile para su nueva NDC en el marco del cumplimiento del Acuerdo de París.

Según el último inventario de emisiones de gases de efecto invernadero, Chile emitió en 2016 un total de 111 millones de toneladas de CO2, y capturó mediante bosques y uso de la tierra cerca de cerca de 65 millones de toneladas de CO2, lo que resulta en una emisión neta de 46 millones de toneladas de CO2. Sin embargo, se estima que los incendios registrados en el país en 2015 y 2017 ocasionaron emisiones de 24 y 108 millones de toneladas de CO2 respectivamente, lo que impactaría directamente en la meta de carbono neutralidad del país.

Por esta razón, durante la consulta ciudadana de la NDC el CR2 propuso cinco metas adicionales a considerar en la NDC para incorporar este factor, entre ellas el reducir en un 25% el área de incendios que afectan al bosque nativo y a las plantaciones forestales, entre otras.

“Los cálculos no dan, cuando ha habido estos grandes incendios no cierra la cuenta. La preocupación nuestra es que en la NDC propuesta por el gobierno no se refiere a los incendios, que son la principal amenaza y la gran incertidumbre por su variabilidad y dependencia de muchos factores. Aunque no se repita la cifra de 2017 pero con una alta tasa de ocurrencia de incendios, las medidas de mitigación no alcanzan a balancear el aumento de emisiones por siniestros”, dice Antonio Lara, ingeniero forestal experto en cambio climático e investigador del CR2, y quien participó en las mesas científicas de la COP25.

Por ello, coincide con Mauro González en la necesidad de un paisaje diverso en que se reduzcan las plantaciones continuas, para reducir con eso el riesgo en un escenario donde el clima no se puede modificar. “En la NDC, en lo que tiene que ver con el establecimiento de plantaciones, somos muy críticos porque en el fondo se da la libertad de que sean plantaciones de especies exóticas, sometidas a régimen de corta, y eso no aporta al secuestro de carbono, pero además trae más riesgo de incendios no solo para las plantaciones nuevas sino para las que ya existen, incluido el bosque nativo. Todo el compromiso de plantaciones debiera ser hecho con bosque nativo, sobre un régimen de captura permanente. Pero aún así, si no se resuelve el problema de los incendios tampoco da la cuenta para la carbono neutralidad”, agrega.

Para Rodrigo Catalán, director de conservación de WWF, otro de los aspectos que se requiere en el mediano plazo para enfrentar este escenario de grandes incendios forestales es una Conaf mucho más fuerte institucionalmente, y con mayor presupuesto, en el marco de un nuevo Servicio Nacional Forestal aún en trámite en el Congreso.

“Por otra parte, necesitamos refugios para que la biodiversidad pueda resguardarse frente a los incendios, y los mejores refugios para ello son las áreas protegidas. Ahí también tenemos una falencia, porque están pobremente financiadas, y tampoco tienen una institucionalidad sólida que las resguarde, donde el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas tampoco ha sido despachado en el Congreso”, afirma.

“Los ritmos políticos -agrega- tienen que adecuarse a la urgencia que nos está poniendo el cambio climático, donde Australia es una imagen de un riesgo que es inminente. No podemos esperar dos o cuatro años para tener los recursos que nos permitan enfrentar esto”.

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