Análisis (CR)2 | Un breve recuento de las lluvias en la zona central de Chile ante la retirada de La Niña

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Por José Barraza, divulgador científico del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, y Roberto Rondanelli, investigador asociado (CR)2. Agradecimientos a René Garreaud, director (CR)2

Si hablamos de precipitaciones, no hay duda de que los últimos años han sido complejos para la zona central de Chile. Los registros han estado tan por debajo del promedio histórico durante los últimos catorce años que se acuñó un nuevo concepto: la megasequía, y sus bajas cifras de precipitación acumulada nos hacen pensar que esto será la “nueva normalidad”.

Sin embargo, los años secos no son nada nuevo para el país (Figura 1). En 1924, por ejemplo, la sequía fue de tal envergadura que se ha propuesto como uno más entre los distintos factores que propiciaron la crisis social de dicho año (Camus & Jaksic 2020). Otra sequía de renombre fue la de 1968, que registró un déficit de lluvias de un 80 % en Santiago (Núñez et al., 2018), lo que habría agravado «los conflictos sociales, políticos y económicos del período» (Camus & Jaksic, 2021, p. 290).

Figura 1. Tres de los años más secos registrados en la zona central de Chile. Los valores de la barra lateral derecha van de 4 (extremadamente húmedo) a -4 (sequía extrema) en la escala del índice de Sequía de Palmer (PDSI). Se aprecia que, en 1924, 1968 y 1998, la zona central de Chile alcanzó valores de -4. Fuente: Elaboración propia con datos obtenidos desde el Explorador del Atlas de Sequías de Sudamérica (CR)2.

Dentro de estos años de sequía cómo olvidar 1998, cuando las bajas precipitaciones (89,3 mm en Quinta Normal), junto a otros factores de diversa índole, generaron una crisis eléctrica (Rozas 1999; Díaz et al., 2000; Núñez et al., 2018). Esta intensa disminución de las lluvias se debió a una Niña que se ha comparado con la de 1988-1989 (Rutllant, 2004).

Pese a estos ejemplos de años considerados como “hipersecos”, no se había visto que las escazas precipitaciones se mantuvieran de manera tan consistente en el tiempo como en la actual megasequía. Para encontrar un periodo tan seco, quizás, es necesario retroceder a la segunda mitad del siglo XVIII, en particular entre 1771 y 1782, en donde prácticamente todos los años fueron secos, y las rogativas a los santos, primero, y luego, directamente a Nuestra Señora del Socorro y al Señor de la agonía, se sucedían entre calamidades, pestes, desmedro de las siembras, empeoramiento de la salubridad pública y dificultades en el transporte de alimentos (Vicuña-Mackenna,1877; Jana et al., 2019). Esta megasequía histórica terminó con la “avenida grande”, uno de los peores temporales históricos que se recuerden en la ciudad de Santiago, ocurrido durante junio de 1783, y que mereció su propio capítulo en el libro de Vicuña Mackenna «Ensayo histórico sobre el clima de Chile: (desde los tiempos prehistóricos hasta del gran temporal de julio de 1877)».

«Montaña rusa» de precipitaciones

En años posteriores a la sequía de 1968, la estación Quinta Normal registró altas precipitaciones, las que, incluso, superaron por lejos el promedio histórico. Ejemplo de esto es 1972, cuando cayeron casi 600 mm (Figura 2). Del mismo modo, previo a la sequía del 98, en 1997, se registraron más de 700 mm, más del doble del promedio. Estas lluvias, ocasionadas por un intenso evento de El Niño, generaron diversos daños en la zona central, dejando víctimas fatales, pérdidas en el sector agrícola, anegamiento de viviendas y otros impactos (Curihuinca & Piuzzi 2004). Inmediatamente después del 98, en 1999, también precipitó sobre lo normal, alcanzando 343.2 mm, al igual que el año 2000, cuando se registraron 473.9 mm.

Figura 2. Precipitación histórica anual normal y observada desde 1967 al 2023. Los recuadros rojos marcan: un año de abundante lluvia (1972) tras uno de bajas precipitaciones (1968) y uno de altas precipitaciones (1997) justo antes de uno de sequía (1998). También se puede ver que posterior a 1998 hubo cuatro años seguidos de altas precipitaciones. Fuente: Modificado de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) con datos de la estación Quinta Normal.

Esta “montaña rusa” de las lluvias en el centro sur de Chile (que se explica en un Análisis previo), al parecer, ha dejado de ser tal en los últimos catorce años, pues lo que ahora tenemos es una estabilidad con lluvias muy por debajo del promedio. El Reporte Anual de la Evolución del Clima en Chile 2021, indica: “El período de 10 años 2012-2021 es el más seco desde 1961 alcanzando un promedio de 23 % de déficit a nivel nacional, superando en 2% el período 2010-2019 (21 % de déficit)” (2022, p. 24).

Un repaso de los últimos catorce años

Fue en el 2010 que esta variabilidad comenzó a quedar en el pasado. Claro que, en un comienzo, nadie avizoraba lo que estaba por venir, pues la estación Quinta Normal registró en ese año una cifra poco sospechosa de 263.1 mm, algo no tan por debajo de lo normal de aquella época en esa estación (341.8 mm). Sin embargo, los años siguientes comenzaron a generar cierta preocupación, pues todos venían muy por debajo del promedio: el 2011, con 147,3 mm; el 2012 registró 215,5 mm; y el 2013 bajó a 165,1 mm. Sin ir más lejos, el año 2014 la prensa escrita publicó más de 550 noticias donde la “sequía” era la protagonista, concentrándose la gran mayoría en la zona central del país (Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia 2015), evidenciando la preocupación nacional ante un escenario de escasez.

Para el 2015 ya había un déficit cercano al 30 % y el concepto de “megasequía” se hizo presente, y en un momento en que las temperaturas iban al alza, incrementando el riesgo de déficit hídrico (Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia 2015).

Distintos factores climatológicos permitieron la ocurrencia de esta megasequía. Entre ellos podemos mencionar la Oscilación Decadal del Pacífico (ODP), que posee dos fases: una cálida y una fría. En su fase fría, como la vista entre el 2007 y 2014, se dieron las condiciones necesarias para la reducción de las precipitaciones (Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia 2015). La ODP, además, habría influenciado de manera indirecta la presencia anormal de altas presiones en las zonas subtropicales del Pacífico sur oriental y de bajas presiones en la periferia del continente antártico, lo que también provocaría bajas precipitaciones (Garreaud 2019; Garreaud et al., 2020).

En relación con El Niño Oscilación del Sur, fenómeno compuesto por La Niña (asociada a temperaturas frías y bajas precipitaciones) y El Niño (asociado a temperaturas cálidas y altas precipitaciones), el informe “La megasequía 2010-2015: Una lección para el futuro” aclara que, al menos hasta el 2015, este no habría incido en la sequía de la zona central, puesto que ni el denominado “El Niño Godzilla” de ese año ayudó a superar el déficit. Finalmente, solo se registraron 216,3 mm en la estación Quinta Normal, un valor por debajo del 2010 y de los años posteriores: 2016, con 268,5 mm, y el 2017, con 278,2 mm.

En el 2018 se volvió a registrar una baja sustantiva (151,4 mm), pero fue el 2019 el que quedó como uno de los años más secos de la estación Quinta Normal, aún más que 1998, alcanzando, apenas, 82 mm. Si bien al año siguiente una mayor cantidad de precipitaciones dieron cierta esperanza, solo sirvieron para escapar de la sequía extrema. En tanto, en el año 2021 las precipitaciones volvieron a disminuir, con un déficit de un 43 % en promedio, siendo considerado el segundo año más seco desde 1961 (Gutiérrez et al., 2022). Si no hubiera sido por una tormenta de invierno en pleno verano, ocurrida entre el 28 y el 31 de enero, el acumulado anual de milímetros habría sido aún peor, pues las precipitaciones del periodo invernal fueron inferiores a las del 2020 (Tabla 1). Cabe señalar que esta tormenta veraniega, generada por la suma de un sistema frontal y un río atmosférico, fue tan intensa y en un rango tan acotado de tiempo, que marcó un récord de precipitaciones acumuladas para una época estival, provocando diversos impactos en la zona central (Dirección Meteorológica de Chile 2021; Valenzuela et al., 2022).

Tabla 1. Comparativa de precipitaciones (en mm) entre los años 2020 y 2021 en distintas estaciones. Se aprecia la diferencia entre las precipitaciones de enero y las del periodo invernal en cada año. Fuente. Elaboración propia con datos de la DMC.

El 2022 no fue mejor y también se hizo parte de la megasequía. Campos et al. (2023a) señalan que predominaron las bajas precipitaciones y las altas temperaturas, y la zona central alcanzó, mayoritariamente, un déficit de entre un 20 y un 44 %; a esto suman que en Santiago se consideró como uno de los años más secos de la megasequía y de la historia desde que hay registros, aunque sin alcanzar el rango de hiperseco.

Ahora bien, las bajas precipitaciones de los últimos años en la zona central se han visto influenciadas por un evento de La Niña, presente desde el año 2020. Pero hoy nos encontramos en un periodo neutro, donde La Niña ya ha finalizado y se calcula un 40 % de probabilidades de que a mediados de este 2023 se presente un evento de El Niño (Campos et al., 2023b). ¿Esto significará que llegarán mayores precipitaciones durante el invierno y que viviremos un respiro a la megasequía? La respuesta la veremos en un próximo Análisis (CR)2.

Referencias

Campos, D., Moya, A., Cortés, C., & Cruz, C. (2023a). Boletín de pronóstico subestacional y estacional (N° 189, edición de diciembre 2022, publicado: 12/01/2023). Dirección Meteorológica de Chile. https://climatologia.meteochile.gob.cl/application/publicaciones/documentoPdf/boletinTendenciasClimaticas/boletinTendenciasClimaticas-202212.pdf

Campos, D., Moya, A., & Cortés, C. (2023b). Boletín de pronóstico subestacional y estacional (N° 189, edición de enero 2023, publicado: 07/02/2023). Dirección Meteorológica de Chile. https://climatologia.meteochile.gob.cl/application/publicaciones/documentoPdf/boletinTendenciasClimaticas/boletinTendenciasClimaticas-202301.pdf

Camus, P., & Jaksic, F. (2021). La gran sequía de 1968: efectos sociopolíticos y crisis de la democracia en Chile. Revista de historia (Concepción), 28(2), 271-293.

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Curihuinca, J. & Piuzzi, B. (2004). Influencia de las precipitaciones en la agricultura de la zona Centro Norte de Chile, durante El Niño 1997. En S. Avaria, J. Carrasco, J. Rutllant y E. Yáñez. (Eds.), El Niño-La Niña 1997-2000. Sus Efectos en Chile (pp. 211-230). Comité Oceanográfico Nacional-Chile. http://www.cona.cl/libroelnino/3_aspectos-hidro_agro/12curihuinca.pdf

Díaz, C., Galetovic, A., & Soto, R. (2000). La crisis eléctrica de 1998-1999: causas, consecuencias y lecciones. Estudios Públicos, (80).

Dirección Meteorológica de Chile. (2021). El clima hoy. Un resumen de las condiciones climáticas más relevantes ocurridas en Chile. https://climatologia.meteochile.gob.cl/application/publicaciones/documentoPdf/climaHoy/climaHoy20210202.pdf

Garreaud, R. D. (2019). Análisis: “Te pillamos po’ compadre” (las causas de la megasequía). Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2. https://www.cr2.cl/analisis-te-pillamos-po-compadre-las-causas-de-la-megasequia-cr2/

Garreaud, R. D., Boisier, J. P., Rondanelli, R., Montecinos, A., Sepúlveda, H. H., & Veloso‐Aguila, D. (2020). The central Chile mega drought (2010–2018): a climate dynamics perspective. International Journal of Climatology, 40(1), 421-439.

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Vicuña-Mackenna, Benjamín. (1877). Ensayo histórico sobre el clima de Chile: (desde los tiempos prehistóricos hasta del gran temporal de julio de 1877). Imprenta del Mercurio. http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:86626