Según Naciones Unidas, aunque las ciudades cubrieron menos del 2% de la superficie terrestre en 2011, consumieron casi el 80% de la energía mundial y produjeron más del 60% de todo el dióxido de carbono. Esto es relevante para Chile, donde casi el 90% de la población se considera urbana y aproximadamente la mitad de la habitantes se concentra en solo tres áreas metropolitanas: Santiago, Valparaíso y Concepción.
Varias ciudades del país experimentan una mala calidad de aire asociada a la combustión residencial y el transporte. Ante ello, el gobierno chileno incluyó planes de descontaminación y un impuesto al diésel en la Contribución Nacionalmente Determinada (NDC, por sus siglas en inglés) para el Acuerdo de París. Además, nuestras ciudades son altamente vulnerables a los efectos del cambio climático, como inundaciones, sequías, olas de calor y problemas de salud. Estas amenazas se ven agravadas por la desigualdad social y la segregación urbana.
El (CR)2 ha desarrollado e implementado modelos, inventarios de emisiones y otras herramientas, además de diagnósticos y análisis integrales de temas urbanos. Sin embargo, es necesario comprender mejor las dinámicas entre la energía, el uso del suelo, las emisiones, la demografía, la gobernanza y los procesos sociales y biofísicos.
Para ello, el equipo de investigación examinará los impactos urbanos en diferentes escalas de tiempo: desde registros paleoclimáticos de los primeros asentamientos humanos en Chile hasta proyecciones de posibles condiciones para las ciudades en escenarios climáticos futuros.